Masacre de Atenco
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Los días 3 y 4 de mayo de 2006, la Comisión Sexta del EZLN tenía programado reunirse por la mañana con grupos de sexodisidencia, trabajadoras y trabajadores sexuales y luchadores sociales por vivienda digna, en la Alameda Central de la Ciudad de México; evento que sirvió de marco para denunciar la discriminación que aún prevalece respecto a lesbianas, homosexuales, bisexuales, travestis, transexuales y poliamorosos al interior de la misma Otra Campaña; el acoso y la burla por parte de funcionarios públicos locales y federales a trabajadoras y trabajadores sexuales, que se agrava si son seropositivos, y la privatización del Centro Histórico de la Ciudad de México por parte del gobierno local de izquierda, a favor del empresario Carlos Slim Helú, principal promotor del Pacto Chapultepec.
Después visitaría el mercado de La Merced y el barrio de Tepito, donde retomaría las luchas de resistencia del pequeño y mediano comercio frente a las grandes transnacionales de hipermercados y tiendas departamentales. Para terminar con un mitin en la histórica Plaza de las Tres Culturas. Sin embargo, desde la mañana ya se tenían noticias de un desalojo de floricultores adherentes en Texcoco, que derivó en la toma de una carretera federal y cruentos enfrentamientos entre ejidatarios de San Salvador Atenco, integrantes del FPDT y también adherentes, con agentes de la Agencia de Seguridad Estatal mexiquense.
Así, tras las intervenciones de algunas y algunos oradores en Tlatelolco, el Subcomandante Marcos tomó el micrófono para cedérselo a América del Valle, hija de Ignacio del Valle y Trinidad Ramírez, líderes morales del FPDT, quien además de expresar su indignación comunicó a las más de 2 mil personas reunidas en la Plaza de las Tres Culturas que se tenía la noticia de que había fallecido un menor a causa de los enfrentamientos, para ese momento suscitándose ya en San Salvador Atenco.[1]
Luego, el líder insurgente declaró estado de alerta roja para el EZLN y el cierre de los caracoles zapatistas; así como la suspensión del recorrido de la Comisión Sexta (que al día siguiente tenía pendiente una reunión con indígenas de la Ciudad de México para encaminarse después a los estados mexicanos del norte), convocando a su vez a la realización de acciones de dislocación en punto de las ocho de la mañana.
Los acontecimientos del día siguiente significarían un giro de 360 grados en la dinámica que había estado llevando La Otra Campaña. Las empresas privadas de televisión, principales beneficiadas por las recientes reformas legales en materia de telecomunicaciones, pusieron a disposición de su teleauditorio algunas imágenes de los enfrentamientos evidenciando a los jefes policiacos en su “ineptitud para imponer el orden”. La estrategia mediática terminó por azuzar al gabinete de seguridad del estado, integrado por Humberto Benítez Treviño, secretario de Gobierno del Estado de México; Wilfrido Robledo Madrid, comisionado de la Agencia de Seguridad Estatal (ASE), y Ardelio Vargas Fosado, jefe del Estado Mayor de la Policía Federal Preventiva (PFP); quienes por órdenes de Eduardo Medina Mora, secretario federal de Seguridad Pública, y del gobernador del estado, Enrique Peña Nieto, diseñaron el operativo de represalia y avanzaron sobre el pueblo de Atenco en formación militar.
El pretexto sería el rescate de algunos elementos de las corporaciones estatales y federales que estaban retenidos por los pobladores; pero que, en el caso de los heridos, recibían atención médica por parte de los atenquenses. El supuesto rescate incluyó, sin embargo, el arresto de centenares de personas, miembros de diversas organizaciones, grupos y colectivos sociales y políticos, así como trabajadores de medios libres, alternativos e independientes de comunicación, que la víspera habían llegado a San Salvador Atenco para ofrecer apoyo mediático, moral, médico y legal a los pobladores. En total, el número de detenidos, heridos, desaparecidos y muertos a causa de los actos de represión del 3 y 4 de mayo alcanzó las 290 personas. Entre ellas se cuentan lo mismo integrantes del FPDT que de otras organizaciones sindicales, políticas y sociales, como el FPR, el STRM, la Unión de Juristas de México, JRA, el MUT, el FUNTAJPIMSS, el POS; instituciones de educación superior, como la Universidad Autónoma de Chapingo, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; colectivos como Colmena, Radio Pacheco, Video Reforma, Zona Rosa, José de Molina, Machetearte, Centro de Medios Libres, y organismos no gubernamentales, como la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos; entre otros. Aún así, para el contralmirante y ex director del Cisen, Wilfrido Robledo Madrid, el operativo resultó “limpio”.[2]
En algunos estados y en el Distrito Federal se llevaron a cabo bloqueos de calles y carreteras, marchas y paros intermitentes de labores en facultades y escuelas hacia la primera parte del día, y, por la tarde, lo que originalmente se había convocado como una reunión de la Coordinadora Regional de la Otra Campaña en el Centro de la Ciudad de México, se convirtió en una asamblea metropolitana a la que acudieron adherentes del Estado de México y otras entidades federativas, como Puebla, Durango, Michoacán, Veracruz, Guanajuato, Quintana Roo, Chiapas e Hidalgo.
