La princesa y el guisante
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La princesa y el guisante es un cuento de hadas obra del popular escritor danés Hans Christian Andersen y a diferencia de otros cuentos suyos como El soldadito de plomo (donde los protagonistas son quedados) o La vendedora de fósforos (que muere de frío) La princesa y el guisante tiene un final feliz.
[editar] Argumento
Todo comienza en un reino con un príncipe heredero soltero y necesitado de una princesa con la que casar.
Como en otros cuentos de hadas las mujeres tiene un papel preponderante, pero en esta ocasión son las auténticas protagonistas y no un complemento de la obra. En este caso la reina presenta al hijo varias candidatas y a todas las somete a una prueba para comprobar si realmente son de sangre real (llevando así a su extremo la Ley sálica). Para saber si realmente tiene la sangre azul la madre las invita a dormir en una cama con varios colchones (algunas publicaciones dan un número de 20) y bajo los cuales ha colocado un guisante. Sólo aquellas que notan la hortaliza bajo los mullidos colchones son realmente aptas para su hijo.
No es necesario decir que ninguna lo logra hasta que una noche aparece la única supervivente de un naufragio (algo muy común en un pueblo marinero como el danés) que llega al castillo empepada, agotada y tiritando. Siguiendo la tradición hospitalaria de los castillos, como la presentada por Walter Scott en Ivanhoe, la muchacha es aceptada y atendida. Después de cenar la madre manda preparar una habitación con la misma prueba del guisante.
A la mañana siguiente la muchacha aparece con grandes ojeras y fatigada. La reina le pregunta por la cama y ella responde que tenía algo que no la dejaba dormir y que probablemente le ha llenado la espalda de cardenales, demostrando así, se la esposa idónea para su hijo.
[editar] Interpretaciones del cuento
La primera interpretación que siempre se ha hecho muestra a la sangre real como excesivamente refinada y muy poco resistente. Dando la idea de que los reyes no son capaces de adaptarse a circunstancias (en este caso un simple guisante) que otras personas ignorarían sin problemas, disfrutando de la situación plácidamente, pues las demás muchachas del cuento duermen sin problemas.
Frente a esta visión aparece otro del todo opuesta. Al final, la persona elegida para ser futura reina era una mujer lo bastate valiente para sobreponerse al viento y al naufragio, la bastante fuerte como para imponerse al mar Báltico, con la bastante sangre real para no dejar de notar el guisante y lo bastante educada para no quejarse hasta ser preguntada.