Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional, a veces denominada conspiración judeo-masónico-marxista-internacional o simplificada como conspiración judeomasónica es el nombre que se da a una supuesta coalición secreta de la que formarían parte todos esos elementos: los judíos, la masonería, el comunismo... que pretenderían un fin oscuro (de una u otra forma, el dominio del mundo).

La ausencia de demostración de teorías semejantes (la demostración de su inexistencia es un absurdo lógico, ver teoría de la conspiración) no impide, sino que refuerza la creencia de quien está dispuesto a buscar en ella la verdad.
Desde la Edad Media, se puede rastrear la existencia de antisemitismo, un mecanismo útil para desviar los conflictos sociales utilizando como chivo expiatorio a los judíos, a los que se atribuyen todo tipo de malas intenciones (originar la peste, secuestrar y matar ritualmente niños y profanar los sacramentos, como en el caso del Santo Niño de La Guardia);[1] pero desde la divulgación de los presuntos Protocolos de los Sabios de Sión,[2] estas teorías conspirativas se fueron haciendo cada vez más complejas. El hecho de que Carlos Marx naciera en una familia de origen judío, junto a la procedencia judía de destacados líderes comunistas, permitió añadir a la conspiración a los movimientos obreros, participantes de su ideología.[3]
Tabla de contenidos |
[editar] La obsesión de Franco
En particular, en la España de la primera mitad del siglo XX era un lugar común del pensamiento reaccionario referirse a esa conspiración como la responsable de la decadencia española desde, al menos, el tiempo de Felipe II. La Monarquía católica de los Habsburgo sería el enemigo a batir por parte de elementos de muy diversa procedencia, algunos de ellos los judíos sefardíes expulsados de España por los Reyes Católicos y sus descendientes, enriquecidos por la usura, que habrían conectado con los rebeldes holandeses (Guillermo de Orange) y otros enemigos del catolicismo y del Imperio Español, que sería su más firme defensor (Luz de Trento, martillo de herejes). Tales habrían sido los responsables del aparato de propaganda antiespañola que se denominó Leyenda Negra. El hecho de que entre los protestantes (Lutero en particular) el antisemitismo sea incluso más fuerte que entre los católicos no parece ser suficiente contradicción para la teoría.[4]
De ese ambiente intelectual participó el general Francisco Franco, al que algunas fuentes atribuyen un odio especial a la masonería, en la que habría intentado ingresar sin conseguirlo (no obstante, no parece haber documentación definitiva sobre ese extremo).[5] Esas y otras fuentes también destacan la situación familiar de Franco, hijo de un militar de la Marina Española que no puede continuar esa tradición por culpa de la reducción de efectivos debida a la desaparición del Imperio en el Desastre de 1898. Los vencedores, Estados Unidos (que más tarde serían paradójicamente el principal sostén de Franco), son vistos como una potencia infernal, protectora de toda clase de sectas heréticas, dominada por la avaricia del capitalismo de origen judío (sin extrañarse de la contradicción capitalismo-comunismo), y por los periódicos manipulados por los judíos. El éxito de su hermano Ramón Franco, el aviador que consiguió cruzar el Atlántico, conocido por su ideología progresista y pertenencia a la masonería, habría acentuado en Francisco Franco, según estas fuentes, la sensación de inferioridad. Obligado a conformarse con ingresar en el Ejército de Tierra, logró una brillante carrera en el ejército colonial de África, donde fue herido. En el ambiente militar se acerca a las publicaciones anticomunistas que se editaban en Francia (por grupos influidos por el antisemitismo de los exiliados rusos).[6]
Su ascenso hasta la jefatura del bando sublevado en la Guerra Civil Española le permitió concentrar la represión en los elementos que percibía como antiespañoles: masones e izquierdistas, rasgos que veía en la totalidad de los defensores de la República. La reconstrucción que ordenó hacer el propio Franco en el Archivo General de la Guerra Civil de Salamanca, junto a los papeles incautados, de una sala donde se reprodujera toda la parafernalia decorativa de una logia masónica, acumulando toda clase de elementos truculentos; da una buena muestra de su obsesión.[7]
Los difíciles años cuarenta, primero con la Segunda Guerra Mundial en la que las simpatías del régimen franquista por Alemania eran claras (pero el equilibrio necesario ante los aliados que desde 1942 se ven como vencedores), y luego con el aislamiento internacional de la posguerra, produjeron unos memorables discursos públicos de Franco, en los que, además de referirse a la pertinaz sequía, se prodigaba en referencias a la conspiración judeomasónica como culpable de todos los males de España. No obstante, algunas actuaciones en favor de judíos de origen sefardí durante la guerra (diplomático Ángel Sanz Briz) permitía al Régimen no presentarse como racista. De hecho, ese extremo fue importante para que el nacionalcatolicismo dominante integrara el discurso de la conspiración sin mayores problemas. La raza española no pasará de ser un concepto retórico, que se definía precisamente por la extensión de la fe católica que favoreció el mestizaje en América.
