La recuperación de Bahía
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La obra "La recuperación de Bahía", del pintor español Juan Bautista Maíno (1580-1649) conmemora la hazaña de Don Fadrique de Toledo, que en mayo de 1625 consiguió arrebatar a los holandeses el puerto brasileño de Bahía de Todos los Santos, devolviendo su soberanía a la Corona del rey Felipe IV. El lienzo, obra de madurez de Juan Bautista Maíno, constituye una pieza maestra y destaca en el conjunto por su luminosidad y su originalidad en el tratamiento del tema, huyendo del triunfalismo y mostrando con sencillez el dolor de la guerra.
[editar] Descripción de la obra
Al fondo, Don Fadrique muestra a los vencidos un retrato alegórico de Felipe IV pisoteando la Herejía, la Ira y la Guerra, mientras la Victoria y el Conde-Duque de Olivares coronan al Monarca con laureles. En primer plano se muestran las secuelas de la batalla: ajenas a la celebración del triunfo, dos personas socorren a un soldado malherido ante la mirada doliente de varios hombres, mujeres y niños, encarnación viva y realista de la Piedad, la Caridad y el Sufrimiento.
[editar] Historia del cuadro
La obra fue uno de los cuadros encargados por Felipe IV para decorar el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, junto con "La toma de Brisach", de Jusepe Leonardo; "El socorro de Génova por el marqués de Santa Cruz", de Antonio de Pereda; "La rendición de Breda", de Diego de Velázquez; "La rendición de Juliers", también de Jusepe Leonardo; "Defensa de Cádiz contra los ingleses", de Francisco de Zurbarán; "La recuperación de la isla de San Cristóbal", de Félix Castelo; "La recuperación de San Juan de Puerto Rico", de Eugenio Cajés; y tres lienzos de Vicente Carducho: "La expugnación de Rheinfelden", "El socorro de la plaza de Constanza" y "La victoria de Fleurus". Además de las obras anteriores, también se colgó en dicho Salón una serie referida a los Trabajos de Hércules. Todas ellas encaminadas a representar la gloria de la Monarquía Hispánica y del Rey Felipe IV, como baluartes de la Cristiandad. Junto con estas obras se exponían una serie de retratos de la familia de Felipe IV como una forma de representar la continuidad de la Casa de Austria (pasado, presente y futuro) a través de los retratos de Felipe III y Felipe IV, con sus respectivas esposas, y del príncipe Baltasar Carlos.