Risiera di San Sabba

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(La Arrocería de San Sabas)

Monumento nacional

Ayuntamiento de Trieste

La Risiera

El gran complejo de edificios destinado para el descascarillado del arroz – construido en 1913 en el periférico barrio de San Sabba – viene inicialmente empleado por la ocupación nazi como campo provisional de prisión para los militares italianos, capturados después del 8 de septiembre de 1943 (Stalag 339.) Y a finales de octubre, se adaptó como Polizeihaftlager (Campo de detención policial), destinado a la clasificación de los deportados a Alemania y a Polonia cómo depósito de bienes saqueados, también se usó para la detención y eliminación de rehenes, partisanos, prisioneros políticos y judíos.

Al pasar por el arco principal de la entrada, a la izquierda de quién entra, se encuentra una primera y amplia habitación que era llamada “celda de la muerte”. Aquí venían amontonados los prisioneros trasladados de cárceles o capturados en redadas, destinados a morir y a ser cremados, en el espacio de algunas horas. Según testigos, a menudo, se encontraban con cadáveres listos para la cremación.

Prosiguiendo sobre la misma izquierda, se encuentra, en la planta baja del edificio de tres pisos en donde estaban instalados los talleres de sastrería y zapatería, donde se empleaban a los mismos prisioneros, y también eran dormitorios para oficiales y militares de la SS; En cada una de las diecisiete mini-celdas venían amontonados hasta seis prisioneros: tales celdas estaban reservadas particularmente a los partisanos, políticos y judíos, destinados a la ejecución al cabo de algunos días o quizás semanas. Las dos primeras celdas fueron usadas con fines de tortura o de recolección de objetos que llevaban los prisioneros: Fueron hallados, entre muchas cosas, millares de documentos de identidad, confiscados no solo a los detenidos y a los deportados, sino también a los trabajadores enviados al trabajo forzado (todos éstos documentos, fueron llevados por tropas yugoslavas quienes entraron primero a la Risiera después de la retirada de los alemanes, y fueron transferidos a Lubiana, donde se encuentran actualmente conservados en el Archivo de la República de Eslovenia). Las puertas y las paredes de estas antesalas de muerte estaban cubiertas de grafitos y escritos por prisioneros: Tanto la ocupación establecida de tropas aliadas, la transformación posterior como campo de recolección de prófugos, italianos como extranjeros, la humedad, el polvo y el descuido – en definitiva – por los hombres hicieron desaparecer en gran parte los grafitos y las escrituras. Nos quedan como testimonio los diarios del estudioso y coleccionista Diego de Hernández (ahora conservados por el Museo Cívico de Guerra para la Paz que lleva su nombre), donde se encuentra una cuidada trascripción; algunas páginas han sido reproducidas en el recorrido de la muestra histórica. En el siguiente edificio, de cuatro pisos, venían encerrados en amplios cuartos, judíos, prisioneros civiles y militares destinados por el momento a la deportación a Alemania: hombres y mujeres de todas las edades y también niños de pocos meses.

De aquí terminaban en Dachau, Auschwitz y Mauthausen, hacia un trágico final que solo pocos han podido vivir para contar.

En favor de los ciudadanos apresados en la Risiera – y particularmente a los llamados “mezclados” (judíos casados con católicos) – intervino directamente muy de cerca a la autoridad alemana el obispo de Trieste, Mons. Antonio Santin, en algunos casos con éxito (liberación de Giani Stuparich y familia), pero en otros sin ninguna alternativa (Pía Rimini.)

En el patio interno, justo enfrente de las celdas, sobre el área que hoy está marcada por la plancha metálica, estaba el edificio destinado a las eliminaciones – cuyas molduras son aún visibles en la edificación central junto al horno crematorio. Tal instalación, era un sótano al cuál se entraba bajando una escalera.

Un canal en el subsuelo, cuyo recorrido está bien marcado por la plancha de acero, unía al horno con la chimenea. Sobre la marca metálica de la chimenea surge hoy una simbólica “Piedad/Clemencia” constituida por tres perfiles metálicos señalando el espiral de humo que salía de la chimenea.

Luego de hacer uso, de ésta instalación en el preexistente secadero de arroz, en el período enero – marzo de 1944, los nazis lo adaptaron como horno crematorio, al grado de poder incinerar un mayor número de cadáveres, según el proyecto del “experto” Erwin Lambert, que ya había construido hornos crematorios en algunos campos de exterminio nazi en Polonia. Esta nueva estructura viene probada el 4 de abril de 1944 con la cremación de setenta cadáveres de rehenes fusilados el día anterior en el polígono de tiro de Villa Opicina.

