Pertinax
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Publio Helvio Pertinax (Publius Helvius Pertinax) (1 de agosto de 126 - 28 de marzo de 193) fue proclamado emperador romano al día siguiente del asesinato de Cómodo, el 31 de diciembre de 192.
Era hijo del liberto Helvio Successo, y comenzó su carrera como profesor de gramática, pero finalmente se decidió por un trabajo mejor remunerado y acabó, por recomendación, como oficial en el ejército.
Se distinguió en la guerra contra los partos, a la que siguió una carrera plena de ascensos en Britannia (llegó a tribuno militar de la VI Legión, Victrix), en la frontera del Danubio o como procurador en Dacia. Durante el reinado de Marco Aurelio fue víctima de una serie de intrigas palaciegas que detuvieron su hasta entonces brillante ascenso, pero éste se reinició cuando fue llamado para ayudar a Claudio Pompeyano en las guerras de Germania. En 175 alcanzó el consulado, y antes de 185 Pertinax ya había sido gobernador de las provincias de Alta y Baja Moesia, Dacia, Siria y Britannia.
En la década de 180 Pertinax partició activamente en el Senado, hasta que el prefecto de los pretorianos Perennis le obligó a retirarse de la vida pública. Tres años más tarde se volvió a recurrir a él para que sofocara el motín que había estallado entre las tropas destacadas en Britannia, labor que intentó con relativo éxito hasta que una de las legiones amotinadas atacó a su cuerpo de guardia y le dejó moribundo. Cuando se repuso, castigó severamente a los amotinados, lo que contribuyó a acrecentar su fama de severo. Cuando fue obligado a dimitir, en 187, la razón que se esgrimió fue precisamente que las legiones se habían mostrado hostiles a su política de mano dura.
Fue procónsul en África (188-189), prefecto en Roma y cónsul ordinario con el emperador como colega. Ejercía de prefecto urbano cuando el emperador Cómodo fue asesinado por su propia guardia.
El reinado de Pertinax fue inusual incluso en su duración (86 días). Intentó imitar las prácticas austeras de Marco Aurelio, y trató de reformar los alimenta (sistema público para garantizar el suministro de alimentos), pero tópó con la oposición de algunos distritos.
Las crónicas antiguas nos detallan cómo la poderosa guardia pretoriana esperaba un generoso donativo tras el ascenso de Pertinax a la púrpura imperial, y al serle denegada se rebelaron hasta forzar que el emperador vendiera propiedades de Cómodo (incluidas sus concubinas) para satisfacerles. Intentó salvaguardar la vida de su mujer y de su hijo renunciando a los honores propios del emperador y de su familia, lo que no evitó que miembros de la guardia pretoriana le asesinasen en una de las continuas conspiraciones que salpicaron su corto reinado.
Tras entrar triunfante en la ciudad de Roma, Septimio Severo le reconoció como emperador legítimo, presionó al Senado para que se le honrara con funerales de estado e instauró por un tiempo juegos en los aniversarios de su ascensión como emperador y en su cumpleaños.
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