Cristalino
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El cristalino es un componente del ojo que permite enfocar objetos situados a diferentes distancias. Al igual que la córnea, contribuye a refractar la luz que entra en el ojo y la proyecta sobre la retina.
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[editar] Anatomía
El cristalino es un cuerpo lenticular, transparente, biconvexo, flexible y avascular. Está situado en el centro del globo ocular, entre el humor acuoso y el humor vítreo. Debido a la ausencia de vasos sanguíneos, la nutrición del cristalino depende de estos dos fluidos. Su anchura en el estado relajado es de unos 3.6 mm.[1]
Se encuentra envuelto por una cápsula transparente, que consiste en una membrana homogénea y elástica formada por proteínas. El cristalino consta de dos partes principales, una periférica llamada corteza y una central llamada núcleo. Se encuentra sostenido por la zónula de Zinn, un ligamento que conecta el músculo ciliar con la cápsula.
El cristalino sigue creciendo durante toda la vida humana: nuevas capas se superponen a las viejas formando estructuras estratificadas. Las células viejas van perdiendo su núcleo y otros orgánulos intracelulares[1]. Como consecuencia de este crecimiento, también se produce un endurecimiento del cristalino.
[editar] Función
[editar] Óptica
Su función es la de enfocar los rayos luminosos para que formen una buena imagen en la retina con independencia de la distancia a la que esté situado el objeto. Así, según la mayoría de modelos del ojo[2], las cerca de 20 dioptrías del cristalino en el estado relajado, unidas a las 40 de la córnea, enfocan en retina los rayos emitidos por objetos lejanos (figura de la izquierda). Sin embargo, para objetos cercanos, la potencia del ojo relajado no refracta lo suficiente los rayos luminosos. En consecuencia, la imagen del objeto se formaría por detrás de la retina, de modo similar a lo que sucede con la hipermetropía. Por tanto, para objetos cercanos el ojo necesita de una potencia adicional, que requiere la modificación de la curvatura del cristalino (acomodación, ver la figura de la derecha).
El hecho de que la córnea posea una mayor potencia óptica que el cristalino se debe, además de a su curvatura, a que su superficie separa el aire del interior del ojo, dos medios con índices de refracción bien diferenciados. En cambio, los índices de humor acuoso, cristalino y humor vítreo son más próximos. Por otro lado, el índice de refracción del cristalino no es constante, sino que varía siguiendo un gradiente de índice, pasando de valer 1,406 en el centro a 1,386 en las capas más externas[3] (aunque todavía se carece de medidas precisas de la distribución de este índice, siendo éste un tema candente de investigación). Este perfil de índice puede contribuir a mejorar la calidad de imagen del ojo[1].
Al punto más cercano que el ojo puede enfocar con ayuda de la acomodación se le conoce como punto próximo. Para un adolescente, su valor es de unos 7 centímetros[3], pero aumenta con la edad . Al punto que está enfocado cuando el cristalino se encuentra sin acomodar se le denomina punto remoto.
[editar] Acomodación
Según la teoría de Hermann von Helmholtz, al enfocar objetos lejanos, el músculo ciliar se encuentra relajado. En esta situación, las zónulas ejercen una tensión sobre el cristalino manteniéndolo extendido[2]. Por el contrario, cuando es necesario enfocar un objeto cercano, el músculo ciliar se contrae, lo que provoca que las zónulas se liberen. En esta situación, gracias a la elasticidad de la cápsula que lo envuelve, el cristalino adopta una forma más esférica (se produce la acomodación).
En el diseño de diferentes instrumentos ópticos a emplear por el ser humano se trata de evitar que el ojo tenga que acomodar, a fin de no forzar en vano la vista del sujeto[3].
Ciertas sustancias son capaces de paralizar el músculo ciliar, fenómeno que se denomina ciclopegia y durante el cual no es posible la acomodación. Muchos de estos agentes también son midriáticos, es decir, producen una dilatación de la pupila. Estos productos se usan en pruebas oftalmológicas y en el tratamiento de ciertas dolencias. Un ejemplo es la tropicamida.