El edificio del horno crematorio y la conexa chimenea fueron dinamitados por los nazis en retirada, esto sucedió la noche entre el 29 y el 30 de abril de 1945, para así eliminar las pruebas de sus crímenes, y según las normas de los demás campos al momento del abandono. Entre los escombros fueron hallados huesos y cenizas humanas recogidos en tres sacos de papel, de esos utilizados para el cemento. Entre los escombros, fue también hallado el mazo cuya replica, realizada y donada por Giuseppe Novelli en el 2000, hoy se encuentra expuesta en el Museo (el mazo original desgraciadamente fue robado en 1981.)

Sobre el tipo de ejecuciones usadas, las hipótesis son variadas y probablemente todas fundadas: gaseo en vehículos totalmente equipados, fusilamiento o golpe de mazo en la nuca. No siempre el mazo mataba rápido, por lo cual el horno también tragó personas aún vivas. Estruendo de motores, música y ladridos de perros deliberadamente alzados, cubrían los gritos y los ruidos de las ejecuciones.

El edificio central, de seis pisos, fungía como cuartel: dormitorios para los militares SS alemanes, ucranianos e italianos (estos últimos empleados en la Risiera para funciones de vigilancia) en los pisos superiores las cocinas, y las mesas en el piso inferior, hoy adaptado como Museo.

El edificio hoy adaptado como culto, y sin distinción de credo religioso, en el tiempo de la ocupación servía como garaje para los vehículos de los SS que habitaban ahí. Aquí estacionaban también las furgonetas negras, con salidas conectadas al interior, usadas probablemente para el gaseo de las víctimas.

En el exterior, a la izquierda, el pequeño edificio conformaba el cuerpo de guardia y la habitación del comandante. A la derecha, en la zona actualmente de área verde, existía un edificio de tres pisos con oficinas y alojamientos para suboficiales y, también para las mujeres ucranianas.

Cuantas fueron las víctimas?

Cálculos efectuados sobre la custodia de los testimonios dan una cifra entre los tres y cinco mil personas halladas muertas en la Risiera. Se encontraron en mayor número prisioneros y “redados” que fueron trasladados a la Risiera y de allí clasificados y enviados a los Lager o al trabajo forzado. Triestinos, friulanos, istrianos, eslovenos, croatas, militares y judíos: todos ardieron en la Risiera y también algunos de los mejores “cuadros” de la resistencia y del Antifascismo.

El Litoral Adriático

Después del 8 de septiembre de 1943, fecha que señala la disolución de la monarquía italiana de Alemania y la proclamación del armisticio, la Venecia Julia que de hecho dejó de pertenecer al Estado italiano y, con la constitución de la zona de operación del Litoral Adriático (Adriatisches Küstenland), llegó a ser un territorio directamente administrado por el Tercer Reich.

De tal manera, que la institución del “Litoral Adriático”, abarcaban las provincias de Udine, Trieste, Goricia, Pola (Pula), Fiume (Rijeka) y Lubiana (Ljubljana), se decretó la anexión a Alemania una amplia área que comprende la parte Alta del Adriático y la parte baja de la Sava. Éste gobierno del “Litoral” viene confiado por Hitler al Gauleiter (autoridad suprema) de la Carintia Friedrich Rainer, nazi austriaco que odiaba a Italia. Según su valoración étnica–racial el Friul y la Venecia Julia eran en gran parte extranjeros para la nación italiana para cuya separación del Estado italiano se justificaba también bajo éste perfil.

El alto comisario “Rainer asume en la fecha 1° de octubre de 1943 todos los poderes políticos y administrativos y en poco tiempo fija las bases de su prácticamente ilimitada soberanía, sometiendo prefectos y potestad al control de “consejeros” alemanes y estableciendo normas para el empleo de las milicias colaboradoras locales, tanto italianas y eslovenas como croatas, las cuales con diferente título y con diferente denominación, fueron puestas al servicio de los ocupantes.

Las formaciones de la milicia fascista pasan a depender de la SS, que aquí no se transformaron, como en la recién – constituida República de Saló, en Guardia Nacional Republicana, pero asumirían el nombre de “Milicia Defensora Territorial”, y las varias unidades de policía, fueron todas empleadas también en las operaciones de redadas. Entre estas la Inspección Especial de la P. S. para la Venecia Julia, que estaba al mando del inspector general Giuseppe Gueli, tal sede deplorablemente conocida como “Villa Triste” de la calle Bellosguardo, creada en abril de 1942 con tareas específicas de represión en la guerra partisana y en el control de la clase obrera de las grandes fabricas. Esta inspección – cuya patética operación viene conocida como “Banda Colotti”, por el nombre de su comandante, comisario Gaetano Colotti – después del 8 de septiembre continuó su “servicio” abasteciendo a los alemanes de una preciada y efectiva colaboración contra los antifascistas y en la captura de judíos.

