Tudanca (raza bovina)
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- Para otros usos de este término, véase Tudanca.
Raza bovina española autóctona del Tudanca, en el Valle de Polaciones, Cantabria.
Su peso ronda los 320 Kgs. en las hembras y los 420 en los machos. La alzada llega a los 135 cm. en las hembras y 150 en los machos. La capa más común en los machos reproductores es casi negra, con un "listón" claro que recorre el dorso. Las hembras pueden presentar diferentes capas, aunque todas recuerdan a los colores miméticos propios de las especies salvajes:
- Tasuga. Pelo oscuro en la base la base y claro en la punta, tal como el tasugo o tejón.
- Avellana. Pelo de color avellanado
- Josca. Como la tasuga, pero con tonalidad más contrastada.
- Corza. Pelaje pardo anaranjado con punta más clara.
Todas las capas comparten la "sanguijuela", o arco superciliar claro, y es característico de esta raza el "escudo labial" despigmentado en forma de triángulo. Las astas presentan diferentes formas, aunque la típica es larga, abierta, ligeramente torcida y de base blanca con pitón negro. Su aspecto es magro, ágil y anguloso, con preponderancia del tren anterior. Tiene andar decidido y elástico, y es de carácter temperamental y vivo. El origen taxonómico es incierto, aunque parece acomodarse a la evolución exitosa de la adaptación al medio del uro. José María de Cossío la describía como “Ágil, fuerte, sobria y resistente”, y fueron estas características las que fueron desplazando a otras razas autóctonas cántabras menos completas para su uso doméstico en una sociedad rural de subsistencia. En efecto, no es la vaca más fuerte, ni la más lechera, ni la que más carne produce, pero es muy fuerte, produce leche rica en grasas, su carne es magra y sabrosa, y sobre todo, requiere pocos cuidados, adaptándose perfectamente al régimen de semi-libertad en el clima montañés. Antes de la mecanización del campo (no hace muchas décadas en algunas comarcas cántabras), la vaca tudanca era la protagonista de las labores más penosas. A pesar de su reducido tamaño, este bóvido posee una extraordinaria fuerza, que posibilitó el auge de la industria carretera cántabra. En la actualidad, su interés económico no es muy alto, lo que ha llevado a la reducción de una cabaña que superaba las 90.000 cabezas a principios de siglo, a los exiguos 15.000 ejemplares de nuestros días, mantenidos por ganaderos en los que el recuerdo y agradecimiento a un animal tan ligado a la identidad cántabra, han prevalecido sobre los aspectos puramente económicos.
[editar] Curiosidades
Siendo animales acostumbrados a un régimen de libertad, se seleccionaban las vacas más nobles y fuertes para uncirlas y domarlas en las labores del campo. A éstas se las llamaba "duendas". Por regla general, se prefería para el tiro a las vacas sobre los bueyes, al ser más fáciles de mantener y al combinar una gran fuerza motriz con la producción lechera.