El posterior acercamiento a los Estados Unidos puso en sordina toda esa retórica junto con el resto de referencias fascistas demasiado explícitas, que a pesar de todo no desaparecieron del todo hasta el final del franquismo.
[editar] Teoría de la conspiración renovada
En fechas recientes siguen buscándose las relaciones ocultas que pueden considerarse renovaciones del antiguo mito de la conspiración, aunque no suelen ser con una retahíla de miembros tan completa como la característica del primer franquismo. El antisemitismo ha adquirido un impulso en algunos lugares, como la Rusia postsoviética, donde puede reencontrar su tradicional función de chivo expiatorio (el partido de Vladimir Zhirinovsky es anticomunista y antijudío). La generalización del miedo al terrorismo (es el miedo la emoción que manipulada puede conducir al fascismo) tiene en el comienzo del siglo XXI un rostro islámico, pero quizá no es suficiente para algunos.[8] En cuanto a la masonería, no ha dejado de proporcionar tema para literatura histórica más o menos proclive a buscar interpretaciones ocultas.[9]
[editar] Referencias
- ↑ José María Perceval Un crimen sin cadáver: el Santo Niño de la Guardia, Historia 16, nº 202, p.44-58, febrero 1993, accesible en: [1]
- ↑ Los Protocolos en inglés, con comentarios previos sobre su condición de plagio y fraude:[2]
- ↑ No obstante, Marx es considerado como un judío judeófobo, pues considera al judaísmo como un estorbo a abolir para sus propósitos revolucionarios, y plantea también lo que puede entenderse como una identificación (más retórica que conspirativa) entre judaísmo, burguesía y capitalismo.[3]
- ↑ WALSH, William Thomas (1937-1943), Felipe II, Madrid: Espasa Calpe.
- ↑ [4]
- ↑ Artículo de Manuel Vázquez Montalbán sobre Franco y sus obsesiones:[5]. El él se refiere una anécdota que para algunos contribuye a explicar la sensación de inseguridad de Franco, joven cadete en la Academia de Toledo: le llamaban "Franquito", por su escasa talla y su voz atiplada. La expresión no es una maledicencia de sus enemigos, se recoge también en medios afines al franquismo: [6]. En esa misma página biográfica sobre Franco se reproduce esta interpretación del Desastre del 98, extraída del «Anecdotario» del propio Franco (bajo el pseudónimo Jaime de Andrade) para el guión de Raza, película dirigida por José Luis Sáez de Heredia: «en Filipinas, el extranjero fomenta perturbaciones. La masonería lo invade todo. En Cuba, los insurrectos tienen protecciones poderosas; las mismas logias, pero una gran nación detrás». Jaime de Andrade pone en labios del personaje estas palabras: «Abandonados el Ejército y la Marina por España; prisioneros de España. Yo he leído en el Estado Mayor del Capitán General de la Isla cartas que destilaban sangre. El Gobierno no quiere aventuras; hay que contemporizar. No se pueden enviar más hombres. La guerra no es popular». Uno de los oficiales presentes interrumpe: «¿Qué han hecho para que lo sea? ¡Cuánta vergüenza!». Y el jefe de Estado Mayor sentencia: «Al final, sin armas, sin efectivos, sin política exterior, aislados del mundo, tendremos la culpa los militares». [7]
- ↑ La masonería bajo la represión franquistaPor Francisco Moreno Gómez, accesible en [8]
- ↑ Federico Jiménez Losantos responde así en un conocida página de internet: Me he leído el libro de Don Cesar Vidal " Los Masones". ¿Cual es su opinión sobre la hipótesis de que el 11 M estuviera organizado por la Masonería? Es posible que hubiera una conexión entre la masonería de obediencia francesa, que tiene alfiles en España, y la masacre, pero , hasta donde yo sé, sólo como observadores. La jueza Le Vert, casada con el jefe de la masonería francesa, es la que llama al PSOE para decirle que va a haber detenciones de islamistas. Antes que al gobierno. [9]
- ↑ Artículo de Pío Moa sobre el libro de César Vidal Los Masones (2005)[10]