Batalla de Ourique
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Batalla de Ourique | |
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Parte de: Reconquista | |
Fecha: 25 de julio de 1139 | |
Lugar: Ourique, Portugal | |
Resultado: Victoria portuguesa | |
Beligerantes | |
Portugueses | Almorávides |
Comandantes | |
Alfonso Enríquez | Ali ibn Yusuf |
Fuerzas en combate | |
Desconocido | Desconocido |
Bajas | |
Desconocidas | Desconocidas |
La Batalla de Ourique se desarrolló muy probablemente en los campos de Ourique, en el actual Bajo Alentejo (sur de Portugal) en el año 1139, de acuerdo con la tradición, el día de Santiago, que la leyenda popular había hecho patrono de la lucha contra los moros; uno de los nombres populares del santo, era precisamente Matamoros.
Fue trabada en una de las incursiones que los cristianos hacían en tierra de moros para incautar ganado, esclavos y otros despojos. En ella se hicieron frente las tropas cristianas, comandadas por Alfonso Enríquez, y las musulmanas, en número bastante mayor.
Inesperadamente, un ejército musulmán les salió al encuentro y, a pesar de la inferioridad numérica, los cristianos vencieron. La victoria cristiana fue tan grande que Alfonso Enríquez resolvió autoproclamarse Rey de Portugal (o fue aclamado por sus tropas aún en el campo de batalla), comenzó a usar la intitulación Rex Portugallensis (Rey de los Portucalenses o Rey de los Portugueses) a partir del 1140, haciendo de rey de facto, aunque la confirmación del título de jura por la Santa Sede data sólo de Mayo de 1179.
La idea de milagro unido a esta batalla surge por primera vez en el siglo XIV, muy después de la batalla. Ourique sirve, a partir de ahí, de argumento político para justificar la independencia del Reino de Portugal: la intervención personal de Dios era la prueba de la existencia de un Portugal independiente por bondad divina y, por lo tanto, eterna.
La leyenda narra que aquel día, consagrado Santiago, el soberano portugués tuvo una visión de Jesucristo y de los ángeles, garantizándole la victoria en combate. Pero, ese pormenor fue interpuesto más tarde en la narrativa, siendo prácticamente calcado de la narrativa de la Batalla del Puente Mílvio, oponiendose en el campo Maxentius a Constantino el Grande, según la cual Dios habría aparecido a este último diciendo IN HOC SIGNO VINCES (latín, «Con esta señal vencerás!»).
Este evento histórico marcó de tal forma el imaginario portugués, que se encuentra retratado en el escudo de Portugal: cinco escudetes (cada cual con cinco bezantes), representando los cinco reyes moros vencidos en la batalla.