Escuela poética antequerano-granadina
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Distintos autores han propuesto la existencia de una escuela poética granadina, o antequerano-granadina, con unas características distintivas e idiosincrásicas. Según parece, quienes primero trabajaron sobre esta hipótesis habían advertido una convergencia de estilo y temática en los textos de distintos poetas de la comarca, recogidos en dos antologías imprescindibles, el Cancionero antequerano y las Flores de poetas ilustres de Pedro Espinosa. Sin embargo, autores más recientes han sugerido una interpretación mucho más amplia. Es el caso de José María de Cossío, quien ha afirmado: “En los poetas granadinos, desde Barahona de Soto, creo que se pueden marcar caracteres concretos y convincentes que en el siglo XVIII han de conservar un Porcel o un Torrepalma y han de llegar hasta nuestros días con un García Lorca y un Rosales”.
A zaga de Antonio Gallego Morell, Cossío ha anotado la importancia que el uso del diminutivo adquiere entre los pupilos de la escuela poética granadina: “Dijérase que los poetas de Granada ven el mundo fragmentado en miles de pequeñas cosas: flores, frutos, pájaros, arroyos, hierbas, fuentes, piedras, árboles, y hasta al hombre, y, sobre todo, a la mujer, si han de describirla, lo han de hacer analíticamente [...] Quien para describir un prado, “el prado por Abril de flores lleno”, corta la referencia en esa bella sugestión, será un poeta castellano, sobrio y austero. El granadino hubiera enumerado cada flor de las que el prado está lleno, y probablemente con el epíteto de color que cuadrara a cada una, y apenas hubiera enunciado el sintético prado, que es el sujeto poético en Garcilaso [...] La naturaleza tiene una unidad puramente intelectual. El prado es un prado como mera abstracción, y lo que tiene vida e individualidad propia son la muchedumbre de criaturas, muchas diminutas, que bullen autónomamente en el verso y con las que el lector ha de reconstruir la naturaleza.” No se queda aquí el erudito, sino que aventura la existencia de una relación entre la escuela granadina de poesía y la arquitectura musulmana: “Los lazos, rombos y todo género de geometrías precisas o arbitrarias, pero dibujadas con firmísima conciencia de la línea y su destino, acaso desempeñen en la arquitectura total de un palacio el papel que la miniatura de una flor en un poema. Y la variedad arbitraria del color repartida entre tales dibujos, que impiden precisar la tonalidad total de una estancia, semeja la variedad infinita de los colores que juegan en una octava de Espinosa o en una silva de Soto de Rojas”.
José María de Cossío y Joaquín Arce han señalado que el Adonis de Porcel presenta una serie de características que lo emparentan con dicha escuela. El primero de ellos enumera algunas: “la minuciosidad del dibujo en imágenes y metáforas, la precisión descriptiva, esa afición a nombrar las flores por sus nombres”.