Santa Beatriz de Silva
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Beatriz de Silva y Meneses (1424?-1492), santa de origen portugués fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción.
[editar] Historia y leyenda
No se sabe con certeza ni la fecha ni el lugar exacto del nacimiento de Beatriz de Silva y Meneses, puesto que no existen documentos que lo acrediten. Todos estos datos se suponen en función de su muerte, sucedida en 1490 cuando ella contaba, según los testigos, 66 años de edad. Tomando esta fecha como punto de referencia, podemos afirmar que nació en 1424 con toda probabilidad.
Tradicionalmente se ha dicho que nació en Campo Mayor (Portugal), ya que su padre, D. Ruy Gómez de Silva, era alcaide de esta plaza, pero la toma de posesión de D. Ruy no se produjo hasta 1435, por lo que Beatriz debió nacer en el anterior destino paterno: Ceuta. En 1415 esta ciudad pasa al dominio de la Corona portuguesa, quedando de capitán y gobernador su conquistador, D. Pedro de Meneses. En esta conquista se distinguió D. Ruy como bravo militar y caballero, quien contrajo matrimonio en 1422 con una hija de D. Pedro llamada Isabel. El matrimonio tuvo 11 hijos, entre ellos Beatriz. Tanto los Silva como los Meneses eran familias ilustres, entroncados los últimos con las familias reales de Portugal y Castilla.
La infancia y juventud de Beatriz se desarrolló entre Ceuta y Campo Mayor. Sus padres pusieron como educador de ella y sus hermanos a un religioso franciscano que fomentó, entre otras muchas, la devoción a la Inmaculada Concepción de la Virgen, creencia esta muy extendida y arraigada en aquella época (recordemos que en 1439 estuvo a punto de definirse este dogma en el Concilio de Basilea).
Beatriz llega a Castilla en 1447 acompañando como doncella a la princesa Isabel, que venía desde Portugal para contraer matrimonio con el rey de Castilla, D. Juan II. A sus 23 años era tan bella que llegaron a escribir sus contemporáneos: “Era esta doncella la mujer más hermosa que había en España y de mayores gracias naturales, la cual, por su gran hermosura, llegó a causar tal admiración, que todos los grandes de la Corte deseaban ganarse su amistad y servirla”. Fue pretendida para casamiento por los mejores señores de España, pero todo lo menospreció por Cristo, a quien tenía consagrada su virginidad.
La Corte, establecida entonces en Tordesillas (Valladolid), era un nido de intrigas políticas entre los defensores del rey Juan II y los que deseaban la abdicación en favor de su hijo D. Enrique. En este ambiente, no era difícil que crecieran también desmesuradamente las envidias y celos, y que el palacio se convirtiera en un mentidero de chismes y habladurías que alcanzaron a la misma Beatriz, a la que algunos, con medias palabras, relacionaban con el rey. Enterada la reina Isabel de estos comentarios, fue cambiando su simpatía por odio hacia Beatriz, hasta que un día, para apartarla de su vista, la encerró en un cofre. Su ausencia no podía pasar inadvertida por mucho tiempo, y menos entre familiares y pretendientes. Los cortesanos comienzan a echarla en falta y, tras tres días sin saber nada de ella, D. Juan de Meneses, tío de Beatriz, pregunta a la reina. Por indicación de ésta, D. Juan encuentra el cofre y al abrirlo halló a Beatriz sonriente y fresca. Ella no mencionó palabra, no dio explicaciones sobre el hecho ni las exigió; simplemente se retiró a su cámara a meditar sobre lo que le había sucedido en sus tres días de encierro. Durante ese tiempo, atrapada en el cofre sin apenas espacio y sin luz, agua ni comida, la Virgen María se apareció ante Beatriz y, con palabras de consuelo, le indicó que sería liberada para fundar una Orden de la Inmaculada Concepción. De esta visión recreó Beatriz el hábito de sus monjas y decidió consagrarse como fiel esclava de María ofreciendo su virginidad.
