Regimiento de Granaderos a Caballo
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Regimiento de Granaderos a Caballo "General San Martín" (RGC). Unidad histórica del arma de Caballería del Ejército Argentino, que actualmente se desempeña como guardia presidencial y cumple ciertas funciones protocolares.
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[editar] Antecedentes
[editar] Orígenes
Al arribar a suelo nacional, el entonces Teniente Coronel de Caballería, don José de San Martín, anoticia el deplorable estado en que se encontraba la organización militar de las Provincias Unidas del Río de la Plata, recientemente alzadas en armas contra el poder imperial de la metrópolis española. Ante esta problemática, el Gobierno Superior Provisional del país otorga el 16 de marzo de 1812 a San Martín, el grado de "Teniente Coronel de Caballería", y lo nombra conjuntamente "Comandante del Escuadrón de Granaderos que ha de organizarse", previendo la necesidad de conformar un cuerpo de caballería idóneo y cualificado.
El diseño original de los uniformes militares fue basado en el sistema militar sueco. Una foto de antiguos soldados de Suecia puede verse aquí.
El objetivo que perseguía el General San Martín con la creación de este nuevo cuerpo de Caballería no era solo el de dotar a las precarias milicias revolucionarias del Río de la Plata con una mayor cantidad de efectivos para poder contener los embates del ejército realista, sino también la constitución de una unidad militar ejemplar, dotada de los mejores soldados y oficiales con los que contara la patria nueva, y que sirviera de insignia dentro de las Fuerzas Armadas.
Desde sus inicios, se estipuló que el regimiento debía estar conformado por cuatro escuadrones de tres compañías cada uno; y fue así que bajo la estricta tutela de su capitán al realizar la selección de sus integrantes, en el mes de mayo de 1812, quedó conformado el primero de sus escuadrones, y sus dos compañías respectivas:
[editar] Primer escuadrón
Totalizando una fuerza de 2 jefes, 8 oficiales, 9 sargentos, un trompeta, 3 cabos y 31 granaderos, los efectivos, se hallaban distribuidos de la siguiente manera:
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- Comandante del Regimiento: Teniente Coronel don José de San Martín.
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- Ayudante Mayor don Francisco Luzuriaga.
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- Portaguión don Manuel Hidalgo.
[editar] Primera compañía
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- Capitán don José Zapiola.
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- Teniente don Justo Bermúdez.
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- Alférez don Hipólito Bouchard.
[editar] Segunda Compañía
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- Capitán don Pedro Vergara.
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- Teniente don Agenor Murillo.
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- Alférez don Mariano Necochea.
[editar] Organización y reclutamiento
El nuevo regimiento buscaba funcionar como ejemplo de profesionalismo y perfeccionamiento para el resto de la milicia. Tal aspiración se correspondería con la visión que el General San Martín tenía sobre el futuro mediato de las fuerzas militares modernas: confiaba en una rigurosa disciplina militar, evocada no sólo en las maniobras y el entrenamiento, sino también en la esfera social del militar, que debía funcionar como figura ejemplificadora no sólo para sus camaradas de armas sino también para el resto de la sociedad. Así, quedarían delineados desde el nacimiento del Ejército, los valores y fundamentos primarios que San Martín esperaba se convirtieran en los basamentos del accionar del Ejército Argentino: la estricta disciplina y la conducta ejemplar.
San Martín dispuso el reclutamiento de los hombres más aptos y estipuló un estricto código de disciplina, que hasta el día de la fecha, bajo la denominación de "Código de honor sanmartiniano", rige el accionar diario de los Granaderos a Caballo:
[editar] Código de Honor
De la misma forma en la que el General San Martín reclamaría de los granaderos, el acatamiento de una conducta ejemplar frente a la sociedad y el Ejército, haría caso irrestricto de tales disposiciones sosteniendo como forma de vida, la política de "predicar con el ejemplo".
La férrea disciplina, el culto al valor y al honor, la exigencia y rigurosidad en la instrucción física y militar, quedarían entonces patentes en las siguientes disposiciones, establecida en aquel entonces como la lista de "delitos por los cuales deben ser arrojados los oficiales". Esta dicta:
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- 1º Por cobardía en acción de guerra, en la que aún agachar la cabeza será reputado tal.
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- 2º Por no admitir un desafío, sea justo o injusto.
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- 3º Por no exigir satisfacción cuando se halle insultado.
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- 4º Por no defender a todo trance el honor del cuerpo cuando lo ultrajen a su presencia o sepa ha sido ultrajado en otra parte.
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- 5º Por trampas infames como de artesanos.
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- 6º Por falta de integridad en el manejo de intereses, como no pagar a la tropa el dinero que se haya suministrado para ella.
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- 7º Por hablar mal de otro compañero con personas u oficiales de otros cuerpos.
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- 8º Por publicar las disposiciones internas de la oficialidad en sus juntas secretas.
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- 9º Por familiarizarse en grado vergonzoso con los sargentos, cabos y soldados.
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- 10º Por poner la mano a cualquier mujer aunque haya sido insultado por ella.
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- 11º Por no socorrer en acción de guerra a un compañero suyo que se halle en peligro, pudiendo verificarlo.
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- 12º Por presentarse en público con mujeres conocidamente prostituidas.
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- 13º Por concurrir a casas de juego que no sean pertenecientes a la clase de oficiales, es decir, jugar con personas bajas e indecentes.
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- 14º Por hacer un uso inmoderado de la bebida en términos de hacerse notable con perjuicio del honor del cuerpo.
