Ética utilitarista
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La ética utilitarista surgió en el siglo XIX a partir de los postulados del empirismo y, según ella, el bien moral se reduce a la utilidad; es decir, todo lo que reporta alguna utilidad o produzca progreso social o individual es bueno, lo contrario es malo.
Su universalidad radica en seguir aquello que sea de utilidad para el bien común.
Este tipo de ética posee varios peligros, ya que en aras de la utilidad, se pueden pasar por alto algunos derechos individuales de las personas.