Villarmeriel
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Villarmeriel es un pequeño pueblo del ayuntamiento de Quintana del Castillo, en el extremo norte de la comarca de La Cepeda, en el centro de la provincia de León, España.
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[editar] Geografía
En cuanto salimos de Astorga y enfilamos la carretera de La Cepeda aparece, recortando el horizonte y en línea con los macizos de Ubiña, el monte de Villarmeriel. Una lejana ladera de verdor matizado por el carmín de la gándara, las urces (brezo) y las escobas de flor blanca y piornos de flor amarilla (retama), tras las cuales impera la carqueixa de tonos dorados. Dos heridas abiertas por sendos cortafuegos señalan sus límites oriental y occidental. Por el Este la cicatriz a través del Teso de las Pozas separa la Robleda y la Devesa de San Feliz, de El Escandal. El otro surco, cerca de las Peñas del Esgañadero, corta el Matillón y La Matona en dirección a Pozo Fierro marcando su lindero occidental con Mata-Quintana. Hasta hace pocos años eran unas murias (montones de piedras) el único testigo de tal límite.
Cada vez que la carretera remonta una loma, el cambio de rasante nos va ofreciendo una nueva estampa en que Las Ubiñas se achican hasta desaparecer, al tiempo que se agranda la imagen del pueblo de Villar centrado en la perspectiva de tales linderos.
A la salida de Sueros ya nada se ve más allá de la Sierra de La Matona y el Teso o El Escandal, mientras que los casas del Barrio de Abajo de Villar, recostadas en la pequeña loma que separa la Reguera del Río, anuncian lo pintoresco de la aldea. Si nuestro coche llega desde la Omaña, tras la imponente vista panorámica que la Peñona de San Feliz nos presenta de la ancha Castilla, descubrimos Villar cuando estamos a medio kilómetro: apenas rebasada la Curva de la Vallea, el pueblo se ofrece con sus tres barrios entre el verdor de los valles, frondosos aun en agosto. Si entras en Villar desde el sur, encuentras el barrio “de abajo”, recostado sobre la peña de pizarra, con las casas encaramadas unas sobre las otras asomadas al verdor de los dos valles que lo rodean. Recuerda a los pueblos marineros que atisban la mar. Los barrios “de el medio” y “de arriba”, rodeados de huertas y arboleda, se parecen más al resto de La Cepeda.
Recostado en una loma que separa los valles de "La Reguera" y "El Río", Villarmeriel resulta muy pintoresco, visto desde " La Remaliondra",o desde la carretera de Pandorado que lo bordea sin pasar por él, en lo alto de "La Cuesta".
Llegó a contar, en los años cincuenta del siglo XX, con más de 300 habitantes, pero actualmente apenas dos docenas de personas pasan los duros inviernos allí.
Se conservan sus Ordenanzas Municipales, datadas en 1602, cuya redacción demuestra que el castellano era ya entonces la lengua procesal, a pesar de que a mitad del siglo XX los vecinos hablaban entre sí una variante del bable o leonés que está a punto de extinguirse.
Llama la atención el caudal de su río, "El Tuerto" (nacido en "Valretuerto", de ahi el nombre del rio), aun en los veranos más secos. Ello se debe a que su monte está formado por un antiguo circo glaciar, hoy cubierto de brezos, robledales y pinares, cuyas morrenas pueden apreciarse en la ladera que separa la carretera del río, enfrente mismo del pueblo. Este circo glaciar recoge todas las precipitaciones del invierno conservándolas en el subsuelo para que broten en cientos de manantiales durante todo el año.
[editar] Climatología
Sus inviernos son extremadamente duros, pero resulta muy agradable en los meses de verano.
[editar] Gentilicio
A sus habitantes se les llama "Vilortos" y era proverbial su generosidad:
Si bien el Cristianismo no otorga rango cardinal al deber de “dar limosna a los pobres” como lo hace el Islam, también cuenta entre las virtudes cristianas la limosna. Era tradicional dar limosna, por pobre que fuera la familia, a cuantos llamaban a la puerta pidiéndola. Estaba muy mal vista y no se daba, como en otros lugares, la respuesta, aparentemente caritativa, de “Dios le ampare”. En los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo no menos de dos pobres llamaban cada semana en todas y cada una de las casas de la Cepeda Alta solicitando limosna. La pobreza de la mayor parte de estas casas les impedía dar otra cosa que un mendrugo de pan o, en el mejor de los casos, un torrezno de tocino. Si el se acercaba la noche, el “pobre” acudía al alcalde pedáneo que le señalaba en qué casa (por riguroso orden) deberían darle alojamiento para pernoctar. Solía ser en una cuadra o pajar y consistía en un lecho de paja de centeno (no mucho peor que los jergones de paja en que los dueños de la casa dormían), al abrigo del frío y de la lluvia. Lo habitual era que el pobre correspondiente cenara con la familia y compartiera con ellos la “velada”, si edra en invierno, contando interminables historias y sirviendo de noticiario de todo lo que ocurría en la comarca.
[editar] Economía local
De tradición agrícola (centeno, trigo, patatas, lino...) y ganadero (vacas, ovejas y -sobre todo- cabras), actualmente apenas si tiene cultivos ni ganado, quedando una gran cantidad de hectáreas de pasto desaprovechadas y criando maleza que puede ser pasto de llamas. Allá por los años 70 alimetaban a más de 100 vacas y 1000 cabras y ovejas, además de respetar los cultivos. Sólo quedan unos cuantos colmenares que proporcionan una miel de montaña, de inmejorable calidad.
[editar] Experiencias Vitales
Cualquier persona de los que hemos nacido en "Villar" conoce muy bien la vida del pastor y del labrador más rudimentario. Hoy no existe la agricultura con el hocin, el gadaño, la forca, el bildo o el baleo, el trillo o el voltiador. Nadie va a "acarriar" subido en la estrunguadera ni "apurre" los manojos ordenados en "carriellos" y atados con "grañuelas". Uñir las vacas, mesar hierba, picar fuyacos, zachar el güerto y un sinfin más de labores son cosas del pasado. Llevar las vacas pa Casardibián o al Enjío en la primavera y jugar a la cocha y ,cuando se metían pa los matiellos y se perdían, correr como descosíos era labos de los "rapaces" a mitad del siglo XX. Esto era mejor vida que ir dar la vuelta a la hierba o pisar en el pajar. Por el verano, "pa las valleas" a beber agua a la fuente de El Cabayón, comer mantecones que te dejaban manos de carbonero. Cuando te tocaba el ganao, "las cabras p'arriba", "las uveyas p'abajo", o "las cabras pa La Reguera" y "las uveyas pa La Cuesta". Lo mejor del pastoreo era ir a sistiar al Prao a Vallifondo o al Gatiñal.
Cuando viajas por España, ves progreso y te preguntas por qué los nacidos aquí preferimos irnos a otros lugares antes que acometer una empresa que hubiese desarrollado la zona. ¿Por qué ellos sí y nosotros no? Sencillamente porque a nosotros nos educaron para que nos fuésemos y en otras zonas para que se queden.
Los que ha tocado buscar la vida por otros lugares, que son la mayor parte, cuando vienen y hablan de las gentes, de las costumbres, del bullicio que había hace cuarenta años, cuando aún había tertulia por las calles, ganados por el campo, niños o ruido de los carros.
Añoramos aquellos tiempos y lamentamos que un lugar tan bonito haya quedado tan abandonado.
[editar] Enlaces externos
- Villarmeriel. Donde termina el valle y comienza la montaña..