Una vez que meditó sobre su encuentro con la Virgen y decidió consagrar a Ella su vida, Beatriz abandona en secreto el palacio para dirigirse hacia Toledo. Allí, llama a las puertas del monasterio de Santo Domingo el Real y cuenta el motivo de su visita a la abadesa, solicitándole que la admita como “pisadera” en la comunidad. Beatriz no quiere profesar como dominica, aunque se acomodaría a la vida reglamentaria de las monjas. Tras la aceptación de la abadesa, Beatriz quedó en el convento acompañada por dos doncellas a su servicio, según la costumbre de los nobles de la época, y aunque no estaba obligada a la vida de la comunidad, la seguía en todo y alternaba la vida contemplativa y la activa orando mucho y pasando noches enteras en vela junto al sagrario. Vestía con hábito seglar y decidió ocultar su cara siempre tras un velo.
Durante los más de 30 años que vivió en Santo Domingo, conoce a Isabel, la hija de D. Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, que con el tiempo se convertiría en Isabel la Católica. Ésta mostraba un gran cariño por Beatriz no sólo por su parentesco con ella, sino por su santidad y la visitaba siempre que acudía a Toledo. Coronada como reina de Castilla y avergonzada por la actuación de su madre, Isabel decide apoyar la iniciativa que Dios había puesto en el corazón de Beatriz y juntas resuelven que ya es hora de salir del monasterio para fundar su Orden. Para ello, la reina dona los Palacios de Galiana, ubicados en la ciudad de Toledo, y a ellos llega Beatriz junto a 12 compañeras en 1484. Era importante para Beatriz que esta nueva fundación contase con regla, rezo y hábito propios. Así, y apoyada de nuevo por la reina Isabel, se envían a Roma para su aprobación unas constituciones o reglamento redactados por ella misma. El Papa Inocencio VIII contesta afirmativamente autorizando la nueva Orden, pero bajo la regla cisterciense, aunque concede que se establezcan estatutos y ordenaciones propias mientras no sean contrarias a la regla. Cuenta la leyenda que la bula papal que traía de Roma estas noticias viajaba en un barco que naufragó, pero Beatriz la encontró en su celda milagrosamente. Pasaron varios meses hasta que se reconoció la validez del documento hallado y se hizo público; siete años en total de gestiones en los Palacios de Galiana para establecer la nueva Orden, y cuando todo estaba a punto de concluir felizmente, muere Beatriz en olor de santidad.
De nuevo interviene la reina Isabel para solicitar al Papa Alejandro VI que la comunidad se someta a la obediencia de la regla de la Orden de San Francisco y así lo concede el pontífice, aunque con otra bula une a la comunidad con la del convento de benedictinas de San Pedro de las Dueñas. Esta unión supuso cierto choque entre ambas comunidades que a punto estuvieron de dar al traste con el sueño fundador de Beatriz, pero el Cardenal Cisneros apaciguó la situación e hizo nacer y crecer con fuerza la nueva Orden de la Concepción en 1496. Cinco años después, por disposición del Cardenal, las concepcionistas se instalaron en el convento de San Francisco de Toledo, actual Casa Madre.
A partir de este momento la orden empieza a extenderse. En apenas 25 años se habían fundado 25 conventos; algunos de ellos no fueron fundación de nueva planta, sino transformación de beaterios que abrazaban la nueva orden. Eran tiempos de fervor inmaculista que llevaron la Orden a toda España, Europa e incluso a América, quedando establecido en 1540 por monjas de la Concepción el primer convento contemplativo del Nuevo Continente en la ciudad de México. Santa Beatriz de Silva fue canonizada el 3 de octubre de 1976 por el Papa Pablo VI y sus restos se conservan para pública veneración en la Casa Madre de Toledo. Aparte de su fundadora el Martirologio Franciscano recoge el nombre de doce concepcionistas muertas en olor de santidad, de las cuales cuatro tienen ya su proceso canónico de beatificación en Roma, y son las Venerables Madres María de Jesús de Ágreda, Teresa Romero, María de los Dolores Patrocinio y Ángeles Sorazu. Cuenta también la Orden con escritoras de renombre; en España las Madres María Jesús de Ágreda y Ángeles Sorazu, y en México la Madre Juana Inés de la Cruz.Y actualmente cabe destacar la labor llevada a cabo por la sierva de Dios Madre Mercedes de Jesús, quien inspirada por el Espiritu Santo llevo a cabo la vuelta a las fuentes de la orden.
[editar] Iconografía
Como fundadora lleva báculo y libro y una rama de azucenas como símbolo de pureza. Viste el hábito de la orden con túnica blanca, capa azul y toca negra.
[editar] Enlaces de interes
www.monjasconcepcionistasdealcazar.com.
groups.msn.com/SantaBeatriz/santabeatrizdesilva1.msnw