Modernismo (teología)
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En la historia del catolicismo el término modernismo sirvió, y sirve aún, para referirse a la tendencia en un cierto pensamiento católico a considerar a la Iglesia y a sus dogmas como instituciones humanas, portadoras de rasgos debidos a su contexto histórico, y no menos necesitadas que otras de ser revisadas y reformadas. El término se usa con una intención negativa por los adversarios de esta posición, entre los que destaca el papa Pío X, en cuyo tiempo y bajo cuya dirección la Iglesia emprendió una campaña para combatirlo.
El primer uso en un sentido equivalente al indicado lo hizo Henri Xavier Périn, profesor de la Universidad Católica de Lovaina a finales del siglo XIX, quien lo definió como una “ambición de eliminar a Dios de toda la vida social” y relacionándolo con “las tendencias humanitarias de la sociedad contemporánea”. El término fue utilizado por la jerarquía ecleiástica para designar a un conjunto heterogéneo de escritores católicos, que querían hacer compatible su fe con los avances del conocimiento científico natural e histórico, invitando a reinterpretar las escrituras de una forma no literal.
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[editar] Antecedentes
La lucha contra el modernismo puede verse como un momento en el repliegue que la Iglesia inició al perder, a mediados del siglo XIX, la mayor parte de su cuota de poder temporal, por el avance del liberalismo y el «régimen popular» y con la incorporación de los Estados Pontificios al nuevo estado italiano. A la vez estaba decreciendo su influencia sobre la población, sobre las clases populares por el avance de las organizaciones e ideas socialistas y anarquistas, y sobre las clases medias por el dominio del liberalismo político. El progreso de las ciencias naturales, de la mano de la filosofía positivista, animaba a restarle autoridad a la escolástica que dominaba la teología y la filosofía católicas desde Tomás de Aquino. La publicación de El origen de las especies por Darwin en 1859 ofreció la perspectiva de alcanzar una explicación naturalista del origen del hombre y sus atributos, convirtiendo también en esto a Dios en una hipótesis innecesaria.[1]
La Iglesia reaccionó proclamando formalmente la completa autoridad del magisterio y absolutizando el poder del papa, con la definición dogmática de la infalibilidad papal por el Concilio Vaticano I. Pío IX había publicado en 1864 su Syllabus, apéndice a la encíclica Quanta Cura, donde en 80 proposiciones condenaba casi todas las innovaciones políticas y filosóficas de la era moderna. La Iglesia se inclinó desde entonces por una posición proactiva de oposición a las nuevas concepciones y a la innovación teológica, la cual continuó hasta el Concilio Vaticano II.
[editar] Pío X
El papa Pío X, luego canonizado, publicó en 1907 un decreto, Lamentabili Sane, en el que se refirió a que “el hecho de que muchos autores católicos vayan también más allá de los límites marcados por los Padres y la propia Iglesia es extremadamente lamentable". La encíclica contenía un Syllabus en el que se enumeran y son condenadas 65 opiniones modernistas. La proposición nº 11, por ejemplo, dice: “La inspiración divina no se extiende a todas las escrituras, de manera tal que haga a sus partes, a todas y cada una de ellas, desprovistas de cualquier clase de error”. La proposición número 64 dice: “El progreso científico exige que los conceptos de la doctrina cristiana relativos a Dios, la creación, la revelación, la Persona del Verbo Encarnado y la Redención sean reajustados”. En la encíclica Pascendi Domenici gregis, también de 1907, Pío X declaraba que el modernismo era algo más que una herejía, era la síntesis de todas las herejías, porque en vez de proclamar un error, abría paso a todos ellos.
El centro de la disputa se situó en Francia e Inglaterra, así como en Italia, donde una parte del clero joven sentía esas inclinaciones. La mayoría de los llamados modernistas se consideraban fieles a la Iglesia, y rechazaban las acusaciones que los relacionaban con un protestantismo liberal como el de la escuels de Tubinga. Muchas de las ideas contra las que la Iglesia Católica estaba reaccionado, habían penetrado en la cultura europea en el Renacimiento humanista y habían alcanzado una posición de preeminencia desde la Ilustración. Pío X se refería al modernismo no como una simple orientación herética del pensamiento cristiano, sino como una verdadera conspiración organizada contra la Iglesia, algo de lo que no existen pruebas concretas.[2]
Como parte de la política antimodernista de Pío X, la Sagrada Congregación del Santo Oficio revisó el Index añadiendo obras tachadas de modernistas y se produjeron excomuniones. En 1910 Pío X promulgo el motu proprio Sacrorum Antistitum, conocido como «juramento antimodernista», que debía ser pronunciado por cualquiera que quisiera conservar o acceder a un oficio eclesiástico, incluida la docencia en teología. Algunas sociedades católicas integristas exigen aún a sus miembros la pronunciación del juramento.
En 1907 Monseñor Begnini, miembro de la Secretaría de Estado, había puesto en marcha una sociedad secreta, el Sodalitium Pianum (Cofradía de Pío), denominado así en honor de Pío V y conocido también con el nombre francés de La Sapinière. Extendió su actividad por toda Europa, teniendo como misión la detección de modernistas en las filas de la Iglesia y recurriendo a la inducción a la delación. [3]
Innumerables seminaristas, profesores, curas, párrocos y obispos fueron delatados o investigados por heterodoxia doctrinal. Los arzobispos de Viena y París fueron denunciados, como lo fue la totalidad de la comunidad de domínicos de la Universidad de Friburgo, en Suiza. Los «delitos» iban desde las menciones favorables a la democracia cristiana hasta llevar bajo el brazo un periódico de talante liberal o ser visto en comañía de un supuesto modernista. Pronunciar un sermón de tendencia heterodoxa podía llevar a una denuncia seguida de la destitución de un puesto de responsabilidad para ir a regentar un parroquia de pueblo.
[editar] Secuelas
Varios momentos de la historia de la Iglesia Católica en el siglo XX y hasta la actualidad, pueden verse desde el prisma del enfrentamiento entre modernistas y sus adversarios tradicionalistas (o integristas, un término surgido como antitético de modernista). El concilio Vaticano II fue vivido por muchos cristianos como una positiva adaptación intelectual y moral “al signo de los tiempos” y a las ideas humanistas, mientras que para los críticos representó, como mínimo en la práctica, una concesión al protestantismo y al secularismo. La reacción más radical contra el aggiornamento del Concilio, la representa la Hermandad Sacerdotal de San Pío X, fundada por el arzobispo cismático Marcel Lefebvre, en cuyo manifiesto fundacional se acusa a la reforma conciliar de que “habiendo surgido del liberalismo y el modernismo, está toda entera envenenada”.
[editar] Referencias
[editar] Fuentes consultadas
[editar] Notas
- ↑ Dennett, D. C. (1995), Darwin's dangerous idea : evolution and the meanings of life, New York; Simon & Schuster. ISBN, 0684802902.
- ↑ O’Connell, M.R. (1994), Critics on trial: an introduction to the catholic modernist crisis., Washington, D.C.; Catholic Univ. of America.
- ↑ Lease, G. (1996). "Practices of Denunciation in Modern European History, 1789-1989.". The Journal of Modern History, 68 (4): 819-830.