Carga de profundidad
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La carga de profundidad es la más antigua de las armas antisubmarinas. Usualmente es un objeto cilíndrico que contiene explosivos y un detonador fijado para activarse al alcanzar una determinada profundidad. Su uso primario es destruir submarinos sumergidos, y pueden ser lanzadas tanto desde buques como aviones.
Sin embargo, se demostró en la Segunda Guerra Mundial que no era un arma muy efectiva, pues se requería una elevada concentración de cargas en una zona reducida o un repetido lanzamiento durante largos períodos de tiempo para ser realmente efectivas.
Aunque para la tripulación de un submarino era una prueba crítica para su temple, a no ser que una carga estallase a menos de cinco metros del casco de presión, no había posibilidad de romper el mismo.
La mayoría de los submarinos hundidos por cargas de profundidad no lo fueron por un estallido desafortunadamente cercano, o por una carga especialmente bien dirigida, sino por una acumulación de daños tras un ataque continuado con cientos de cargas de profundidad.
Incluso en esos casos hubo supervivientes. El submarino alemán U-427 sobrevivió a 678 cargas de profundidad en abril de 1945.
[editar] Desarrollos posteriores
Armas antisubmarinas más efectivas son los lanzadores "erizo", que usando morteros lanzan 24 granadas que cubren un espacio mucho mayor que cualquier carga, aumentando en gran medida la posibilidad de impacto o daños. También los torpedos acústicos son mucho más efectivos, al estar autopropulsados y dirigirse hacia su objetivo. El desarrollo último de la carga de profundidad es la carga nuclear de profundidad. Como su nombre muy bien indica, es un artefacto nuclear, con el mismo principio de uso que una carga convencional, pero con toda la capacidad destructiva de las bombas nucleares.