Gusano de Guinea
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El gusano de Guinea (dracunculus medinensis), también llamado gusano de Medina (filaria medinensis), es un agente parasitario causante de la Dracunculiasis o Dracontosis, enfermedad dolorosa y deformante, causante de llagas ulcerosas en la piel. Es muy abundante en África del norte y ecuatorial, Arabia, Oriente Medio y buena parte de Asia. La dracunculiasis es una parasitosis en la cual los gusanos, con una talla media de un metro de largo y el grosor de un hilo de coser, se alojan en el individuo infectado y migran luego por todo el cuerpo para emerger finalmente por las extremidades del infectado. La infección se hace por ingestión de agua contaminada, tanto procedente de estanques como de afloramientos superficiales. Así pues, en las enfermedades con base en el agua los causantes son organismos acuáticos que pasan parte de su ciclo vital en el agua y otra como parásitos de animales. Estos organismos pueden prosperar tanto en aguas contaminadas como no contaminadas.
Las larvas del gusano de Guinea viven en diminutos crustáceos -o copépodos- conocidos como pulgas de agua. Estos crustáceos son los vectores animales intermediarios de los que los parásitos en forma de gusanos se valen para prosperar, y luego infectar directamente al hombre penetrando a través de la piel o al ser tragados por este. Al ingerir un ser humano esos crustáceos, el sistema digestivo los destruye pero las larvas del gusano sobreviven y atraviesan la pared intestinal.
Los gusanos macho mueren tras aparearse dentro del huésped, sin embargo las hembras -pudiendo llegar a medir hasta 4 metros- crecen en un promedio de 2 centímetros por semana. Transcurrido más o menos un año, el gusano asomará la cabeza por un orificio que abre en las piernas o brazos del portador, provocando un dolor paralizante.
La dracunculosis no tiene vacuna ni cura, de ahí el importante rol de la prevención. Es imposible desarrollar inmunidad hacia ella; durante milenios el gusano de Guinea ha sido un azote para la humanidad, principalmente para los países menos desarrollados, ya que carecen de suministro de agua potable o de sistemas de filtración del agua disponible.
Una vez el parásito ha perforado la piel del individuo, lo mejor que se puede hacer con él es extraerlo; sin embargo, esto no puede hacerse de golpe, pues de romperse el gusano, daría lugar a una reacción de tipo Th2 (similar a las reacciones alérgicas), que produciría un shock anafiláctico y la muerte. Es por ello por lo que se suele enrollar el extremo del gusano alrededor de un palito, y continuar enrollándolo hasta extraerlo completamente. Se dice que este tratamiento puede ser el origen de las leyenda de las serpientes que atacan a Moisés y a su pueblo durante el Éxodo (y que se ataja con unos bastones), así como de la serpiente enrollada en un bastón que portaba Asclepio (símbolo posteriormente de la OMS -Organización Mundial de la Salud-).
[editar] En la actualidad
Recientemente (2006), a pesar de contemplarse su desaparición, siguen habiendo numerosos casos por resolver cada vez más difícil. Para detener esta enfermedad es necesario que las aldeas endémicas -principalmente ubicadas en África- dispongan de agua filtrada o de un suministro de agua potable.
Gracias a programas de erradicación, la dracontosis se está convirtiendo en un mal pasado para muchos países africanos. Según informes de la OMS, se redujo un 98% la incidencia anual de la enfermedad en el continente africano, entre los años 1989 y 2000. El número de casos cayó de 883.640 por año a solo 20.200. La cantidad de aldeas endémicamente afectadas también se redujo de 25.609 a 4132 en 2000. Chad, Senegal, Kenia y Camerun lograron detener la transmisión local de la enfermedad.