Nosaltres els valencians
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Nosaltres els valencians ("Nosotros los valencianos" en catalán) es un influyente ensayo publicado por Joan Fuster en 1962. Como el autor declara, lo realizó porque no sabía muy bien qué eran los valencianos. Fuster afirmaba no haber encontrado nunca una reflexión realmente seria sobre la identidad del pueblo valenciano y por este motivo él mismo se vio obligado a descifrarlo. Para ello el escritor se inspiró en Noticia de Catalunya de Jaume Vicens Vives para escribir el libro. Era un "paréntesis" en su obra que por motivos ajenos a su voluntad se había visto obligado a realizar.
Sobre la incidencia de Nosaltres els valencians, justo es decir que se puede hablar de un País Valenciano antes y tras la publicación de esta obra. Se originó un movimiento denominado Nou valencianisme (Nuevo valencianismo) que caló en muchos sectores universitarios, progresistas y de izquierdas. Figuras tan destacadas como Sanchis Guarner, Joan Regló, Francesc de Paula Burguera, Josep Giner, Alfons Cucó, entre otras, formaron parte de este movimiento.
Fuster rompía radicalmente con todo el valencianismo anterior a la guerra civil por considerarlo folclorizante. Hace falta recordar que los Juegos Florales que organizaba la asociación Lo Rat Penat estaban en manos de las instituciones franquistas, el mismo Franco honraba la señera de la ciudad de Valencia dejándola ondear en el ayuntamiento aprovechando la carencia de conciencia colectiva de los valencianos hacia sus propios símbolos. Después, durante la Transición, las máximas figuras de aquel valencianismo temprano que databa de la República (Casp y Adlert) se aproximarán a la derecha y la extrema derecha española formando un movimiento de reacción contra la expansión del valencianismo denominado blaverismo.
En Nosaltres els valencians Fuster propone la "reconstrucción nacional" del País Valenciano dentro de un marco compuesto por los territorios de habla catalana, tal es el término que él mismo va popularizar: Países Catalanes. A raíz de aquí se plantea una duda y es el hecho que el Reino de Valencia desde su misma creación ha presentado una "dualidad nacional indisoluble". Este es el término que el autor utiliza para referirse a la convivencia de de colonos catalanes y aragoneses asentados históricamente en territorio valenciano. El autor trata esta problemática argumentando que estas comarcas castellanoparlantes, si bien han aportado figuras como Blasco Ibáñez, no han tenido sino una influencia marginal en la configuración de la personalidad colectiva de los valencianos en cuanto que pueblo. Por ello considera a los territorios valencianos de habla castellana un mero apéndice adosado por razones administrativas, fiscales o de otro tipo. Para concluir arguye que estos territorios representan una especie de estorbo de cara a la futura unión del País Valenciano con el resto de territorios de habla catalana, que según él serían su marco nacional natural. Lo novedoso del valencianismo fusteriano es que se basa, por primera vez en el caso valenciano, en la lengua como elemento de cohesión nacional.
Al terminar el franquismo, la izquierda, no sin contradicciones, asumirá gran parte de los postulados fusterianos en praxis política, al menos como elemento de interpretación de la realidad nacional valenciana. De este modo la derecha logró encontrar un pretexto perfecto para atacar tanto a la izquierda como al incipiente nacionalismo valenciano, al acusar a ambos de criptocatalanistas. Estos acontecimientos son conocidos como Batalla de Valencia y terminarán cuando tras la aprobación de la Constitución española y el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana el fusterianismo y con él el nacionalismo valenciano de izquierdas terminen completamente alejados de los centros de poder valencianos.
En mitad de la década de 1980, algunos escritores valencianos (Mira, Mollà, Franch...) realizarán una revisión de los planteamientos fusterianos con la publicación de obras como De impura natione o DOCUMENTO 88: Destinado sobre todo a nacionalistas los cuales marcarán en cierta medida el camino que seguirá el valencianismo los años posteriores. Nace así lo que se conoce como tercera vía del nacionalismo valenciano que consiste grosso modo en la consideración del País Valenciano como nación cultural en si misma, reconociendo las ligaduras históricas y lingüístico-culturales con los otros territorios de la antigua Corona de Aragón. Pese a haber sido planteado como "valencianismo de reconciliación" la convergencia en este movimiento nunca ha sido total dentro del nacionalismo valenciano.
