Sublevación de la Escuadra de Chile
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La Sublevación de la Escuadra, es el nombre con que se conoce una serie de acontecimientos, protagonizados por el conjunto de la marinería chilena en los primeros días de septiembre de 1931: un motín, seguido de una movilización social-gremial, una breve resistencia militar y, finalmente, la capitulación de los sublevados frente a las fuerzas leales al gobierno. Esta sublevación se originó como una medida de presión en contra de la rebaja de salarios, que afectó a los marineros y personal de tierra de la Armada de Chile, pero con el correr de los días introdujo dentro de su petitorio demandas generales, relacionadas con la crisis económica que atravesaba ese país a raíz de la Gran Depresión. Ya el día 4 de septiembre, en la vispera de ser atacados por las fuerzas del gobierno, los sublevados manifestaban abiertamente su intensión de que el movimiento adquiriera dimensiones de revolución social.
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[editar] Antecedentes
[editar] Situación económica
En agosto de 1931 los marineros de la Armada de Chile, son informados de una rebaja en sus sueldos de un 30%, que el ministro de Hacienda, Pedro Blanquier, había aplicado a todos los funcionarios públicos, incluyendo a los de las fuerzas armadas. Esta merma se sumaba a otra vigente desde el año anterior (1930), que había reducido los salarios de la Armada en un 10%, y a la pérdida definitiva de las bonificaciones adeudadas, por concepto de períodos de instrucción pasados en el extranjero.
La rebaja de sueldos era agravada por la pérdida de poder adquisitivo real, producto de la inflación, y por el desquiciamiento general de la economía chilena, a raíz de la Gran Depresión.
La caída de las exportaciones, el derrumbe de los precios de los productos chilenos, la falta de liquidez y la alta deuda externa completaban un panorama, que llevó a que un informe de la Liga de las Naciones (World Economic Survey) concluyera que Chile era el país más golpeado a nivel mundial por la coyuntura económica.
En tanto, se producía la migración masiva de los obreros de la oficinas salitreras nortinas, que abandonaban la pampa, debido al hambre y la falta de trabajo.
La situación ya había probocado la caída de la dictadura del general Carlos Ibáñez un mes atrás, el 26 de julio de 1931.
[editar] Las tesis de manipulación política
Algunos contemporáneos y autores posteriores consideraron que la sublevación era fruto de la agitación e infiltración de elementos externos a la Armada.
[editar] Infiltrados en Inglaterra
Por ejemplo, el autor Armando Donoso y el entonces encargado de las negociaciones con los rebeldes por parte del gobierno, el contraalmirante Edgardo von Schroeders, consideraron decisiva la agitación a que habrían sido sometidos los marineros que fueron enviados a Davenport, Inglaterra, a hacerse cargo del recién comprado acorazado Almirante Latorre. Según esta versión, políticos exiliados por el presidente Carlos Ibáñez, reunidos en el Comité Revolucionario de París, habrían iniciado una campaña de propaganda entre la marinería.
[editar] Infiltración comunistas
Otros, sobre todo los oficiales navales de la época, como el ya citado Von Schroeders, responsabilizan principalmente a un par de aspirantes a condestables, que fueron contratados en el mundo civil para llenar cupos necesarios en el Almirante Latorre, una vez llegado el barco a Chile: los cabos despenseros Manuel Astica y Augusto Zagal. Ambos se embarcaron en mayo de 1931 en Coquimbo, entre tres y cuatro meses antes de que se iniciara la sublevación. Astica había pertenecido a la Unión de Centros Juveniles Católicos, donde por ejemplo conoció a Clotario Blest, y había realizado alguna labor sindical y periodística en las oficinas salitreras del Cantón Antofagasta.
Ambas versiones, la de Latorre infiltrado en Davenport y la de los cabos despenseros del Latorre, no explican el casi instantáneo apoyo que la sublevación concitó en el resto de los buques, en diversos puertos y rutas, y en bases lejanas entre sí. Pues la sublevación, no se concentró en el Latorre, sino que se extendió por Talcahuano, Valparaíso, Quintero y el resto de la escuadra estacionada en Coquimbo.
[editar] Infiltración ibañista
Por otro lado, existen ciertas posibles contradicciones en las versiones conspirativas. El mismo contraalmirante Von Schroeders, sospechaba, por otra parte, de la acción intrigante del ex ministro de Interior, Guerra y Marina del derrocado Carlos Ibáñez, el almirante retirado Carlos Froedden, quien habría pululado en las cercanías de Coquimbo antes y durante la sublevación. Von Schroeders acompañaba sus acusaciones con comentarios antisemitas acerca del mal concepto que le merecía el carácter de los judíos, como el ex almirante Froedden.