Allí, algunas personas que habían conseguido escapar del cerco policiaco-militar en San Salvador Atenco dieron cuenta de los detalles de la represión donde, entre lo más indignante, se encontrarían las violaciones multitudinarias a la mayoría de las mujeres (cuatro de las cuales eran extranjeras y junto con un joven fueron deportadas a sus países de origen [3]) y el caso de Ollin Alexis Benhumea Hernández, de 20 años de edad, quien tras más de un mes en estado de coma luego de ser impactado por un proyectil tipo Spede-Heat Cn [4], perdería la vida.
[editar] Ollin Alexis
La muerte de Ollin Alexis, junto con las violaciones en el contexto de tortura por asuntos políticos contra las mujeres detenidas en Texcoco y San Salvador Atenco, vendría a constituirse uno de los acontecimientos más determinantes en el curso de La Otra Campaña, porque una vez más se daba cuenta del carácter de ésta por el grueso de sus integrantes: mujeres y jóvenes, además de indígenas; y una vez más estos eran el objetivo de la represión del Estado mexicano. Alexis cursaba el cuarto semestre de economía y había iniciado sus estudios en matemáticas, hablaba algo de ruso y llevaba poco más de diez años bailando danza clásica. Estaba en la Plaza de las Tres Culturas junto con su padre, Ángel Benhumea, cuando se enteró que la policía había emprendido una escalada militar en San Salvador Atenco que había costado ya la vida de Javier Cortés y decidió, como muchas y muchos otros, trasladarse allá para llegar alrededor de la media noche. Como hombre de danza y como universitario; es decir, artista, inteligente y sensible; Alexis optó por no quedarse de brazos cruzados y sumarse a la gente que nunca imaginó que el terrorismo de Estado, eufemísticamente llamado Estado de Derecho, le cobraría la osadía de anteponer su dignidad a su comodidad.
El impacto de la lata de gas lacrimógeno le provocaría doble fractura craneal y exposición de masa encefálica a lo largo de las más de diez horas que permaneció sin atención médica porque los "guardianes del orden" no permitieron que entrara ambulancia alguna y detuvieron al único médico que tuvo la valentía de arriesgarse a salir por ayuda.[5] Aún así, Alexis aguantó a ser trasladado a un hospital de la Ciudad de México, donde se le diagnosticó muerte cerebral. En la prensa nacional el fallecimiento de Alexis pasó desapercibido, los medios de comunicación prefirieron dedicar cientos de minutos y recursos humanos para cubrir el deceso del papá del portero de la selección mexicana de futbol o para dar cuenta del supuesto enojo de féminas y uno que otro locutor de radio derivado de las afirmaciones del cantante Tiziano Ferro respecto a que las mujeres mexicanas son "feas y bigotonas". En un artículo con motivo de la muerte de Alexis, Sebastián López, adherente de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona escribiría: "Así están las cosas en este país, donde es más importante el melodrama que la justicia, la razón abre paso al chisme banquetero y la rebeldía se viste con minifaldas escocesas para goce de ‘gobernadores preciosos’ y bichos de similar ralea.” [6]
[editar] "Todos somos Atenco"
El 5 de mayo, José Antonio Villanueva Lira, jefe de la subsección del servicio militar nacional de la Armada de México, declararía en el marco de la ceremonia de jura de bandera de 150 jóvenes conscriptos, que “los recientes acontecimientos de violencia y enfrentamiento entre actores sociales y autoridades del gobierno son hechos aislados de gente protagonista que quiere figurar en los escenarios políticos y sociales”, y aseguró que los jóvenes preparados en la Armada “estarían listos” de ser requeridos por el Estado mexicano. Mientras tanto, alrededor de 2 mil personas se preparaban para romper pacíficamente el cerco policiaco-militar de San Salvador Atenco. Al frente, rodeado por una burbuja humana, iría el Subcomandante Marcos y, tras él en primer término, los contingentes de estudiantes de Chapingo, el IPN, la UNAM y la UAM.
