Alejandro de Lincéstide
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Alejandro, hijo de Aéropo, era un noble de Lincéstide, en el norte de Macedonia. Fue el primero en nombrar rey a Alejandro Magno tras el asesinato de su padre Filipo II, en el 336 adC. Ésta acción salvó su vida: sus hermanos, Hermoenes y Arrabeo, fueron ejecutados por el nuevo rey, acusados de conspiración. Aunque Alejandro también estaba implicado en la conspiración, su pronta aclamación hizo que le perdonaran. El hecho de que fuera el ahijado de Antípatro también ayudó, ya que el rey Alejandro necesitaba desesperadamente el apoyo de éste si quería mantenerse en el trono que acababa de ocupar.
Hasta que el ejército macedonio cruzó el Helesponto hacia Asia en la primavera del 324 adC, el lincéstida era governador de Tracia. Pero después de la batalla del Gránico fue comandante de la caballería tesalia, mientras que el anterior comandante, Calas, fue nombrado sátrapa de la Frigia Helespontina. Con esto le quisieron bajar de rango (quizá el rey aún no confiaba en el lincéstida).
De todas formas, sólo mantuvo este nuevo cargo por unos pocos meses. A finales del 334 adC Parmenio capturó a un espía persa llamado Sisine cuya misión era, supuestamente, encontrarse con el lincéstida. Aparentemente, Darío se había ofrecido a pagarle mil talentos de oro, y a hacerle rey, si asesinaba a Alejandro Magno. Parmenio le contó los detalles de la trama al rey, a quien un vidente ya le había dicho que tuviera cuidado con una posible traición. Entonces Alejandro mandó a Amfótero, el hermano de Crátero, a ver a Parmenio, con órdenes de arrestar al lincéstida.
Diodoro no dice que Sisine estuviera implicado, sino que explica que la principal causa del arresto de Alejandro de Lincéstide fue una advertencia que el rey recibió de Olimpia. Debido a la estrecha relación que unía al lincéstida con Antípatro sólo lo hicieron prisionero, pero no fue juzgado hasta tres años más tarde, en los tiempos de la conjura de Filotas.
Después de la ejecución de Filotas, el rey Alejandro se sintió con la suficiente fuerza como para atar todos los cabos sueltos, que incluían al prisionero lincéstida. El hijo de Aéropo había pasado tanto tiempo encarcelado que fue incapaz de hacer un discurso en su defensa, y por tanto fue ejecutado por los macedonios.
A pesar de que Alejandro de Lincéstide fue ejecutado en el 330adC, su sombra persiguió a Alejandro Magno por muchos años. Aunque la historia de que el rey fue asesinado en el 323 adC estuviera inventada, Justino escribe que fue Antípatro quien instigó esta conspiración porque su ahijado, entre otros, había sido ejecutado. La reacción de Antípatro ante las noticias sobre lo que le pasó a Parmenio, Filotas y el lincéstida sería comprensible si esta historia fuera cierta.