Presura
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Presura (en Castilla) o Aprisio (en Cataluña), era el nombre que recibía una modalidad de repoblación de la Península Ibérica en la época de la Reconquista, basada en el Derecho Romano. Se llamaba así puesto que se entregaban las tierras al primero que las roturase, otorgando a continuación el rey un documento de propiedad.
Se puede considerar que la repoblación de España, a partir del siglo X, es de tres tipos diferentes, partiendo siempre de la idea de que las tierras conquistadas al enemigo son del rey, que las entrega a los nobles en pago de servicios, por lo general militares, crea monasterios con grandes extensiones de tierra de cultivo, que terminaban siendo unidades autónomas, o las reparte entre agricultores.
Al principio, los colonos de las montañas cantábricas iban ocupando las tierras de nadie hasta el cauce del Duero. Generalmente estos colonos eran abades de los monasterios que, con permiso del rey, ejercían esta modalidad de repoblación que significa la libre ocupación de las tierras abandonadas por la guerra o yermas (tierras inhabitadas y sin cultivar, ya que el valle del Duero era una zona despoblada) y que después pasaban a ser propiedad de los colonos, en este caso, de los abades. Por este motivo a esta fase también se le llama repoblación monacal. Además, los reyes de León también entregaron tierras a los nobles.
En Castilla fue más común entregárselas a pequeños agricultores, que son quienes se acogían al derecho de presura, y que formaban aldeas libres, con entidad jurídica propia: aldeas de behetría, que podían elegir a su señor.
En Navarra y Aragón, la expansión desde las montañas pirenaicas fue más complicada, ya que el Valle del Ebro era, y es hoy día, una de las zonas más ricas y pobladas. Sólo en los valles de los Pirineos se dio tierra a los colonos, en el resto se entregaron las tierras a la nobleza en Aragón y a los monasterios en Navarra.
En Cataluña, sí se entregaron a pequeños agricultores, recurriendo al derecho de aprisio. Los tierras entregadas estaban en las llanuras del Penedés, el Vallés y el Ampurdán. Pero a diferencia de las aldeas castellanas, las catalanas cayeron bajo el dominio de un señor feudal que ocupaba un castillo y que ejercía sobre ellas amplios poderes, hasta llegar a los malos usos.
A partir del siglo XI, los reinos cristianos comienzan a expandirse hacia el sur, sobre los territorios ya poblados del califato de Córdoba: no era necesaria la repoblación, y siempre era necesaria la aprobación del rey ante una confiscación de tierras a los musulmanes.
Así pues, sólo en las zonas despobladas del valle del Duero y del Ebro, y sólo en los primeros momentos de la Reconquista se dio el caso de la repoblación espontánea por presura o aprisio. Luego se necesitó concesión real tanto en caso de que los colonos fueran civiles (repoblación concejil o municipal), nobles (repoblación nobiliaria) u órdenes monásticas (repoblación eclesiástica), órdenes que podían ser militares o no.