Osificación endocondral
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La osificación endocondral es el proceso que se da en el feto cuando desarrolla los huesos largos y cortos, concretamente en el esqueleto apendicular, axial y en la base del cráneo.
Para poder llevarlo a cabo se necesita un molde previo de tejido cartilaginoso hialino, que adopta una forma similar a la que tendrá el hueso final, y que esta recubierta de pericondrio (capa de tejido conectivo denso que envuelve al cartílago, excepto en la superficie de las articulaciones). Por ello también se puede llamar a este proceso osificación intracartilaginosa.
Las partes principales de las que consta el hueso, son diafisis (parte central), metafisis y epífisis (extremos).
En concreto, en los huesos largos a partir de la séptima semana se inicia la osificación, observando en el centro de la futura diáfisis la formación del centro primario de osificación. Se constituye en dos fases, la primera de ellas, implica una hipertrofia de los condrocitos, junto con acumulación de cartílago, se reduce la matriz cartilaginosa y se mineraliza (por liberación de grandes cantidades de calcio) y por último hay muerte de los condrocitos (la calcificación impide la llegada de nutrientes a las células).
En la segunda fase, se produce invasión de capilares sanguíneos y de células osteogénicas, que ocupan los lugares en los que estaban antes los condrocitos. Posteriormente, las células progenitoras se diferencian a osteoblastos, siendo éstos los que secretan la matriz ósea, sobre los tabiques del cartílago calcificado previamente. Así, las primeras trabéculas óseas tienen un eje central de cartílago recubierto por hueso.
A medida que pasa el tiempo, se produce una migración de las células hacia los extremos generando lo que se denomina cartílago de crecimiento, que es una frontera de alta actividad celular y por lo tanto hay crecimiento longitudinal del hueso. También se produce un pequeño crecimiento en grosor.
El siguiente paso, es la generación de centros de osificación secundarios en el cartílago que constituirán las futuras epífisis. El desarrollo de estos centros secundarios, denominados placas de crecimiento o epifisarias, se da del interior hacia el exterior. Se produce en la época perinatal, en la que las diafisis de los huesos largos principales ya están formadas, estableciendo el tejido óseo compacto, mientras que en las epífisis se formará el tejido óseo esponjoso. Además no se transforma el pericondrio en periostio.
El hueso esponjoso, posee láminas intersticiales que están dispuestas irregularmente y que habitualmente se denominan trabéculas, dejando espacios en los que se aloja la médula ósea roja. Se localizan en este tejido, lagunas con osteocitos y vasos sanguíneos que penetran directamente y por ello facilitan el intercambio de nutrientes con estas células. Pero a diferencia del hueso compacto no posee Sistema de Havers.
El hueso compacto lo encontramos en la diáfisis de los huesos largos y además es la parte externa de todos los huesos del cuerpo aportando soporte y protección. Están formados por un sistema de anillos concéntricos que se distribuyen longitudinalmente a lo largo del hueso y que se denominan canales de Havers. Conectan con los canales de Volkmann, que perforan el periostio; esto es necesario para que los vasos sanguíneos, linfáticos y los nervios se extiendan por el interior del hueso. También encontramos lagunas y calcóforos en los que se sitúan los osteocitos. Todo el conjunto forma un osteón o sistema de Havers.