Jaén de Bracamoros
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Historia
Jaen de Bracamoros
De Juan Porcel de Padilla... Hasta nuestros días Pedro Casañas Llagostera. De la revista "Senda de los, Huertos" Jaén - España.
La informnación que brindamos está contenida en la exhaustiva obra "Jaén de Bracamoros", debido a la adinirable capacidad y tenacidad investigadora del P. José Martín Cuesta, S.J.
En la expedición que hizo Hernando de Soto) por orden de Pizarro, en octubre de 1532, para averiguar las fuerzas que contaba Atahualpa; conocieron la existencia de los indios Bracamoros. En 1535 Pizarro envía al capitán Juan Porcel de Padilla, natural de Jerez de la Frontera, a la conquista de los indios Bracamoros, juntamente con Juan de Vergara "El Flamenco", natural de Las Vascongadas, el primero en la parte meridional (Piura, Huacabamba, Chirinos, Pericos, Santa Rosa) y el segundo en la septentrional (Chachapoyas, Rodríguez de Mendoza, Bagua).
La denominación Bracamoro o Pucamoro, es una corrupción de las palabras quechuas: Puka rojo y Muro pintado. (pintados de rojo). Porcel en 1536 inicia la conquista y las fundaciones. En un lugar llamado Buchaon, funda el núcleo de este reyrio con el nombre de Jerez de la Frontera, en honor a su tierra natal, frente a la desembocadura del río Chuquimayo (hoy Chinchipe) en el Marañón. La conquista del territorio de los Bracamoros fue interrumpida apenas niciada. Hernando Pizarro llarró a Porcel para aplacar el levantamiento de Manco Inca. Fue notoria la ayuda de Porcel y el Virrey Baca de Castro le autoriza proseguir con la conquista, comenzando prácticamente de nuevo en el año 1542, trasladando el emplazamiento hasta el lugar de Yurarnarca. Cuando terminaba la construcción de la iglesia y Casa del Cabildo, fue requerido por el Virrey, Blasco Núñez de Vela, para develar la intestina lucha de Gonzalo Pizarro, interrumpiendo nuevamente la conquista. Cuando. Porcel llega a Lima, el Virrey había sido depuesto, obligándole las circunstancias a luchar a favor de Pizarro.
Por los servicios destacados a S.M. Porcel se hace acreedor a las fundaciones en los Bracamoros por el licenciado Pedro de La Gasca, presidente de la Audiencia de Quito. En 1548 es Fue notoria la ayuda de Porcel y el Virrey Baca de Castro le desposeído de esta inisión., nombrando La Gasca a Diego Palomino como su sustituto, quien tenía repartimentos en zonas limítrofes como Huancabamba y San Miguel de Piura de donde era vecino-fundador. Las circunstancias del cambio no son precisas ni justas. La Gasca dirige una carta al Consejo de Indias el 26 de noviembre de 1548 en la que justifica el cambio: "se debe a una desobediencia y haber desacatado un mandamiento de la justicia de Cusco que le envió para que entregase a un alguacil ciertos indios. Se le toma preso y se le quita la conquista de los Bracamoros".
El motivo principal de esta deposición fue la adhesión de Porcel a Gonzalo Pizarro, conocida por La Gasca, y el gran interés de Palornino por este repartirniento que córnodamente lo podía conllevar junto a los que tenía en San Miguel de Piura y Huancabamba. Este cambio trajo consecuencias funestas especialmente para, los Bracamoros, quienes al parecer ya convivían con las huestes de Juan de Porcel, reiniciando una secrie de rebeliones contra el nuevo conquistador. El 3 de octubre de 1548, La Gasca le da la conquista de los Bracamoros que la tenía Porcel. Dándole poder par que hiciese repartimientos en tos de todo lo que pacificase.
El capitán Diego Palomino fue natural de Jaén-España, soldado de Pizarro llegando al Perú por los años 1529 o 1530 junto a Melchor y Alonso Palomino, sus hermanos. Con la encomienda de La Gasca, el 17 de abril de 1549 estuvo en el lugar de los Bracamoros, conquista de Porcel de padilla. La labor de Palomino no fue ni grande ni reconocida, pues Porcel ya lo había hecho casi todo y su dorninio fue cómodo, salvo las escaramuzas propias de los dominados ante el abuso de los conquistadores. A Palomino no se le ocurrió hacer más que echar borrón y cuenta nueva. La Nueva Jerez de la Frontera ya tenía cabildo, iglesia, todo trabajo de Porcel. Palomino cometió el error Histórico de cambiarle el nombre Por Jaén a secas, posterioririente y por añadidura quedaría corno el definitivo "Jaén de los Bracamoros". De esta etapa quedan testimonios en cartas fimadas Por cuatro regidores: Francisco Zerón, Juan de Gallegos, Juan de Salcedo y Martín de Serrucho, además del escribano de dicho cabildo Gaspar Hernández.