Poco más de tres horas duraría el recorrido que terminó con un mitin frente al Auditorio Emiliano Zapata y que se vio coronado por los comunicados de Gloria Arenas y de América del Valle. La cereza en el pastel la pondría el mismo Marcos al mostrar algunos cartuchos vacíos calibre .38; “si revisan –invitaba el Delegado Zero- verán que son de la misma marca y el mismo calibre que usa la policía del Estado de México”. Como respuesta, el grito de “¡Asesinos! ¡Asesinos!” se iría haciendo unánime hasta retumbar en el centro de Atenco.
A partir de este momento La Otra Campaña tomaría un ritmo vertiginoso que se expresaría en reuniones sectoriales, asambleas plenarias de adherentes, movilizaciones, bloqueos, conciertos y toda una serie de acciones legales, tanto dentro como fuera del país, con el objetivo de demandar la liberación de las y los adherentes detenidos; de entre todas estas acciones destacaría el plantón de amigos y familiares de las y los presos a las afueras del Centro de Prevención y Readaptación Social de Santiaguito Tlalcilalcali, en Almoloya de Juárez, Estado de México; donde están recluidos la mayoría de las y los presos políticos de los días 3 y 4 de mayo.
En una carta del Delegado Zero a las y los demás adherentes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, el vocero zapatista expondría que en tanto Comisión Sexta del EZLN se valoraba que movilizaciones del 19 de mayo (que llamaría de dislocación) y la marcha del 28 de mayo (de concentración) demuestraban que La Otra Campaña pasaba, de ser sólo una propuesta a la que cada quien se adhería, a convertirse en una organización nacional con identidad propia; que ello dmostraba también que La Otra Campaña no dependía de la Comisión Sexta del EZLN ni del Subcomandante Insurgente Marcos.
"Con todo en contra (campaña desinformativa de medios, organización incipiente o nula, opinión pública en contra, entre otras cosas) -continúa el Delegado Zero- los miembros de La Otra en los distintos estados de la República Mexicana y de La Otra en el Otro Lado, organizados según su modo y tiempo, levantaron en apenas una semana una movilización nacional con un objetivo común: la liberación de los presos de Atenco. Lo único que tenían a favor era la convicción de una causa justa y la certeza de saberse parte de un movimiento nacional anticapitalista y de izquierda. Como localidades, subregiones, regiones y estados los adherentes se organizaron y cumplieron con el deber elemental que, como compañeros, tenemos: apoyarnos mutuamente [...] Todo esto indica (para los zapatistas) que La Otra ha pasado ya, en los hechos, a la etapa organizativa. Aunque siguen pendientes asuntos importantes de definición de su perfil, La Otra ya responde como una organización nacional (en los 32 estados), con ética (el no abandonar a los presos a su suerte), con moral alta (sobreponerse al terror que pretendió implantar la acción gubernamental en Atenco), y con capacidad de movilización autónoma e independiente (movilizaciones dislocadas y concentradas)".
