Pleito del virrey extranjero
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Era un asunto debatido en Aragón acerca de si su virrey podía ser extranjero, entendiendo extranjero como no aragonés. Este problema jurídico comenzó en 1482, cuando Fernando el Católico nombró al catalán Conde de Cardona virrey. Carlos I también nombró un virrey extranjero, pero seguía habiendo el vacío legal sobre si el virrey podía ser o no aragonés.
En 1588 Felipe II nombró un virrey castellano, y por tanto extranjero, para un mayor control de Aragón (el marqués de Almenara) sustituyendo al conde de Sástago. Este hecho fue criticado por los defensores de los fueros aragoneses pues consideraban que el virrey debía ser aragonés, a pesar de su predecesores ya habían nombrado virreyes extranjeros y los juristas no se ponían de acuerdo en el tema. Almenara fue atacado por los fueros y su casa fue quemada, por lo que volvió a Castilla para informar al rey. Ajustándose a los hechos, Felipe II nombró virrey a Andrés Simeno (obispo de Teruel). Pero en 1590 intentó de nuevo la baza del marqués de Almenara.
Esta situación, junto con el problema del condado de Ribagorza y el intento de enjuiciar a Antonio Pérez derivó en revuelta en 1591. En 1592, habiendo el rey acabado con la revuelta, convocó las Cortes en Tarazona y obtuvo el poder de nombrar un virrey no aragonés, lo que puso fin al problema legal o pleito del virrey extanjero un siglo más tarde de haberse iniciado, y no sin tener que imponerlo por la fuerza.