Antes de la segunda guerra mundial los judíos triestinos eran alrededor de 5000. Después las leyes raciales fascistas de 1938 y también de la fundación en Trieste de unos de los penosamente famosos “Centros para el estudio del problema judío” (eran cuatro en toda Italia), muchos judíos decidieron emigrar al extranjero. A pesar de esto los nazis lograron deportar a los campos de exterminio a más de 700 judíos triestinos. De estos solo una veintena sobrevivió y regresaron. En la Risiera, además, junto a los judíos triestinos, también fueron aprehendidos y luego deportados muchos judíos capturados en Veneto, Friul, Fiume y en Dalmacia.

El control policial, la represión política, racial y anti - partisana, vienen confiadas a la supervisión de la SS cuyo comandante, Odilo Lotario Globocnik, triestino de nacimiento, y allegado de Heinrich Himmler, fue organizador de las masacres de más de 2 millones y medio de judíos en Polonia (Aktion Reinhard), se instala en Trieste con un nutrido equipo de “profesionales” de la muerte, entonces conocidos de manera siniestra por sus varias operaciones de exterminio en Alemania, Polonia, U.R.S.S. y en los campos de muerte polacos de Belzec, Sobibor y Treblinka.

Con Globocnik llegan a Trieste los hombres de la “Operación Reinhard” (Einsatzkommando Reinhard), eran noventa y dos especialistas entre los cuales había numerosos SS ucranianos, hombres y mujeres.

Los Einsatzgruppen o Einsatzkommandos eran unidades armadas móviles de la SS, cuyo propósito era “atacar y ejecutar a enemigos hostiles al Reich en hombros de tropas combatientes” y, de desarrollar tareas de particular “empeño” para la realización de la política de ocupación, represión y de exterminio practicada por el III Reich en los territorios invadidos. Estos grupos dependían del RSHA, o sea para la Oficina Central de Seguridad Policial del Reich (Reichssicherheitshauptamt), a su vez dependiente del Ministerio de asuntos Internos cuya cabeza era el Reichsführer SS y ministro Heinrich Himmler.

Pocos días después del 8 de septiembre llega a Trieste Christian Wirth, con algunos de sus hombres que habían participado en la Aktion Tiergarten 4, esto fue desde 1939, a la eliminación de “enfermos incurables” alemanes y más tarde de prisioneros de los campos de concentración señalados como “incurables” por falsas certificaciones de médicos del campo.

El Einsatzkommando Reinhard estaba constituido territorialmente por distintas oficinas marcadas con la sigla R. El grupo que operaba en Trieste tiene la sigla R1, aquel que operaba en Udine tiene la sigla R2, aquel de Fiume tiene la sigla R3. La sigla estaba impresa sobre los documentos y sobre las celdas de la Risiera.

El primer comandante del Einsatzkommando en Trieste fue Christian Wirth; después de su muerte, en una emboscada partisana en Erpelle (Hrpelje) el 26 de mayo de 1944, le siguió August Dietrich Allers; y su brazo derecho fue el comandante de la Risiera Joseph Oberhauser.

La presencia de un tal “equipo” excepcional por su responsabilidad directiva y organizativa en la política de exterminio en Europa, en el “Litoral Adriático” estaba justificada por la extrema importancia que tal territorio tenía para el Reich.

El “Litoral” fue la última conquista europea del imperialismo nazi. Trieste, Istria y Friul fueron una plataforma económica y política para la expansión alemana en el sur de Europa y en el área mediterránea y fueron, al mismo tiempo, una “red” estratégica esencial entre el sector balcánico, trastornado por la guerra partisana y amenazado por la avanzada soviética, el frente italiano y la Alemania meridional. El desarrollo del conflicto y, la rebelión heroica de los pueblos circunvecinos, obligaron al aparato represivo nazi a abandonar ésta su última conquista territorial.

El Juicio

Se concluyó en Trieste en abril de 1976, a distancia de treinta años, el juicio a los responsables de crímenes cometidos durante la ocupación alemana en la Risiera de San Sabba.

