Parroquia (religión)
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- Para otros usos de este término, véase Parroquia.
La parroquia, (del griego paroikos, habitar cerca), es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del obispo diocesano, se encomienda a un párroco, como su pastor propio’ (CIC can. 515, 1). Es el lugar donde todos los fieles pueden reunirse para la celebración dominical de la Eucaristía. La parroquia inicia al pueblo cristiano en la expresión ordinaria de la vida litúrgica, le congrega en esta celebración; le enseña la doctrina salvífica de Cristo. Practica la caridad del Señor en obras buenas y fraternas:
No puedes orar en casa como en la iglesia, donde son muchos los reunidos, donde el grito de todos se eleva a Dios como desde un solo corazón. Hay en ella algo más: la unión de los espíritus, la armonía de las almas, el vínculo de la caridad, las oraciones de los sacerdotes. (San Juan Crisóstomo, incomprehens. 3, 6).
Es una comunidad llamada por el bautismo a vivir plenamente la fe con la Eucaristía en su centro. Normalmente es pastoreada por un sacerdote asignado por el obispo como párroco y tiene un territorio definido. Se han establecido también parroquias personales para ciertos ritos o nacionalidades sin territorio específico.
Originariamente las parroquias se crearon por la Iglesia Católica y estaban formadas por un pequeño territorio (varios pueblos o aldeas) que se asignaban a un cura o párroco. El cura se encargaba de oficiar misas, funerales, bautismos, bodas además de ofrecer consuelo a los habitantes y feligreses de la parroquia. Y también extendía sus servicios a las distintas Iglesias y Capillas de los pueblos que formaban la parroquia.
Su función llegó a ser muy importante, actuando como consejero para las familias, de mediador en los conflictos, e incluso ejerciendo funciones de juez de paz o veedor. En España, en la época de Franco, siendo un país confesional y católico, el párroco llegaba a controlar a los habitantes, estando estos sometidos a los criterios católicos en las labores de su día a día.
Los habitantes de las parroquias religiosas se identificaban con ellas y las utilizaban como forma de distinción.
Actualmente y siendo España un país democrático y aconfesional, siguen existiendo las parroquias en su división clásica y continúan siendo un territorio asignado a un párroco. Al mismo tiempo y debido a su peso histórico, el estado se vio obligado a reconocer la parroquia como una división civil.