Fuero de Avilés
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En 1085, Alfonso VI otorgó un fuero a Avilés, donde ya existía una población desde tiempos romanos. El fuero de Avilés le da categoría de villa de realego y a lo largo de la edad media apoyará siempre a la corona, a quien paga impuestos. Avilés no fue nunca feudo ni tuvo otro tribunal competente que los reales. El fuero fue posteriormente confirmado por el nieto de Alfonso VI, Alfonso VII, en 1155, significando el nacimiento de la ciudad de Avilés[1].
Es, tras la ratificación del fuero, que confiere a la ciudad derechos tanto económicos, comerciales como políticos, cuando se edifica la muralla. Con el impulso de su nuevo estatus, la ciudad se convierte en la segunda de Asturias y su puerto merced a los favores comerciales en uno de los más importantes del atlántico europeo[1].
Hoy en día se conservan diferentes copias del texto, una de las cuales fechada en 1289 está guardada en el ayuntamiento de la villa.