Exilio republicano
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Al finalizar la Guerra Civil española del siglo XX en 1939, una serie de intelectuales, militares y civiles de todo tipo que se habían visto comprometidos en la causa republicana tuvo que refugiarse de la revancha del bando vencedor y emigrar a los diversos países que los acogieron, en su mayoría americanos y europeos, en particular México, Chile, Argentina, Cuba, la URSS, Francia y los Estados Unidos.
Más de medio millón de personas tuvieron que internarse en los campos de concentración que el gobierno Daladier francés habilitó para el caso. Algunos de los militares se vieron inmersos como combatientes en la inminente Segunda Guerra Mundial. Otros, los más, marcharon a Hispanoamérica, que se benefició de un elenco intelectual y artístico formado en su mayor parte por las instituciones derivadas del Krausismo, la Institución Libre de Enseñanza, la Junta para la Ampliación de Estudios, la Residencia de Estudiantes, el Centro de Estudios Históricos, el Instituto-Escuela y el Museo Pedagógico Nacional, entre otras. Esta fuga de cerebros emprobreció la vida cultural de la posguerra española y enriqueció en cambio la de los países de acogida: Argentina, México (gracias al apoyo del presidente Lázaro Cárdenas) y Estados Unidos entre otros. Más de quinientos médicos fueron a parar a México. La generación del 14, la generación del 27 y las Vanguardias históricas emigraron en su mayoría a otras tierras. Algunos llamaron a esto trastierro o destierro. Biólogos como Severo Ochoa o Enrique Rioja Lo Blanco, físicos como Arturo Duperier Vallesa o Blas Cabrera, químicos como Enrique Moles, matemáticos como Enrique González Jiménez, Ricardo Vinós Santos o Lorenzo Alcaraz, astrónomos como Pedro Carrasco Gorronera o Marcelo Santaló, oceanógrafos como Odón de Buen, escritores como Manuel Azaña, Max Aub, Ramón J. Sender, Arturo Barea, Manuel Andújar, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Paulino Massip, cineastas como Luis Buñuel, artistas como Óscar Domínguez o Pablo Ruiz Picasso, historiadores como Claudio Sánchez Albornoz, filólogos como Tomás Navarro Tomás, pedagogos como José Castillejo o Lorenzo Luzuriaga, filósofos como Juan David García Bacca, entre muchos otros a que no puesde bastar cuenta cierta, no pudieron regresar a su tierra o lo hicieron ya muy viejos, con la restauración de la democracia. No menos dura, y quizá mucho más, fue la supervivencia de aquellos que optaron por quedarse y fueron represaliados, como Antonio Rodríguez Moñino, o vivieron amordazados en una especie de exilio interior, como Juan Gil-Albert o Vicente Aleixandre.
[editar] Bibliografía
- José Luis Abellán, De la guerra civil al exilio republicano (1936-1977), Editorial Mezquita, Madrid 1983.
- Varios autores, Los refugiados españoles y la cultura mexicana, Residencia de Estudiantes. Colegio de México 2002.
- Ramón López Barrantes, Mi exilio, G. del Toro Editor, Madrid 1974.
- José Manuel Sánchez Ron, Cincel, martillo y piedra, Taurus, Madrid 1999.
- Diversos autores, El exilio español en México, Ediciones del Fondo de Cultura Económica, México 1999.