Masaniello
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Masaniello, sobrenombre de Tommaso Aniello (1622 – 16 de julio de 1647), fue un pescador y revolucionario napolitano que se convirtió en el líder de la rebelión contra el dominio español en Nápoles en 1647.
[editar] La revuelta
El desgobierno y la opresión fiscal habían despertado el descontento en Sicilia provocando el estallido de una rebelión en Palermo en mayo de 1647. La gente de Nápoles siguió el ejemplo de los sicilianos, y el hecho que hizo saltar la chispa de la rebelión fue un nuevo impuesto sobre la fruta, el alimento básico de los pobres, siendo el instigador principal del movimiento Masaniello, que tomó el mando de los malcontentos. El brote comenzó el 7 de julio de 1647 con un disturbio a las puertas de la ciudad de Nápoles entre los vendedores de fruta de los alrededores y los aduaneros, que fueron forzados a escapar mientras la oficina de aduana era quemada. Los alborotadores entonces se encaminaron hacia la ciudad y una vez allí dirigieron sus pasos hacia el palacio del virrey Rodríguez Ponce de León, Conde de Arcos, quien tuvo que refugiarse primero en un convento vecino, luego en Castel Sant'Elmo, y finalmente en Castel Nuovo.
Masaniello intentó castigar a la muchedumbre y refrenar sus instintos vandálicos, y en cierta medida lo consiguió; ataviado con el traje tradicional de pescador, dio audiencias y administró justicia desde un andamio de madera fuera de su casa. Varios alborotadores, incluyendo al duque de Maddaloni, un opositor del virrey, y su hermano Giuseppe Caraffa, que había venido a Nápoles para, fueron condenados a muerte por él y ejecutados.
La muchedumbre, que cada día obtenía más armas y se hacía más intratable, aterrorizó la ciudad, y eligió a Masaniello Capitán general; la rebelión hasta se extendió a las provincias. Finalmente, el virrey, cuyas negociaciones con Masaniello con frecuencia eran interrumpidas por los tumultos, terminó por conceder todas las exigencias de los rebeldes. El 13 de julio de 1647, por la mediación del cardenal Ascanio Filomarino, arzobispo de Nápoles, fue firmado un pacto entre De Arcos y Masaniello como «líder de la gente más fiel de Nápoles» por el cual la rebeldía sería perdonada, los impuestos más opresivos eliminados, mientras que a los se les ciudadanos concedieron ciertos derechos como el de permanecer en armas hasta que el tratado fuese ratificado por el rey de España.
De Arcos entonces invitó a Masaniello al palacio, confirmando su título de Capitán-general de la gente de Nápoles, regalándole una cadena de oro y ofreciéndole una pensión. Masaniello rechazó la pensión y rehusó de sus dignidades, diciendo que su deseo era volver a su antigua vida de pescador; pero fue entretenido por el virrey y, en parte debido a la tensión y al entusiasmo de los días pasados, en parte a su atolondramiento ante su asombroso cambio de fortuna, o quizás, como se pensó entonces, porque fue envenenado, perdió la cabeza.
La gente le siguió obedeciendo durante algunos días hasta que fue abandonado por sus mejores amigos, que se acercaron al partido español. Fue asesinado mientras arengaba a una muchedumbre en el mercado el 16 de julio de 1647; su cabeza fue cortada y llevada al virrey, mientras que su cuerpo fue enterrado fuera de la ciudad. Pero al día siguiente la población, enfadada por la alteración de las medidas para pesar pan, se arrepintió de su insana furia, y el cuerpo de Masaniello fue desenterrado, ofreciéndole un magnífico entierro en el que incluso estuvo representado el propio virrey.