[editar] Presbicia
La pérdida de la función del cristalino para acomodar se denomina presbicia (o vista cansada) y es un fenómeno que sucede con el paso de los años. Sus causas se han asociado a una disminución de la elasticidad del cristalino o a pérdidas en la capacidad de contracción del músculo ciliar. La extensión y ausencia de complicaciones de la presbicia provoca que no se considere una enfermedad. A partir de los 40-50 años, su corrección requiere el uso lentes convergentes para tareas de visión cercana. La gente con algún defecto de visión previo, suele cambiarse a lentes lentes bifocales o progresivas. Algunos sujetos con miopía y presbicia son capaces de leer sin usar lentes debido a la compensación que se produce entre ambos fenómenos.
[editar] Otras funciones
El grado de acomodación del cristalino es una de las fuentes de información que emplea el cerebro a la hora de estimar la distancia a la que se encuentra un objeto del observador[4]. Esta magnitud no está presente en la imagen bidimensional que se forma en la retina, siendo necesaria recuperarla a través de otras fuentes de información (como las leyes de la perspectiva, la disparidad binocular o el ángulo de convergencia de ambos ojos). Debido a que el cristalino se encuentra prácticamente relajado cuando el objeto está a 2-2.5 metros, la acomodación sólo ofrece información sobre la profundidad hasta distancias de ese orden.
[editar] Enfermedades
A toda pérdida de transparencia del cristalino se le llama catarata. Las cataratas avanzadas requieren una intervención quirúrgica, ya que la pérdida progresiva de visión que generan puede desembocar en ceguera. Las cataratas son indoloras, siendo esta disminución de la visión su principal síntoma.
En las operaciones de cataratas se sustituye el cristalino por una lente intraocular. Con frecuencia, se deja intacta la mayor parte de la cápsula. La lente intraocular posee una distancia focal fija, es decir, con ella no existe la posibilidad de acomodar. Esto no supone un problema adicional en personas con edad avanzada debido a la presbicia que éstas ya padecen. Una de las técnicas auxiliares empleadas en estas operaciones es la facoemulsificación[5], que consiste en el uso de ultrasonidos para fragmentar el cristalino antes de su extracción. La operación requiere anestesia local.
El tipo más común de catarata es la catarata senil, así denominada por ser más común a medida que aumenta la edad del paciente. Las causas de la misma permanecen desconocidas. También se puede adquirir una catarata por otros motivos: lesión, diabetes, exposición a rayos X o ingestión de ciertas sustancias. Finalmente, también existen cataratas congénitas.
Para el diagnóstico de la catarata, se suele emplear una lámpara de hendidura, técnica usada para el examen de las diferentes estructuras del ojo.
A la ausencia de cristalino en un ojo se le denomina afaquia (fakos significa lente en griego), situación que puede ser congénita. La mayoría de ojos afáquicos se corresponden con pacientes operados de cataratas, aunque hay quien habla de pseudoafaquia cuando el cristalino ha sido sustituido por una lente intraocular.
Al desplazamiento del cristalino de su posición correcta se le denomina ectopia lentis.
[editar] El cristalino en otras especies
Los seres humanos y la mayoría de los mamíferos pueden modificar la curvatura de su cristalino. Otras especies poseen un cristalino rígido, sin capacidad para acomodar. Por ejemplo, en el ojo de los cefalópodos, el mecanismo para enfocar objetos consiste en modificar la posición del cristalino, hacia delante y hacia atrás, por medio de un paquete muscular. Esta situación es la que se produce en una cámara fotográfica, en la que para enfocar objetos a diferentes distancias se modifica la distancia de la lente al plano de formación de la imagen.
[editar] Referencias
- ↑ a b c David Atchison and George Smith. Optics of the Human Eye. (2003), Edinburgh: Elsevier Science Limited. ISBN 0-7506-3775-7.
- ↑ a b George Smith and David Atchison. The Eye and Visual Optical Instruments. (1997), Cambridge: Cambridge University Press. ISBN 0-521-47820-0. Páginas 291-295, 777-792.
- ↑ a b c Hecht, Eugene. Óptica. (2000), Madrid: Addison Wesley Iberoamericana. ISBN 0-201-30425-2. Páginas 208 y 210.
- ↑ Palmer, S.E. Vision science: From Photons to Phenomenology. (1999), Cambridge: Bradford Books/MIT Press. ISBN 0-262-16183-4. Páginas 203-205.
- ↑ Surgery Encyclopedia - Phacoemulsification for cataracts