Serapis
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Serapis (también Sérapis, Sarapis y Sárapis; en griego Σέραπις; nombre egipcio User-Hep) era una deidad sincrética grecoegipcia a la que Ptolomeo I declaró patrona de Alejandría y dios oficial de Egipto y Grecia con el propósito de unificar los dos pueblos.
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[editar] Origen y características
La estatua de Serapis que se hallaba en el serapeo de Alejandría era de tipo y factura netamente griegas. Allí aparecía con los atributos icónicos de Hades, entronizado con el modius, esto es, una cesta o un medidor de granos sobre su cabeza —emblema del inframundo—, un cetro en la mano, el can Cerbero a sus pies y una imagen similar a una serpiente.
Según Plutarco, Ptolomeo Sóter robó la imagen en Sinope (actual Sinop en Turquía, ciudad situada en la orilla del mar Negro, frente a las costas de Crimea) cuando el dios desconocido le ordenó en sueños que lo llevase a Alejandría. Es probable que los orígenes sobrenaturales del nuevo culto hayan sido propagados desde los centros oficiales establecidos en la ciudad.
Cuando la imagen llegó a Alejandría, dos sacerdotes expertos en asuntos religiosos determinaron que se trataba de Serapis. Los consejeros escogidos por Ptolomeo fueron una elección natural; uno de ellos era Timoteo, uno de los eumólpidas, una antigua familia de entre cuyos miembros se había escogido a los hierofantes de los misterios eleusinos desde tiempos inmemoriales. Ningún griego podía haber ofrecido una prueba de autenticidad más resonante. El otro era el erudito sacerdote egipcio Manetón.
Puede que el relato de Plutarco no se ajuste a los hechos; algunos estudiosos sostienen que la adscripción de la estatua a Sinope es en realidad una deformación del nombre Sinopeion o "lugar de Apis", un nombre dado a la colina donde se emplazaba el Serapeo de Saqqara, junto a Menfis. No se duda, sin embargo, de que haya sido Ptolomeo Sóter quien fijó la iconografía para el dios de la nueva capital de Egipto, a quien se asoció con Isis y Harpócrates en una trinidad.
La idea de Ptolomeo consistía probablemente en hallar una deidad que se ganara por igual el respeto de los helenos —de diversos orígenes raciales, pero criados en una cultura común— y de los intensamente tradicionalistas egipcios, cuyos sacerdotes habían repudiado la anterior dinastía extranjera reinante sobre Egipto, fortaleciendo así la resistencia. Es poco probable que los griegos hubiesen aceptado una divinidad zoocéfala, al modo egipcio, mientras que los egipcios estaban más dispuestos a aceptar cualquier aspecto para el ídolo. Se eligió, pues, un icono típico griego, que fue proclamado el equivalente antropomorfo de una muy venerada divinidad animal egipcia, el buey Apis, asimilado a Osiris, dios del inframundo. La figura griega tendría probablemente escaso efecto sobre las ideas religiosas de los egipcios; pero quizás sirviera como lazo útil entre las dos religiones.
De este modo, Serapis es un caso ejemplar de deidad sincrética en la que prácticas cultuales de distinto origen se sintetizan en una nueva imagen. Si bien el concepto de sincretismo fue descrito por primera vez en el siglo XVII ddC, la práctica sincrética debe de haber sido habitual en la religión griega de la época helenística. Los griegos reconocían desde antaño al oráculo de Amón en Siwa como una manifestación de Zeus. Los cultos sincréticos grecorromanos de la deidad persa Mitra y de la egipcia Isis están ampliamente documentados.
El dios patrono de Alejandría obtuvo rápidamente un lugar destacado en el mundo griego. Las figuras puramente humanas de Isis y Horus fueron fácilmente adaptadas a la imaginería griega, mientras que Anubis resultó aceptable gracias a la figura clásica griega del Cancerbero. El culto de Serapis —junto con Isis, Horus y Anubis— se extendió a lo largo y ancho del mundo helenístico, alcanzando también a Roma. A su vez, el ejército romano de Alejandro Severo, quien aparece en algunas monedas frente a una imagen de Serapis, llevó el culto de esta deidad hasta los últimos confines del Imperio. El culto de Serapis se convirtió así en uno de los principales de Occidente, conservando popularidad hasta los tiempos de Juliano el apóstata. La destrucción del Serapeo de Alejandría y de su famosa imagen en el año 385 ddC, tras el decreto de Teodosio, marcó el declive final del paganismo en todo el Imperio.
