Eduardo Michaelsen
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[editar] Eduardo Michaelsen y Rivery.
Nacimiento y primeros años
Eduardo nació el 18 de abril de 1920 en Santiago de Cuba entonces capital del oriente cubano, en el seno de una opulenta familia creada por el alemán Hermann Michaelsen y Schroeder, cónsul de aquella nación y del entonces Imperio Austro-Húngaro en Santiago de Cuba, con la criolla Manuela Quintana Mejía, sus abuelos paternos. Allí creció, educado por maestros privados, y viviendo en algunas de las innumerables casas que su familia poseía en la ciudad, y en la casona campestre de su padre en la colonia de caña La Magdalena, en Macané, en la hoy provincia de Holguín. “Don Germán”, como llamaban a su famoso abuelo, creó a sus expensas el Club Náutico de la ciudad, considerado el primer club deportivo de Oriente, y posiblemente de Cuba, y la Alameda que lleva su nombre, esta última aún existente.
Vida y obra
Tras la muerte del abuelo, en diciembre de 1928, la economía familiar comenzó a sufrir una fuerte contracción, hasta que el padre de Eduardo lo perdió todo, por lo que ya adolescente, Michelson, como todos los amigos y admiradores le conocen, se trasladó a La Habana junto a su madre y hermanos. En la capital cubana, Eduardo desempeñó innumerables actividades para ganar su sustento y ayudar al de los suyos. Al crearse, a mediados de los cincuenta, el Patronato del Museo Nacional de Bellas Artes, e inaugurarse el nuevo edificio sede de la institución, comenzó a trabajar como ayudante técnico de Antonio Rodríguez Morey. Poco después, se convirtió en asistente de conservación y luego conservador, actividad y lugar de labor que mantuvo hasta su jubilación por enfermedad en 1972. En los tempranos sesenta fue designado ayudante de Wilfredo Lam, durante las dos visitas que éste hizo a Cuba, para trabajar muchas de sus obras sobre papel, en los talleres del referido organismo. Su ocupación laboral lo acercó aún más al mundo de la cultura y la plástica, por lo que se relacionó estrechamente con algunas de las personalidades más sobresalientes de la pintura académica y la vanguardia cubanas. Ángel Acosta León pintó su retrato atraído por su figura. Los fotógrafos Armand, Liborio y Chandal no se resistieron a su seductor y peculiar rostro. La obra de Acosta León debe hoy estar en los almacenes del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, y las valiosas fotos él las guarda en su colección personal. Aunque matriculó en la Academia de San Alejando no se graduó en ella, y sus pasos en la pintura son esencialmente autodidactas. En el célebre centro educacional fue también modelo de dibujo al natural. Temprano en la década de los sesenta comenzó a ganar prestigio y popularidad por su singular manera de expresarse plásticamente, y por su forma de recrear la realidad, pero sobre todo por su magistral y único manejo del color, la composición y por la temática seleccionada, lo que hizo que muchas personas, especialmente diplomáticos extranjeros, comenzaran a adquirir su obra, que hoy se encuentra dispersa por buena parte de los países del este europeo así como en colecciones privadas de franceses, italianos y españoles. En 1962 logra hacer su primera exposición personal en Cuba -de un total de tres que hizo en su patria- en el antiguo Liceum del Vedado, la cual tiene mucho éxito y buena crítica. Años después, ya la sociedad convertida en Casa de Cultura del hoy municipio Plaza, hace otra exhibición con resultados semejantes. La segunda muestra personal, que realizó en el antiguo Colegio de Arquitectos de Cuba, también en El Vedado habanero, fue igualmente muy celebrada Una vez retirado del museo, mal subsistiendo con la poca pintura que lograba vender a extranjeros, decide abandonar el país en la oleada migratoria del Mariel, en 1980. Con ello también evitaba el acoso y vigilancia a que eran sometidas su casa del Vedado y su propia persona, así como todos los que le visitaban. Llegado a Estados Unidos, tras un breve período de estancia en La Florida, decide establecerse en San Francisco, California, donde recibió ayuda incondicional de amigos y, especialmente, de los gobiernos estatal y federal, que lo dotaron de vivienda y una modesta pensión. Despreocupado por las cuestiones materiales, Michelson pudo dedicarse con más fuerza a la pintura y, en estos veintitantos años, ha producido algunas de sus mejores obras, hoy atesoradas por coleccionistas privados de muchas partes del territorio estadounidense, del extranjero, y por algunos museos como el Museum of Latin American Art, de Long Beach, California, que le solicitó un óleo sobre papel, Leda Tropical, que guarda en su colección permanente. Catálogos, páginas Web y enciclopedias también destacan su vida y obra. Continúa residiendo en San Francisco donde, en los últimos años, ha participado en importantes exposiciones colectivas y, en el 2003, tuvo una gran exposición personal, Aquelarre cubano, que tuvo muy buena acogida de público y crítica. Mantiene una activa vida social y cultural y, aunque atraviesa por un largo período de inactividad pictórica debido a quebrantos de salud, persevera en su deseo y aspiración de seguir pintando. --LomejordeCuba 08:51 2 abr 2007 (CEST)