Martina Chapanay
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Martina Chapanay, hija de un cacique toba y una cautiva blanca, nació en las Lagunas de Guanacache (Argentina) en 1811 y murió en 1887. Martina fue oficial del ejército libertador comandado por el General José de San Martín, y se distinguió también por haber vengado la muerte del caudillo riojano Ángel “El Chacho” Peñaloza. El pueblo la adora porque como otros “Robin Hoods” criollos, la mujer compartía el fruto de sus robos con los más humildes (en el sitio web [1], se puede bajar la novela digital “La Chapanay”, escrita por Pedro Echagüe (1828-1889) en 1884.).
La tumba de Martina Chapanay continúa reuniendo a cientos de devotos en el pueblo sanjuanino de Mogna. Su padre fue Juan Chapanay, un cacique toba que se refugió entre los indios huarpes, en el actual Departamento de Lavalle, Mendoza. La zona es ahora un desierto, pero en el siglo pasado las aguas del río Mendoza y del Desaguadero creaban las llamadas Lagunas de Guanacache. La construcción de una represa cerca de la ciudad de Mendoza provocó la sequía de las lagunas, y actualmente los huarpes obtienen el agua de pozos muy profundos, ya que los superficiales están contaminados con agua salada. La supervivencia de estos se basa principalmente en la cría de cabras, la utilización de los frutos del algarrobo, un arbol típico de la zona, y la venta de artesanías en el Mercado Artesanal, que se encuentra al lado de la oficina de turismo de la ciudad capital. Pero volvamos a la historia de Martina. Su madre era una cautiva blanca llamada Teodora, que crió a la hija con dedicación, tal es así que la casa de Martina se transformó en escuela para los níños del lugar. Cuando era adolescente, Martina se destacaba por sus actitudes de jinete y cuchillera, su habilidad para hacer galopar burros en los arenales, pialar terneros, cazar animales y nadar como un pez. Cuando murió su madre, su padre la entregó a Clara Sánchez, de la ciudad de San Juan, que la educó con rigor. Sin embargo, Martina logró escapar, encerrando a toda la familia en la casa.
A partir de ese momento, Martina vivió con los huarpes y se transformó en ladrona y asaltante de caminos, repartiendo lo que robaba entre los más pobres. Luego convivió con Cruz Cuero, un bandido, y junto a él formaron una banda que asoló la región por años, e incluso atacaron la Iglesia de la virgen de Loreto en la provincia de Santiago del Estero. Esta relación con Cruz terminó en una tragedia ya que Martina se enamoró de un joven extranjero que secuestraron; Cruz golpeó a Martina y mató al joven de un balazo, pero Martina mató a Cruz con una lanza y quedo come jefa de la banda. Sucesivamente, Martina se unió con sus secuaces al caudillo Facundo Quiroga, y combatió en el Ejército de los Andes, comandado por José de San Martín, hasta terminar la guerra de la independencia. Martina continuó luego luchando al lado de los caudillos Quiroga y Peñaloza, hasta que le ofrecieron el indulto y un cargo de sargento mayor en la policía de San Juan. En ese cuepro militar se encontraba el oficial que había matado a Peñaloza por la espalda, y Martina lo retó a duelo; este duelo no tuvo lugar porque el oficial se descompuso por el miedo y pidió la baja. Se cuenta que otro oficial sanmartiniano, el cura Elacio Bustillos, cubrió la tumba de Martina con una laja blanca, sin ninguna inscripción, ya que “todos saben quién esta allí”.
El cantate León Gieco, con la colaboración del historiador y ensayista Hugo Chumbita, publicó en el 2001 el CD “Bandidos rurales” que contiene un tema del mismo nombre. y donde menciona a Martina Chapanay.