Prueba de que Palomino no hizo casi nada relevante es el mapa que confecciona, en su "Relación de provincias que hay en el Chuquimayo" que envía en el mes de abril de 1549), donde figuraba la ubicación de la iglesia y el cabildo.
En conclusión se puede definir que el verdadero conquistador de Jaén fue Júan Porcel de Padilla, más no el capitán Diego Palomino que injustamente figura en la historia.
Se le reconoce su preparación y destreza como soldado y sus conocirnicntos de Geografia, así como su preocupación por la evangelización de sus territorios, fundó en Jaén el convento de religiosos mercedarios (1586). De sus narraciones se conocen el tipo de viviendas de ese entonces, la forma y costumbres de sus convivencias, la extraordinaria dote de cazadores y nadadores de los Bracamoros.
El primer lugar de ubicación de la ciudad de Jaén de Bracamoros, fue el sitio llamado "Silla de los Patacones" ( 1,300 a 1,400 msnmi) a cuatro Kilómetros de la confluencia del río Chinchipe (antes Chuquimayo) con el Marañón. En el año 1606 se trasladó a Tomependa, orillas del Chinchipe. En estos tiempos la población bajó de los ocho mil habitantes a sólo ciento veintidós españoles y mil quinientos indios; y sujeta ya a la Audiencia de Quito.
A inicios del siglo XIX, en el mes de marzo de 1802, un buen número de vecinos de Jaén de Bracamoros comparecieron ante el Gobernador, José Ignacio Checa, solicitando la autorización para el traslado de la ciudad, a un nuevo eniplazamiento a 71 Km. al occidente, más cercano a la costa y más céntrico para los otros pueblos de la provincia. Por irreparables perjuicios experimentados en esa región..." hacia el definitivo sitio llamado "Amojú" (antiguo nombre del río que hoy cruza nuestra ciudad).
El Gobernador toma las declaraciones de seis testigos de la comarca: Pascual Dávila, comandante de Milicias en el Regimiento de Caballería de la provincia de Chachapoyas; Eduardo Bravo, Teniente de Milicias; Pedro Alvarado vecino de Tomependa; Esteban Ortiz, vecino de Pimpincos; Manuel Gutiérrez , vecino y nativo de Jaén y José Marcelo de Rioja, vecino también de Jaén, Fue decisiva para este traslado, la declaración del párroco de Jaén Alejandro Crespo y Casaus. Después del engorroso trámite legal, finalmente el 2 de Octubre de 1805 tuvo lugar la ceremonia de la posesión del sitio de Quintana, al día siguiente 03 de octubre se hizo el reparto de los solares a todo el vecindario, levantándose la correspondiente acta, que suscribieron: Don José Ignacio Checa. Gobernador de la provincia de Jaén de Bracamoros. Dr. D. Alejandro Crespo y Casaus, cura y vicario de la ciudad. Don Francisco Viteri, Teniente de la población de Jaén.
El traslado de la ciudad de Tomependa a Quintana de Amojú fue relativamente fácil, más no el traslado de la parroquia e iglesia. En lo civil Jaén dependía de la Real Audiencia de Quito y en lo eclesiástico de la Diócesis de Trujillo, de la que era Obispo el Dr. José Carrión y Marfil, el que se opuso en cierta manera a la petición de Alejandro Crespo y Casaus, pasando así hasta 1807 y no llegaba la autorización. Alejandro Crespo celebró misas en la nueva ciudad y le costó la excomunión que impone la Sinodal, máxirna censura eclesiástica para un sacerdote.
Este valiente cura, recluido fuera de su ciudad y doliente de graves enfermedades Antonio Crespo recibió la absolución a su castigo y la autorización para el traslado de su iglesia, en febrero de 1808. Después de la independencia sería elegido como primer diputado de la provincia de Jaén para el Congreso Constituyente convocado por San Martín.
Mucho camino anduvo esta pujante ciudad, el espacio es corto para consignar los momentos trascendentes de su historia, los nombres de los que la hicieron ilustre y de sus hijos predilectos y ninguneados muchas veces, pero allí está, inquieta, siempre floreciente, amada y amante, cobijadora y solidaria, por siempre por la esperanza de que sus hijos hagan lo mejor para los que vienen: la notable, rica y muy ponderada Jaén de Bracamoros.