Estaban acusados – entre varios – dos nazis: Joseph Oberhauser, un vendedor de cerveza en Munich, y el abogado August Dietrich Allers de Hamburgo. El primero era el comandante de la Risiera, el segundo era su superior directo hasta el momento del Tiergarten 4, centro organizativo de la “operación eutanasia adulta” de los inválidos mentales y físicos de Alemania y de Austria. En la interrupción, seguida de las protestas levantadas en Alemania por parte de valerosos hombres de la iglesia, sobre el programa de eutanasia adulta – según los datos del Tribunal de Nuremberg habían sido ya eliminados en nombre de la “higiene racial” alrededor de 100.000 denominados “bocas inútiles” – el personal del “Tiergarten 4” pasaría a Polonia donde, en el margen de la “solución final”, organiza los campos de exterminio de Treblinka, Sobibor y Belzec. Las fuentes oficiales polacas – las más prudentes – estimaron alrededor de 2 millones de judíos y 52 mil gitanos (de los cuales un tercio fueron niños) asesinados en éstos campos. Terminada su tarea en Polonia, ésta gente – entre ellos estaba Franz Stangl, llamado El “Verdugo de Treblinka”, detenido y hecho responsable por un tribunal alemán de la muerte de 900.000 personas y Erwin Lambert, experto en construcción de hornos crematorios – es enviado a Italia y se establece en Trieste.

En el juicio por los crímenes de la Risiera de San Sabba el banco de los acusados se quedó vacío: muchos de ellos habían sido ajusticiados por los partisanos, otros fallecidos por causas naturales. August Dietrich Allers murió en marzo de 1975, Joseph Oberhauser se quedó a vender cerveza en Munich. La justicia italiana no pidió la extradición, por los acuerdos italo – alemán que regulan este instituto que se limitan a los crímenes siguientes a 1948. El juicio concluyó con la condena de Oberhauser a cadena perpetua. El criminal nazi falleció a la edad de 65 años el 22 de noviembre de 1979. Por lo tanto, un juicio inútil? Más allá del origen de enfoque judicial fundado sobre una increíble e inaceptable distinción entre “víctimas inocentes y víctimas no inocentes”, más allá de un lógico requisito que ha querido disociar los hechos criminales de sus raíces históricas y políticas, más allá de una condena jamás purgada, queda el hecho de que al fin se ha roto la cortina del silencio bajada por más de treinta años sobre el Läger (campo de concentración) de San Sabba.

Simon Wiesenthal, es un judío que ha dedicado toda su vida a sacar a la luz los crímenes nazis y a la búsqueda de los responsables, ha dicho con respecto al juicio: “No sólo es una exigencia de justicia, sino también un problema formativo. Todos debemos saber que los delitos como estos no deben caer en el olvido, y jamás caducan. Cualquiera que piense en un nuevo fascismo debe saber que, al final, la justicia siempre saldrá triunfante. Aún si los molinos de la justicia muelen lentamente”.

El Monumento

El arquitecto Romano Boico, vencedor del concurso convocado por el Ayuntamiento de Trieste en 1966 para transformar la Risiera en actual Museo (inaugurado en 1975), dio a conocer su proyecto así: “La Risiera semidestruida por los nazis en fuga era miserable como el entorno que lo rodeaba: entonces pensé que aquella desolación total podía erigirse como un símbolo y monumentalizarse. Me propuse quitar y restituir, más que añadir. Una vez eliminados los edificios en ruinas, delimité el contexto con muros de cemento de once metros de altura, articulados de manera que mostraran una entrada inquietante en el mismo sitio de la entrada ya existente. El patio enrejado se identifica, intencionadamente, cual basílica laica a cielo abierto. El edificio de los prisioneros que estuviera vacío completamente y las vigas de madera fueran bajadas a un nivel más conveniente. Inalteradas las diecisiete celdas y también las de la muerte. En el edificio central, al nivel del patio, el Museo de la Resistencia, pequeño pero conciso. En el Museo, ahora están las salas para la Asociación de deportados. En el patio un escalofriante recorrido en acero, ligeramente encajado: la huella del horno, del canal del humo y de la base de la chimenea”.

El Museo

El Museo Cívico de la Risiera (inaugurado en 1975) y el adyacente recorrido fotográfico – documental de la exposición histórica (realizada a cargo de Elio Apih en 1982 y ampliada en 1988) ilustran, a través de reproducciones de documentos y testimonios de varios tipos, la historia de la Risiera, reconstruyendo al mismo tiempo un encuadre de acontecimientos históricos, políticos y militares de toda la región durante la primera mitad del novecientos.

Gracias a algunas importantes donaciones, el 27 de enero del 2002, Día de la Memoria, el Museo ha cambiado su original connotación didáctica y ha convertido también a todos esos enseres en un lugar de conservación para el recuerdo, donde se exponen testimonios tangibles y directos del sufrimiento y, de la tragedia humana.

