Ducado de Milán
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El Ducado de Milán, también llamado Milanesado o Estado de Milán, fue durante la Edad Media la principal potencia del norte de Italia.
El ducado fue creado en 1395 por Gian Galeazzo Visconti, señor de Milán. Cuando la dinastía Visconti se extinguió en 1447, Milán fue declarado una República, a pesar de las pretensiones del duque de Orleans, legítimo heredero. Orleans fue incapaz de tomar posesión de su herencia, pero la República fue corta. El aventurero Francesco Sforza, casado con una hija del último Visconti, tomó Milán en 1450 y Soto proclamó duque.
En 1498 el hijo del duque de Orleans se convirtió en rey de Francia como Luis XII y pretendió hacer efectivas las reclamaciones de su padre sobre Milán, invadiéndolo y expulsando a Ludovico Sforza en 1499. Este dominio francés duró hasta 1513, cuando fuerzas suizas repusieron al hijo de Ludovico, Massimiliano, en el trono. En 1515 los franceses, bajo Francisco I de Francia, vencieron en la batalla de Marignano, capturando a Massimiliano y retomando el ducado. De nuevo fueron expulsados en 1521, esa vez las fuerzas austriacas, se coronaron al hermano de Massimiliano, Francesco II Sforza.
Tras la decisiva derrota francesa en la Batalla de Pavía (1525), que dejó a Carlos I España como principal fuerza en Italia, Francesco se unió a la Liga de Coñac, junto a las repúblicas de Venecia, Florencia, y el Papa Clemente VII y los franceses en contra de Carlos. Esto resultó en la rápida expulsión de Francesco de Milán por fuerzas imperiales, aunque mantuvo control de otras ciudades del ducado, y recuperó Milán por el Tratado de Cambrai (1529).
Cuando Francesco murió sin herederos en 1535, se abrió una pugna entre Francisco I de Francia y el emperador Carlos por su sucesión. Tras varias guerras el emperador se anexionó el ducado, invistiendo con él a su hijo Felipe II de España. Finalmente, el Tratado de Cateau-Cambrésis de 1559 reconoció su anexión por parte de España.
El ducado de Milán permanecería en manos españolas hasta la Guerra de la Sucesión Española en el siglo XVIII. Tras la misma fue incorporado a las posesiones austriacas de los Habsuburgo por el Tratado de Baden de 1714. Así permaneció hasta su conquista por parte de Napoleón I de Francia, durante las guerras napoleónicas en 1796. El Ducado fue cedido por el Tratado de Campoformio a la naciente República Cisalpina.
La restauración significó su retorno a Austria, aunque pronto fue de nuevo objetivo del nacionalismo italiano, siendo conquistado por el reino del Piamonte durante las guerras que llevaron a la unificación del país.