Con un tono a veces emotivo, el vocero zapatista agregaría: "La respuesta agresiva de la clase política en su conjunto y del gran poder del dinero en contra de La Otra confirma que vamos por el camino correcto. Allá arriba nos ven como un enemigo y eso quiere decir que están definidas claramente nuestras características fundamentales: anticapitalista, de abajo y a la izquierda, y no electoral. Como Comisión Sexta del EZLN pensábamos que esto llegaría a ocurrir dentro de un buen tiempo. La acción represiva gubernamental contra La Otra en Atenco nos obligó a elegir entre dos opciones: O replegarnos o responder organizadamente. La Otra eligió la respuesta organizada y esto nos dio un perfil que de otra manera nos hubiera tomado más tiempo". Y concluiría: "Como Comisión Sexta del EZLN saludamos a todos los miembros de La Otra en México y en el Otro Lado y les hacemos saber el honor y orgullo que tenemos por ser sus compañeras y compañeros", y saludó las acciones solidarias que en todo el mundo realizaron "hombres, mujeres, niños y ancianos de otras culturas, colores, lenguas y modos". [7]
Por esas mismas fechas, Enrique Pineda, integrante de Jóvenes en Resistencia Alternativa, colectivo adherente a la sexta declaración zapatista, escribiría a modo de diálogo con el Delegado Zero: “Podríamos llenar varias páginas más de los cientos de acciones, festivales, conciertos, ferias, caravanas, conferencias, foros, entrevistas, radio bocinas, proyección de videos, exposiciones, bailes, fiestas, charlas, brigadeos, saloneos, mítines, bloqueos, de cientos de actividades que buscan llegar a los de abajo y que se han hecho con la creatividad de las organizaciones de La Otra Campaña, de manera autónoma y descentralizada, además de las movilizaciones centrales. Esto sucede en La Otra Campaña porque La Otra es un movimiento, no organizaciones con acuerdos de unidad, ni dirigencias progresistas o politizadas. La Otra es un movimiento vivo, no corporativo, que intenta expresarse por múltiples e insospechadas vías. Otra política murmura en La Otra Campaña.
"En los espacios de coordinación -sigue Pineda-, especialmente en los que son descentralizados hay una búsqueda constante de la horizontalidad, una crítica permanente a la jerarquía y la verticalidad. Se nombran voceros que son rotativos. Se critica la centralización, el protagonismo e incluso la centralidad del EZLN, más por la incapacidad del resto de las organizaciones de La Otra Campaña por no tener una voz propia. Los espacios buscan acuerdos por consensos, y mantienen una actividad intensa en muchos espacios de coordinación no centrales. Las fortalezas de La Otra Campaña son el enorme proceso de reflexión popular sobre el sistema que generó el recorrido, la enorme diversidad y potencialidad de quienes participan en la iniciativa y la creatividad, análisis e imaginación de los mismos. Pero no es suficiente. La Otra Campaña adolece de múltiples límites y contradicciones, como cualquier proceso social, pero que pueden ser heridas de muerte si no sabemos construir entre todos, en efecto, una nueva forma de hacer política.[8]
Los actos de represión no sólo significaron una dinámica distinta en cuanto lo organizativo al interior de La Otra Campaña. También repercutieron en la estrategia mediática de la Comisión Sexta del EZLN al grado que el Delegado Zero, luego de cinco meses de no conceder entrevista alguna, estuvo con Carlos Loret de Mola y Carmen Aristegui para noticieros de las empresas Televisa y CNN en Español, respectivamente; al tiempo que aceptaba conversar con Hermann Bellinghausen, periodista del diario nacional La Jornada y Javier Solórzano, de Radio 13; así como con Jesús Quintero, llamado El Loco de la Colina, de TVE (Televisión Española).
Unos días antes, en San Pedro Atlapulco, Estado de México, se llevaría a cabo la cuarta edición del Congreso Nacional Indígena (CNI) con la Declaración de N’Donhuani, manifestando que los pueblos indígenas nahua, zapoteca, wixárika, mazahua, amuzgo, cuicateco, kumiai, kikapu, purhépecha, tlahuica, chocholteco, chinanteco, ñu saavi, hñahñu, tenek, maya, totonaco, mayo, tlapaneco, coca, trique, tepehua, rarámuri, ch’ol, tzeltal, guachichil chichimeca, zoque, matlatzinca, mixe y popolucas de veinticinco estados del país seguirían ejerciendo su autonomía en los hechos, ratificaban la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, reivindicaban La Otra Campaña “como un espacio de articulación de las luchas indígenas con los otros sectores que se mantienen en resistencia contra el modelo neoliberal y su política de exterminio”; exigían la liberación de todos los presos políticos del país, en particular de los aprehendidos en San Salvador Atenco y Texcoco, al tiempo que repudiaban las violaciones a las mujeres detenidas también en Atenco; llamaban al fortalecimiento del CNI y a todos los pueblos, comunidades y organizaciones indígenas, así como a todos los sectores oprimidos, a conformar un frente amplio anticapitalista para impulsar un proceso que condujera hacia una nueva constitución y otra forma de gobierno “que permita el reconocimiento de nuestros derechos y una sociedad justa, libre y democrática”.