Así Von Schroeders, a un tiempo, acusa a los exiliados anti ibañistas (socialistas y alessandristas), a un ministro ibañista y a los despenseros cercanos al comunismo. En la versión del almirante, la sublevación aparece siempre como una contaminación exógena a la Armada, procedente de todo tipo de fuentes disímiles, que se habrían convinado en un mismo hecho.
[editar] Relaciones entre marinería y oficialidad
Las acusaciones de Von Schroeders contra del ex almirante Carlos Froedden, también eran extensivas al gobernador marítimo de Coquimbo, el capitán de corbeta Guillermo Valenzuela. Según esta versión, Valenzuela retrasó el envío del aviso oficial de la sublevación a La Moneda por lo menos 9 horas (17:00). De hecho lo remitió después de que los marinero revelados enviaron su propio radiograma. El comisionado del gobierno acotaba en sus informes que no se debía olvidar que Froedden, siendo ministro de Ibáñez, había nombrado alcalde de Coquimbo a Valenzuela.
Este tipo de asociaciones, establecerían, según lo que dedujo el gobieno, la posibilidad de que un sector de la oficialidad, por lo menos los ibañistas retirados, manipulaba a los marineros.
La versión posterior de uno de los principales cabecillas de la sublevación, Manuel Astica, involucraba más bien a la oficialidad activa. Pero no hacía referencia al ibañismo de los oficiales, sino que la molestia incicial de estos por el mismo problema que aquejaba a marinos y suboficiales: la rebaja de remuneraciones del 30% también los afectaba. Astica afirmaba que: "los primeros que reaccionaron fueron los propios oficiales. Ellos querían promover un movimiento, pero no tuvieron cojones frente al cerrado personalismo de los comodoros Campos y Hozven (jefes de las escuadra activa y de instrucción respectivamente)".
Pero por otro lado, es casi indudable que las relaciones entre jefes y subordinados se rompieron en algún punto. El anuncio de la rebaja de sueldos fue hecho a la tripulación por el propio comodoro Alberto Hozven, quien se negó a cursar cualquier queja o petitorio, por considerar que no cabía ese tipo de actitudes "antipatrióticas".
Aun así, los subledados, en su primer radiograma, declararon que su intención no era rebelarse a sus oficiales y la disciplina. En este sentido, se debe acotar que, mientras duró la sublevación los buques fueron comandados por los suboficiales de mayor antigüedad, por lo que, en algún sentido, se respetó la lógica jerárquica. Por otra parte, muchos oficiales cautivos declararon después que fueron tratados de manera considerada.
[editar] Rebelión en Coquimbo
El descontento cundía en los buques de la flota de guerra que se encontraba en Coquimbo. La escuadra estaba dividida en una escuadrilla activa y otra de instrucción o reserva. El conjunto se constituía de 14 buques:
- un acorazado (Almirante Latorre, buque insignia de la escuadrilla de instrucción),
- un crucero ligero (O'Higgins, buque insignia de la flotilla activa),
- 7 destructores,
- 3 submarinos y
- 2 remolcadores.
Estalló el motín en la noche del 31 de agosto al 1 de septiembre. Los oficiales que se encontraban a bordo -muchos estaban en tierra- fueron encerrados en sus camarotes. Horas después se inauguró la comunicación entre amotinados y el gobierno central, a través de un primer radiograma, al ministro de Marina. El mensaje estaba firmado por el "Estado Mayor de las Tripulaciones".
La escuadra tomada asumió entonces medidas de vigilancia y racionamiento, preparándose para las futuras eventualidades del conflicto. Temían, concretamente, que la flotilla de submarinos fondeada en Talcahuano fuera usada por el gobierno en contra de los buques sublevados.
La situación inmediata en tierra fue descrita por el dirigente universitario católico Bernardo Leighton, enviado al lugar de los hechos por el ministro del Interior Marcial Mora, a fin de evitar que la población apoyara la rebelión:
- "Comprobamos allá que los habitantes de esa ciudad (Coquimbo) simpatizaban con el motín, mientras los vecinos de La Serena no mostraban la misma actitud".
[editar] Primer manifiesto de los alzados
El radiograma del 1 de septiembre constaba de 3 considerandos, que se pueden resumir como sigue:
- La tripulación no aceptaba la dilapidación de la Hacienda producto de la incapacidad del gobierno.
