Espejo ustorio
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El espejo ustorio es un espejo cóncavo de gran tamaño utilizado para concentrar en su foco los rayos solares o de un cuerpo en combustión y aprovechar con fines bélicos el gran calor que produce. Su nombre proviene de la palabra latina ustor, de ustoris, el que quema. Se ha sugerido que lo usaron en la Antigüedad:
- Arquímedes, que incenció en Siracusa los bajeles romanos de la flota de Marcelo usando los rayos solares (según testimonios de autores de la baja latinidad que fueron reunidos en un folleto por M.L. du Fons).
- Proclo, ingeniero del emperador bizantino Anastasio I, que incendia en Constantinopla la flota de Vitaliano.
Sobre este último punto hay diversas opiniones:
- Maizeroy lo niega, pero no pone en duda que se conocían las aplicaciones del efecto de la reflexión.
- Algunos autores creen que en vez de quemarse la flota romana se quemaron los trabajos de aproches, vineas, etc.
- Buffon, en el año 1747, hizo experimentos con un gran aparato ustorio con 168 cristales argozados y móviles de 22 centímetros de largo y 16 centímetros de ancho, y quemó madera a una distancia de 200 pies o 68 metros.
- También experimentalmente se comprobó que, recibidos rayos solares en un espejo cóncavo de latón batido cuyo diámetro y radio de curvatura sea de 1 o 2 metros, se obtiene un foco calorífico tan intenso que el sílice, la piedra pómez, el cobre y la plata se funden en pocos minutos.
- Es digno de notarse que un hecho tan saliente es omitido por historiadores tan justamente celebrados como Tito Livio o Plutarco, y llama más al atención que también calla acerca del particular Polibio, quien vivió poco después de verificarse el supuesto acontecimiento.
Presunciones de sentido común (según José Almirante) sobre la quema de naves romanas por los griegos de Arquímedes:
- Los barcos romanos no quedaban al ancla.
- Tendrían el balanceo natural que impide la acción fija del rayo reflejado.
- Esta acción no es instantánea.
- El sol no habría de ser tan complaciente.
- Los barcos romanos tampoco habían de venir bajo los tiros de la plaza a dejarse quemar uno por uno.
- En vez de quemar los barcos, quizá lo más provechoso fuera quemar los trabajos de aproche, vinea, etc.
[editar] Artículos relacionados
[editar] Fuentes
- ALMIRANTE, JOSÉ. Diccionario militar, 1869, Madrid.
- Diccionario enciclopédico Hispano-Americano, 1887-89, Montaner i Simón, Barcelona.