Revoluciones de 1848
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Las revoluciones de 1848, conocidas en otros países como La Primavera de las Naciones o el Año de las Revoluciones fueron una ola de manifestaciones populares que se generalizaron en varias regiones de Europa en el primer semestre de dicho año. Se caracterizan mayoritariamente por su brevedad y rápida expansión. Al contrario que las oleadas revolucionarias de 1820 y 1830, esta nueva oleada tuvo gran repercusión en estados como Francia, Austria, Alemania o Italia.
Sufrieron oleadas revolucionarias ciudades como París, Berlín, Viena, Praga, Budapest o Roma
Tras el Congreso de Viena de 1815 las monarquías fueron restauradas en todos los estados donde las Guerras Napoleónicas habían instaurado otros regímenes. Se instauró el principio de legitimismo dinástico, por el cual las monarquías absolutistas que habían sido sustituidas por el dominio napoleónico fueron restablecidas. Este nuevo orden se impuso sin tener en cuenta la opinión pública, lo que dio paso a un fervor nacionalista (como el caso de los magiares que habitaban el Imperio Austriaco, y que reclamaron la independencia) y liberal que, junto con el desarrollo industrial, provocó el surgimiento de movimientos revolucionarios.
Las revoluciones de este año constituyeron básicamente una demanda de liberalización y, aunque fueron reprimidas, tuvieron gran repercusión.
Dentro de las revoluciones que se produjeron en este año, tenemos la de Austria, por la cual, se intentan llevar a cabo ciertas reformas, obligados por la presión revolucionaria. En otros territorios del imperio plurinacional también se oyen rumores revolucionarios: Hungría, Bohemia, Praga... pero serán meros intentos.
Una de las consecuencias fue que los estados de la Confederación Germánica formaron el primer Parlamento alemán en Fráncfort del Meno.