Entrismo
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Táctica política empleada por algunos grupos trotskistas de la IV Internacional. Consiste en que sus miembros se afilien (entren) en los grandes partidos de masas de sus respectivos países, especialmente en los pertenecientes a la Segunda Internacional. Su objetivo principal es transformar estos partidos reformistas en partidos revolucionarios.
[editar] Historia
Tras la muerte de Lenin y la subida al poder de Stalin en la Unión Soviética, este empezó a imponer su concepción del comunismo. Los "trotskistas" y otros opositores al estalinismo que formaban la Oposición de Izquierda Internacional ya eran perseguidos por los gobiernos de la mayoría de los países por ser comunistas. Pero Stalin, al verlos como su mayor enemigo, empezó también una feroz persecución en todo el mundo usando miembros de los partidos comunistas locales y agentes de la GPU.
Al desaparecer la democracia interna en los partidos comunistas de la Tercera Internacional sometidos a la política de Stalin, los opositores no podían participar en los debates y en la vida interna de sus partidos. Sus actividades (actos, manifestaciones, propaganda....) dentro y fuera de estos partidos eran sistemáticamente perseguidas y saboteadas. Sus principales líderes (León Trotski, Andreu Nin, etc.) y muchos de sus miembros o simples simpatizantes de la oposición fueron asesinados o desaparecieron.
Además la Oposición de Izquierda no tenían en realidad un organización única ni unos líderes claros. Ni siquiera León Trotsky, aunque era quizás el más respetado, contaba con el respaldo de todos los grupos dispersos por el mundo. En ese contexto se propone el entrismo como una forma de intentar ganar simpatizantes y transformar los partidos reformistas en revolucionarios. Conocida como "Giro Francés", el entrismo fue defendido por León Trotsky y otros miembros destacados a partir de los años 30. Provocando una gran polémica que agudizó los enfrentamientos internos. Muchos opositores atacaron al entrismo al entender que Trotsky y los suyos eran unos oportunistas que pretendían disolver la IV Internacional en la II Internacional.
Aunque con cierto éxito al principio, el entrismo fue otra más de las múltiples causas de los enfrentamientos internos que convirtieron la escisión y el sectarismo en los males endémicos de la IV Internacional. Hoy en día el entrismo apenas se practica. Aunque la mayoría de las organizaciones trotskistas recomiendan la pertenencia a algún partido político o sindicato.