Imperio Leonés
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El término Imperio Leonés hace referencia la hegemonía del Reino de León durante los siglos X y XI sobre todos los estados cristianos que se iban formando en los avances de la Reconquista, y a la idea de que los reyes leoneses eran los sucesores del reino toledano y a la aspiración, por parte de estos reyes, de una Hispania restaurada a la manera del reino godo.
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[editar] Concepto
Ante el fenómeno de la aparición de varios reinos hispánicos, la idea imperial leonesa era la única forma de mantener la unidad jurídica peninsular y la supremacía del Reino de León. En los tiempos de Alfonso VII, el sentimiento preponderante leonés, con respecto a los demás reinos hispánicos, llegó a su culmen. El emperador leonés era el árbitro de los reinos hispano-cristianos y en parte también de los musulmanes. Sus intentos eran, además, extender su dominio a territorios más allá de los Pirineos. Todo ello lo logró a través de la nueva concepción imperial, modelada según esquemas europeos.
[editar] Autores que defienden la idea imperial leonesa
Desde 1925 se han ido sucediendo diversos estudios sobre esta materia. Los primeros trabajos son de Schulten y Menéndez Pidal. Tercian en la discusión otros autores extranjeros, entre ellos Mayer, Hüffer, Stengel, Schramm. Y hacia 1945 se reaviva la disputa y llega a su culminación, sostenida por tres españoles: Menéndez Pidal, Sánchez Candeira y García-Gallo.
- Menéndez Pidal repetidamente sostuvo la existencia de un imperio político leonés, heredero del reino godo y que reclamaba la hegemonía de todo el territorio hispano.
- Sánchez Candeira llegó a afirmar: «El reino de León constituyó un verdadero imperio nacional y sus reyes pueden considerarse como emperadores en el sentido en que el término era usado por entonces en Europa».
- El profesor García-Gallo ve la cuestión así: «Sólo en León se continuaba el reino de los godos, y sólo allí se aspiraba a su restablecimiento. Sin perder el contacto con el resto de Europa, todo el esfuerzo se concentraba en esto. Restauración y tradición, e implícitamente la antigua unidad política peninsular —aunque ésta no expresada formalmente— constituían los ideales del reino leonés... Esta situación, que sobre la base de la restauración gótica constituía al monarca leonés en el artífice de la Reconquista y el más firme pilar de la independencia, y por ello en el príncipe más poderoso de la Península, ¿llegó a cristalizar en determinados moldes jurídicos? ¿O fue, por el contrario, una simple situación de hecho, no por ello menos valiosa y eficaz?...no veo tan clara la relación entre todo ello y la palabra “imperator” y mucho menos creo que ésta haya tenido hasta el siglo XI el significado que normalmente se le atribuye».
[editar] Desarrollo histórico
La afirmación del título de emperador, atribuido a los reyes de León y el de imperio y de reino-imperio, al reino leonés, es un hecho históricamente bien documentado. Sin embargo, cabría distinguir tres momentos distintos en los cuales adquiere diversa significación tal título; acaso totalmente diversa. Así podríamos estudiar separadamente los tiempos de los reyes anteriores a Alfonso VI, el reinado de Alfonso VI y por último, como culminación y nueva concepción de la idea imperial, el reinado de Alfonso VII.
[editar] Primeros reyes de León
Fuera de una muy discutible alusión al título imperial por parte del último rey asturiano, Alfonso III el Magno, fue a partir de su hijo, Ordoño II (914-924), cuando empieza a aparecer el nombre de emperador para designar al monarca leonés. A Ordoño II y a sus sucesores, Ramiro II, Ordoño III, Ramiro III, Bermudo II, Alfonso V, Bermudo III se les dan los títulos de emperador, emperador de España, emperador de toda España, rey emperador.
[editar] Alfonso VI
El título imperial y su contenido se clarifica en la segunda mitad del siglo XI, con Alfonso VI (1072-1109) quien usó y se le atribuyen los títulos de emperador, emperador de toda España, emperador de las dos religiones, especialmente después de la toma de Toledo.
[editar] Alfonso VII
El mismo Alfonso VII (1126-1157) antes de su coronación imperial en 1135, y aún sin recibir la corona, mientras su madre Urraca y Alfonso el Batallador, de Zaragoza, disputaban con las armas, ya recibe el título de emperador en el mismo sentido en que se habían titulado o se habían dejador titular emperadores sus ascendientes, especialmente, Alfonso VI, su abuelo, el emperador de toda España y de las dos religiones, pero los historiadores están de acuerdo en señalar que Alfonso VII rompe con esta idea imperial hispana, heredada de sus mayores e introduce una nueva, a partir de 1135 en que se proclama solemnemente emperador en León.
Ciertamente en 1135 y después de nueve años de reinado y de recibir el título de emperador, Alfonso VII se hace coronar solemnemente y adopta para su reinado una nueva concepción imperial, común entonces en Europa. Hasta entonces el regnum-imperium leonés, como señalan los investigadores, era un imperio de ámbito nacional, vinculado al reino de León, que se sentía heredero del imperio godo, con la obligación de reconquistar todo el solar patrio y con poder, más o menos efectivo, sobre los demás núcleos cristianos de la Península. Era un legado recibido del reino toledano, siempre presente desde los primeros días del reino astur. En su virtud, si no siempre de hecho sí de derecho, el monarca leonés se sentía obligado a intentar el rescate del solar de España perdido por don Rodrigo. No otra cosa era la idea imperial leonesa hasta el 1135.
A partir de 1135, con Alfonso VII, la idea imperial se europeíza, cambia la vieja estructura hispana y adopta la del Sacro Imperio Romano. Antes, el reino leonés era imperio y su rey emperador por la pretendida hegemonía sobre todo el territorio peninsular y el deber de reconquistarlo. En adelante, Alfonso VII fundará sus derechos imperiales sobre el vasallaje de reyes y condes, algunos de más allá del Pirineo. El emperador lo será en cuanto reine sobre otros reyes —rey de reyes— aunque este reinado se ejerza o se reconozca, a veces, de forma sólo simbólica, en virtud de los conceptos del vasallaje feudal y, en otras, llegue el emperador a declarar reyes a miembros de su familia, sin reino ni territorio, para aumentar el número de los reyes vasallos.