- Acatar la rebaja de sueldos "sería acatar la política de bandidaje gubernativo".
- El gobierno y sus predecesores pecaban de falta de iniciativa y comprensión.
Y por consiguiente se cominicaba al ministro de Marina los siguientes 7 acuerdos:
- Los elementos modestos no debían ser quienes sufrieran los constantes errores y falta de probidad de la clase gobernante.
- Los poderes competentes debían pedir la extradición de los políticos ausentes del país.
- El gobierno no debía indisponer a la ciudadanía contra los alzados y las fuerzas armadas.
- La Escuadra se mantendría en Coquimbo mientran no se lograra una solución.
- Que no apuntarían sus armas en contra de sus "hermanos de pueblo".
- Que la tripulación no estaba movida por ideas anarquistas, y que deseaba proteger a sus conciudadanos.
[editar] Se propaga el movimiento
Dos días después, la sublevación se extendió a la base naval de Talcahuano, donde se unió el personal del apostadero naval, las escuelas politécnicas navales, la artillería costera, la radioestación naval y los obreros de los astilleros fiscales.
En Talcahuano, además de sublevarse las bases de tierra, se amotinaron los buques surtos en la bahía; la denominada "Escuadra del Sur", compuesta por un antiguo crucero (Blanco Encalada), un buque madre de sumbarinos o tender (Araucano), un destructor, 4 submarinos y 5 escampavías.
Los sublevados de la Escuadra del Sur desembarcaron a los oficiales, y zarparon hacia el norte, dejando atrás al destructor Riveros, con rumbo a la caleta de Dichato, donde alistaron los buques para emprender la travesía hacia el puerto de Coquimbo.
Otras unidades dispersas se unieron poco a poco a la sublevación. Es el caso del petrolero Maipo, que se encontraba navegando rumbo a California, y giró de vuelta a Chile con la intención de reunirse al resto de la escuadra. En tierra, ocurrió otro tanto en diversas bases que manifestaron su apoyo al movimiento, como la Escuela de Comunicaciones de Valparaíso, la radioestación naval de Playa Ancha, la base aeronaval de Quintero y los regimientos Arica (La Serena) y Maipo (Valparaíso), del Ejército de Chile.
En total, 26 buques estaban ya en manos de los sublevados.
[editar] Negociaciones
A esas alturas el petitorio de la marinería incluía ya más demandas relacionadas con la crisis económica general del país:
- División de la tierra.
- "Solidaridad de las industrias"
- Que la carga de la deuda externa fuera principalmente solventada por los "millonarios".
En el gobierno el presidente Juan Esteban Montero, que había levantado su candidatura para las próximas elecciones, era reemplazado temporalmente por vicepresidente Manuel Trucco. Este último, alarmado, empezó a negociar con los marinos, al tiempo que prepararaba un ataque con unidades de la Fuerza Aérea de Chile y el Ejército de Chile.
Trucco envió al contraalmirante Edgardo von Schroeders a parlamentar con los rebeldes de Coquimbo, con la instrucción de que las negociaciones se realizaran en tierra. Los rebeldes no cedieron en este punto, por lo que Von Schroeders debió subir al Almirante Latorre, donde afirma que fue tratado con respeto y consideración.
Por momentos la negociación pareció ir bien encaminada. Incluso se redactaron borradores de acuerdo.
Hay dos versiones de lo que pasó entonces:
- a) Según los oficiales navales de la época, los cabecillas más duros idearon pedir la firma del obispo de La Serena, en calidad de testigo de fe, como una forma de dilatar la negociación. Sospechando de esta petición, el gobierno rompió el diálogo y envió un ultimátum conminando a la rendición de los sublevados.
- b) Según los líderes de la sublevación, el gobierno rompió el diálogo inesperadamente y sin motivo aparente, por lo que llegaron a la conclusión de que la misión de Von Schroeders no había tenido más objetivo que ganar tiempo y espiar el estado de la rebelión.
Como sea, el gobierno remitió un ultimátum de rendición incondicional, que fue contestado por los rebeldes anunciando que la sublevación pasaba a partir de ese momento a ser una "revolución social", y que prontamente se embarcarían en la escuadra delegados del pueblo, de la Federación Obrera de Chile (FOCH) y del Partido Comunista de Chile.