Se entiende que el nombre 'Serapis' —escrito así en griego tardío y en latín y 'Sárapis' [Σάραπις] en griego clásico— deriva del nombre egipcio Userhapi, contracción de Osiris-Apis, nombre del buey Apis asimilado tras su muerte a Osiris, rey del inframundo. No hay dudas de que Serapis fue identificado pronto con Userhapi; la asimilación se percibe claramente en una inscripción bilingüe de la época de Ptolomeo IV Philopator (221 — 204 adC) y con frecuencia más adelante. Sin embargo, se ha afirmado que la existencia paralela de los nombres de Sarapis y Osorapis (Userhapi) apunta a un origen independiente para el primero; sin embargo, los dobletes, como Petisis-Petsis, son comunes en los nombres egipcios helenizados. La forma más correcta suele ser la posterior, hallada en documentos redactados por griegos relacionados estrechamente con los egipcios, mientras que la menos exacta es la forma tradicional, empleada por los griegos puros en textos literarios, corrompida por su escaso conocimiento de la cultura egipcia. Así, Sarapis sería la forma literaria y oficial del nombre; podría ser la tradicional, fechada quizás en el reinado de Amasis o a partir del período persa. Sabemos que en tiempos de Heródoto y aún antes, el descubrimiento de un nuevo buey Apis era ocasión de regocijo universal, mientras que su muerte la de luto universal. El antiguo serapeo (Puserhapi) y el nombre de Userhapi serían casi tan familiares a los primeros viajeros griegos en Egipto como lo eran los de Apieum y Apis.
Pero, ¿por qué el Serapis plutónico, antes que cualquier otro dios, fue elegido para ser la principal divinidad de Alejandría, cargándose de un matiz egipcio? Según una referencia de Tácito, Sarapis fue el dios de la población de Racotis antes de que alcanzara la gran capital de Alejandría; pero es improbable que se construyeran templos dedicados a Apis muerto, excepto en su tumba menfita.
Alejandro había cortejado el culto de Amón, pero éste gozaba de escaso afecto entre los egipcios, pues era el dios de Etiopía y de los tebanos, que eran antagonistas del Norte progresista. Por otra parte, Osiris, Isis y Horus eran honrados y populares en todas partes. Y mientras Ptah el artesano, dios de la gran capital nativa de Egipto, no resultaba atractivo, el buey Apis, considerado una encarnación de Ptah, había relegado al propio Ptah a la sombra del olvido popular. La combinación de Osiris y el buey Apis, dada por la imagen de Apis muerto, aunaba todos los elementos de una sabia elección política para el nombre de la nueva divinidad, cuya figura representaba a un dios del inframundo llevando un emblema de fertilidad.
La más temprana mención de Sarapis es en la escena de la muerte de Alejandro, sacada de los diarios reales (Arriano, Anábasis, VII. 26). Según ella, Sarapis tiene un templo en Babilonia y es de tal importancia que sólo a él se lo nombra al ser consultado de parte del rey agonizante. Alteraría considerablemente nuestra concepción de Apis muerto si descubriéramos que un santuario itinerante de la divinidad acompañó a Alejandro en su expedición o que se preparó para él en Babilonia. Por otra parte, el principal dios de Babilonia era Zeus Belus (Baal Marduk) y es difícil imaginar que hubiera sido asimilado a Serapis en esta ocasión. Sin embargo, se ha sabido con certeza que Ea, llamado también Sarapsi, el dios del océano profundo, del aprendizaje y de la magia, contaba con un templo en la ciudad. Parece poco probable que este Sarapsi-Sarapis viajara hasta Sinope y de ahí a Alejandría como origen del dios egipcio; pero independientemente de si la apelación egipcia de Sarapis proviene realmente del Sarapsi babilónico, la importancia que éste tuvo en los últimos días de Alejandro podría haber determinado la elección del egipcio Osiris-Apis para aportar el nombre y algunas de las principales características al dios de Alejandría.
Por lo demás, Serapis fue adorado, principalmente, como dios de la curación. Sus templos estaban vinculados a concurridos oráculos de los sueños.
[editar] Bibliografía
- Thurston Peck, H. (1898), Harper's Dictionary of Classical Antiquities, New York: Harper & Brothers. Consulta online, en inglés.
[editar] Véase también
[editar] Enlaces externos
- Commons alberga contenido multimedia sobre Serapis.
- Isis y Serapis
- Edwyn Bevan's summary