Nel Amaro
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Nel Amaro, seudónimo de Manuel Amaro Fernández Álvarez (n. en Cantuserrón, Mieres, Asturias, España, el 24 de diciembre de 1946). Escritor asturiano y miembro de número de la Academia de la Llingua Asturiana.
Poeta, novelista y dramaturgo, escribe en castellano y en asturiano. Fue preso político durante los últimos años de la dictadura franquista (sospechoso de estar implicado en el criminal atentado de la Calle Correo: muy interesante el testimonio de Lidia Falcón sobre su comportamiento ante la policía según el cual habría denunciado a su hermana) y fundó y dirigió, en Mieres y Turón, las revistas Sapiens' y Cuélebre literario. Su obra poética se reparte entre las siguientes obras:
- Responsos laicos
- Habitación de poeta
- Boca arriba, lentamente naufragando
- Y, tú, Marta B., qu'entoncies nun yeres, tampocu, l'Anna Karina de les películes de Jean Luc Godard
- Diariu d'un polizón
- Reversos
- Poemes de San Francisco
- Pruebes d'autor
Son suyas también obras teatrales como Antígona, por exemplu y El banquete y las siguientes novelas:
- ¡Adiós Dvorak!
- Novela ensin títulu
- ¡¡¡Falanxista!!!
- 'Na borrina
- L'últimu del pelotón
Entre los galardones que ha recibido se encuentran el Soto Torres de Teatro, el Xana del Bable, el III Premio Nacional de Cuentos el Llano, etc.
«Amaro Fernández fue trasladado a Yeserías con el habitual acompañamiento espectacular de furgones repletos de soldados con metralletas. Arribó a la prisión entre sirenas de policía, miradas intranquilas de los transeúntes y revuelo de funcionarios y presos. Permaneció doce horas frente a su hermana, repitiendo, como el malvado demente que era, que sí, que era cierto, que ella, Mª Luz, había fabricado la bomba y la había colocado al mediodía del viernes trece de septiembre en la Cafetería Rolando. Y lo repitió todo el día. Cuando entró la noche, sin que su hermana, ni con ruegos, ni con razonamientos consiguiera que se retractase, el juzgado se lo llevó, satisfecho de haber podido demostrar que la idea de mantener a Mª Luz incomunicada y aislada no era injustificada. Por la tarde los funcionarios nos lo confimaron. Amaro se ratificaba una y otra vez en acusar a su hermana de la autoría del atentado. Me corrió una ráfaga de indignación por la columna vertebral; era preciso acabar de una vez con la insania de aquel demente. El más demente, el más malo, el más impune de todos los locos dementes, y malos de nuestro sumario, y eso que yo ya contaba una docena de ellos.» (Lidia Falcón)