Legionario
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El legionario (en latín legionarius) era el integrante de una unidad militar del ejército romano. Esta se conformaba generalmente por ciudadanos romanos mayores de 15 años. La duración del servicio militar de un legionario era en la República temprana la de la duración de la campaña militar. En el siglo II adc se estableció que el servicio máximo debía ser de 16 campañas. Después de las reformas de Mario, el tiempo de servició quedo fijado en 25 años, que fueron rebajados a 20 en época de Augusto. Recibía un paga por sus servicios y, al finalizar su enrolamiento, tierras o, a partir de Augusto, un premio en metálico abonado por el Aerarium Militaris.
El legionario estaba generalmente armado con dos jabalinas, una pesada, el pilum (plural: pila) y otra ligera, una espada (gladius), y hasta Tiberio un puñal (pugio). Para su protección portaba un casco (galae), una armadura de anillas, placas (lorica segmentata) o escamas (lorica hamata) y un escudo rectangular (scutum) que lleva una protección metálica o bloca para la posición de la mano. Completaban su equipamiento (impedimenta) un par de sandalias (caligae) y una mochila o morral (sarcina).
Uno de sus principales atributos, ya que muchas veces se enfrentaban con ejércitos mayores y mejor equipados, era el de formar parte de un cuerpo sumamente disciplinado y en constante entrenamiento, tanto para poder efectuar maniobras militares en forma precisa y exacta, como la famosa tortuga (testudo) como para trabajar en obras de ingeniería militar (construcción de campamentos, murallas y fortalezas) y obras públicas (caminos, puentes y acueductos).
Posteriormente se denomina legionario a un miembro de diferentes cuerpos militares de la historia. Por ejemplo la Legión extranjera francesa, la Legión Española y la Legión polaca