Becerro de oro
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El Becerro de oro es un ídolo, un falso dios adorado por los hebreos, según la Biblia.
Moisés estuvo en el monte Sinaí cuarenta días y cuarenta noches y en ellos le dio Yahvé, escritos en dos tablas de piedra, los diez mandamientos. Al ver que tardaba, el pueblo pide al hermano de Moisés, Aarón, hacer "dioses que marchen delante de nosotros". Aarón accede y con los aretes que llevan todos en las orejas, de oro, funde un becerro de este material.
Los hebreos adoran y ofrecen sacrificios al nuevo ídolo hasta que Moisés, de vuelta, al ver que estaban adorando al becerro de oro, rompe las tablas de la ley. Luego, destruye el becerro, lo hace literalmente polvo y éste lo esparce por el agua (¡flota!) para luego hacer beber de ese agua a los israelitas.
Posteriormente, volvió a subir al monte y pidió a Dios que perdonase al pueblo y sellase con él la alianza. Entonces, Dios pidió a Moisés que tomase dos planchas iguales de piedra y en ellas le mandó escribir las diez palabras de la alianza.
La tradición cristiana identifica al becerro con el demonio, siendo su adoración un prototipo de idolatría.