[editar] Hostilidades
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El gobierno, o más concretamente el ministro de Guerra, el general Carlos Vergara Montero, había aprovechado de alistar concentraciones de tropas en las cercanías de los puntos controlados por los alzados. Envió a la Escuela de Infantería de San Bernardo a Valparaíso. Otras unidades rodearon la base Quintero. Se sumaron grandes fuerzas en Concepción, bajo el mando del general Guillermo Novoa.
Por otro lado el ministro fue convencido por su hermano, Ramón Vergara Montero, comandante en jefe de la aviación, de la factibilidad de practicar un bombardeo contra la escuadra.
En tanto, la Escuadra del Sur llegaba a Coquimbo. Un caso singular y posiblemente único: una flotilla de guerra completa fue conducida solo por sus marineros a través del océano.
[editar] Combate en Talcahuano
El sábado 5 de septiembre, se inició un cruento asalto militar de las fuerzas gubernamentales del Ejército a Talcahuano, con la intención de rendir a la marinería, apoyada por los obreros de los astilleros. La lucha comenzó a la 15:30 horas, cuando la artillería del ejército abrió fuego sobre el solitario destructor Riveros, que protegía las instalaciones navales amotinadas. El destructor fue duramente castigado durante el intercambio de cañonazos, por lo que se retiró a la Isla Quiriquina, donde desembarcó muertos y heridos. Los sublevados de Talcahuano fueron completamente derrotados después de dos días de combates contra 4 regimientos (Guías, Chacabuco, O'Higgins y Húsares) y un grupo de artillería (Silva Renard). Los fuertes de El Morro, Punta de Parra y Borgoño fueron los últimos en ser rendidos, el día 6 de septiembre. El número de bajas de estos enfrentamientos no es conocido, pero se estima que fue una cifra no despreciable.
[editar] Bombardeo de Coquimbo
El gobierno desde días antes venía concentrado casi todos los aviones de la Fuerza Aérea Nacional (FAN) en la ciudad de Ovalle, vecina al fondeadero de la escuadra en Coquimbo. Allí se reunieron: 2 bombarderos pesados Junkers R-42, 14 bombarderos livianos Curtiss Falcon y Vickers Type 116 Vixen, 2 aviones de ataque Vickers-Wibault Type 121 y 2 transportes Ford 5-AT-C, estos últimos alistados como improvisados bombarderos. Anteriormente el gobierno había comisionado a la FAN la misión de impedir que se reuniera la flotilla denominada Escuadra del Sur (que no contaba con artillería antiaérea), con el grueso de la escuadra. La FAN, no ubicó a sus blancos en el mar y todos los buques se concentraron, por lo que se puso en duda la efectividad de la aviación.
Aun así, a la FAN se le ordenó atacar a la escuadra en su fondeadero, lo que realizó el 6 de septiembre, a las 17:00 horas. La instrucción era concentrar las bombas sobre el acorazado Almirante Latorre. Esta acción ha sido denominada Combate Aeronaval de Coquimbo. El resultado material del bombardeo fue únicamente un impacto en el submarino Quidora, que dejó un muerto y un herido. Cinco aviones fueron alcanzados por fuegos de la escuadra, pero pudieron volver a su base, mientras que un Curtiss Falcon fue seriamente ametrallado, capotando en La Serena. Sus dos tripulantes salvaron con vida.
[editar] Epílogo del movimiento
Con todo, el ataque aéreo junto al combate de Talcahuano, aparentemente, lograron desmoralizar a los marineros, que deciden poner fin al conflicto y trasladar los buques a Valparaíso, donde se entregan a las autoridades.
Posteriormente fueron sometidos a un consejo de guerra donde fueron condenados a diferentes penas, incluyendo la muerte, pero luego fueron indultados durante el gobierno de la República Socialista de Chile.
Cabe mencionar que este alzamiento se produjo en forma casi simultánea con el Motín naval de Invergordon, en el Reino Unido.
[editar] Bibliografía
- The Abortive Kronstadt: The Chilean Naval Mutiny of 1931, William F. Sater, Hispanic American Historical Review, Vol. 60, No. 2 (May, 1980), pp. 239-268. [1]
- Chile: A Brief Naval History, Carlos López Urrutia [2]
- La sublevación de la escuadra y el período revolucionario 1924-1932, Germán Bravo Valdivieso, Ediciones Altazor, Viña del Mar, 2000, 213 páginas.
- La sublevación de la escuadra, Liborio Justo, Punto Final, suplemento, Sept. 28, 1971.
- La revolución de la escuadra, Patricio Manns, UCV, Valparaiso, 1972.