Luca Giordano
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Luca Giordano (Nápoles ,Italia, 1634-1705). Pintor barroco italiano. En España fue también conocido como Lucas Jordán, por la castellanización del nombre.
Aunque hijo de un modesto pintor, la amistad con José de Ribera marcaría su vida. Luca empezó a temprana edad a trabajar con Ribera, y debido a la gran influencia del artista español y a los numerosos viajes por Roma, Venecia y otras ciudades, en busca de un mayor conocimiento de las diferentes técnicas de la época, se convierte en uno de los mejores artistas del barroco.
A los veinte años realiza una serie de lienzos para la iglesia de San Pietro Ad Aram en el que plasma su maestría y también el influjo de Ribera. A partir de esos años, su prestigio crece y recibe encargos de importancia para diversas iglesias italianas e incluso españolas.
Su actividad, bastante prolífica, y su velocidad al pintar lleva a que sea calificado como fa presto. El influjo de Ribera se manifiesta en la composición y en la iluminación tenebrista, pero con un empleo del color diferente, llegando incluso a hacer imitaciones por encargo del estilo de Ribera.
Hacia 1670, debido a su actividad incesante en frescos de numerosos monasterios e iglesias y a los numerosos encargos españoles de obras pictóricas, el rey Carlos II le encarga pintar los frescos del Real Monasterio de El Escorial.
En 1692 llega a España, donde permanecerá durante una década. La libertad, inventiva y la técnica de Giordano fueron una de las causas del éxito de los frescos de El Escorial. A esta obra siguieron otras de gran importancia como El Palacio del Buen Retiro, la Iglesia de Atocha y la sacristía de la Catedral de Toledo, además de numerosas obras en lienzos para la corte y el clero.
Debido a la muerte de Carlos II y a la difícil situación durante la época de Felipe V, decide volver a Italia, donde fallecería tres años después.
Tras su muerte fue desacreditado con dureza por artistas y críticos, que le consideraban responsable de la decadencia de la pintura tras los años esplendorosos de España. El nuevo interés que suscita, a principios del siglo XX, la época barroca contribuyen decisivamente a la revalorización del pintor italiano.
Entre otros lugares destaca la colección de pinturas existente en el Convento de Carmelitas de Peñaranda de Bracamonte y la del Monasterio de Guadalupe en Cáceres.