En la sala de las cruces, cubiertos por vitrinas incorporadas al muro, se encuentran algunos objetos personales que fueron despojados a los judíos triestinos por nazis para llevárselos consigo a Carintia en 1945. Devueltos por los aliados en el interior de bolsas de yute.

Fueron enviados a Roma, donde permanecieron olvidados por decenios en un subterráneo del Ministerio del Tesoro. En el 2000 vienen finalmente devueltos a la Comunidad Judía de Trieste, que decide exponer parte en el propio Museo. Titulado a Carlo y Vera Wagner, por donarnos una pequeña pero significativa compilación al Museo Cívico de la Risiera de San Sabba y al Museo “Yad Vashem” de Jerusalén.

Relojes, lentes, peines, un anillo, una polvera, un broche, una boquilla para cigarros, algunos cubiertos: simples objetos personales de uso cotidiano que, justo a través de su “normalidad”, hablan de los hombres y de las mujeres que alguna vez los poseyeron, devolviendo aún más de cerca el intolerable drama de tantas vidas truncadas o trágicamente interrumpidas en su “normal” fluir.

En el interior del Museo se encuentran en ocasiones colocados objetos donados por la sección local de la Asociación Nacional de Ex Deportados Políticos en los Campos Nazis (ANED) y de algunos de sus miembros Triestinos (Riccardo Goruppi, Jolanda Marchesich, Antonio Marega deportados a Auschwitz, Buchenwald, Dachau, Mauthausen y Ravensbrück. A través de sus herederos, Rosalia Poropat, Ferdinando Zidar).

A través de ellos se filtra una luz peculiar en la Risiera de San Sabba que, más allá de ser un campo de exterminio donde encontraron la muerte entre 3 y 5 mil personas, fue principalmente un campo de clasificación antes de ser enviados al exterminio: De los 123 convoyes que partieron de Italia hacia los campos de exterminio nazi. 69 de hecho, salieron de Trieste, de los cuales debían adicionar 30 directos hacia los campos de trabajo obligado.

A un lado hay una urna con cenizas provenientes de hornos crematorios de Auschwitz, donada por el ANED, también aquí están conservados y expuestos objetos personales de deportados triestinos, ofrecidos a perenne memoria: un uniforme llevado por una deportada a Auschwitz y Mauthausen, y uno de un deportado en Buchenwald, mapas y documentos sustraídos a los SS del campo de Buchenwald, salvoconductos, documentos de identificación, fotografías, volantes esparcidos después de la liberación, dibujos, planos de los campos y de lugares de sepultura. El Símbolo de la voluntad de no olvidar ni la inconmensurable tragedia del exterminio nazi, ni alguna de sus víctimas, se encuentra sobre todo en el largo rollo de papel sobre el cual una deportada en Ravensbrück tenía escrito nombres y direcciones de sus compañeros, logrando conservarlo y traerlo consigo a Italia después de haber estado escondido por meses bajo su uniforme. A un lado de estas preciadas reliquias están expuestas, y duplicadas por motivos de conservación, algunas obras gráficas de Anton Zoran Music, donadas por éste artista en 1997. El vínculo siempre vivo entre la Risiera de San Sabba y la comunidad judía local e internacional ha sido testigo también de algunas ceremonias, como aquella previa al entierro en el cementerio judío de Trieste de algunas prótesis extraídas a los cuerpos de las víctimas judías perecidas en los campos de exterminio nazi (18 de junio de 1999), el envío al Museo “Yad Vashem” de Jerusalén de una cajita conteniendo tierra de la Risiera y una piedra sacada del muro del edificio dónde los judíos permanecían segregados en espera de partir hacia los campos nazis (27 de enero del 2002), la disposición de un vasija conteniendo tierra de Jerusalén, donada por la fundación Keren Hayesod Italia, conseguida por Diamantina Salonicchio, ex deportada a Bergen Belsen ( el 27 de enero del 2003). En los últimos años la Risiera ha sido señalada siempre como el mejor punto de referencia para el conocimiento y la reflexión. Visitada por más de 100.000 personas al año provenientes de todas partes del mundo, que han hecho uso del constante servicio didáctico, la Risiera de San Sabba alberga muestras, conmemoraciones (en particular las celebraciones ligadas al Día de la Memoria y del Aniversario de la Liberación), espectáculos, conciertos, conferencias y convenios de estudio. En el 2001 y 2002 ha sido sede del Campo del Estudio Italia 3.3 del Servicio Civil Internacional. En el 2003 el edificio anexo, al cual se accede por vía Río Primario 1, es sede del ANED de Trieste y del Comité Internacional del Läger nazi de la Risiera de San Sabba, en Trieste.

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