Tiempo después, y en virtud de los valores que inculcara en el Regimiento de Granaderos a Caballo, diría el mismo San Martín:
- De lo que mis Granaderos son capaces,
- solo lo sé yo.
- Quien los iguale habrá;
- quien los exceda, no.
[editar] Desarrollo
El rigor en la preparación y capacitación de los efectivos exigida por San Martín a la larga retrasaría la conformación definitiva del cuerpo. No obstante, pese a las complicaciones y al apremiante transcurso del tiempo revolucionario, el 11 de setiembre de 1812 se decreta la creación del segundo escuadrón y el 5 de diciembre se dispone la creación del tercero.
Ya para este momento, la autoridades nacionales, hacen referencia a San Martín con el título de Comandante de Granaderos a Caballo, y lo ascienden a Coronel el 7 de diciembre de 1812.
También en 1812 fue trasladado el regimiento desde los precarios establecimientos del "Cuartel de la Ranchería", hasta los terrenos del "Cuartel de Retiro", (en aquel momento ocupado por el Regimiento de Dragones de la Patria), más aptos para las labores de instrucción militar y entrenamiento.
[editar] Accionar Militar
[editar] Bautismo de fuego
En la noche del día 2 de febrero de 1813, tras días de marcha forzada, San Martín y los granaderos arriban al convento de San Carlos, en San Lorenzo, provincia de Santa Fe. La incursión se enmarcaba en la misión asignada por el Gobierno de Buenos Aires al coronel del recientemente formado regimiento, en la que se le ordenaba destacar una sección de su regimiento para proteger las costas del Río Paraná desde Zárate hasta Santa Fe, en prevención de posibles incursiones enemigas; en tal situación, y por la sumatoria de la más intrincada cadena de circunstancias casuales, es que San Martín toma conocimiento del futuro desembarco realista en las cercanías del convento, y decide aprestarse a su encuentro para evitar el reabastecimiento de víveres de la flota española y así demorar o evitar futuros avances en tierra.
El plan de San Martín era aguardar el arribo enemigo con sus 120 granaderos al amparo de los muros del convento; frente a éste se extiende una alta planicie, muy propicia para las maniobras de caballería; más allá, el borde de un barranco acantilado, y luego unos 300 m de playa hasta la orilla. El objetivo era evitar que los españoles sospecharan su presencia, lograr que se acercaran hasta el terreno mencionado y una vez allí lanzar el ataque sin darles tiempo de organizar la defensa.
A tal fin, San Martín estudió las posiciones y disponibilidad de recursos del enemigo, y dispuso la división de su contingente en dos escuadrones: el 1º, al mando del capitán Justo Bermúdez, con órdenes de flanquear y cortar la retirada a los invasores; y el 2º, a su propio mando. El comandante arengó a sus hombres, que se hallaban a punto de combatir por primera vez, y explicó a Bermúdez que le daría las órdenes posteriores una vez en combate, otorgando a ambos escuadrones sus posiciones a izquierda y derecha del convento, a la espera de la orden de ataque.
A la señal del clarín ambos escuadrones se lanzaron sobre las líneas enemigas, formadas por unos 250 hombres dispuestos en dos columnas paralelas con el pabellón desplegado, y dos piezas de artillería al centro. Los realistas sólo atinaron a replegarse en forma desorganizada sobre las mitades de retaguardia, intentando repeler el sorpresivo poder de la carga simultánea impartida por ambos flancos de las líneas de tropa, a lo que respondieron con fuego de mosquete y bayoneta calada.
Según una tradición muy difundida, en este audaz movimiento el soldado Juan Bautista Cabral, viendo en peligro la vida de su Comandante, el Coronel San Martín, (que habría quedado atrapado bajo su caballo, muerto por la metralla enemiga, y sin posibilidades de movimiento o defensa alguna), decide lanzarse heroicamente al encuentro de una bayoneta realista a punto de atravesar al Libertador, sacrificando su propia vida en pos de la de su oficial. La leyenda le atribuye haber proferido la siguiente frase, instantes antes de morir: ¡Muero contento; hemos batido al enemigo!
Si bien este relato heroico está ampliamente difundido en canciones patrióticas, medios oficiales del Ejército Argentino (cuya escuela de suboficiales se denomina "Sargento Cabral", un nombre también frecuente en calles, avenidas, escuelas e instituciones argentinas), la falta de fuentes históricas hace que los historiadores duden de su veracidad.
[editar] Victoria
San Martín y sus hombres triunfaron. Frente al sorpresivo embate de las fuerzas revolucionarias, los realistas, desconcertados, escaparon del campo de batalla dejando atrás su artillería, muertos y heridos, intentando banalmente reagrupar sus fuerzas cerca del borde del acantilado, sin lograr mayores éxitos gracias a la diligencia del escuadrón liderado por el Capitán Bermúdez, quien presionó a las columnas enemigas en retirada.
En menos de cuarto de hora y contando entre la nómina de bajas a veintisiete heridos y quince muertos, (entre los que cabe destacar al Capitán Bermúdez, herido de bala en la última carga de su escuadrón y al Teniente Manuel Díaz Vélez, caído por el desfiladero), el regimiento de Granaderos a Caballo y su capitán habían alcanzado la primera victoria en la guerra de emancipación argentina.
Véase también:
[editar] La Banda Oriental y el Alto Perú
Lograda aquella primigenia victoria del Coronel José de San Martín en San Lorenzo, el papel del Regimiento de Granaderos se vería destacado ante los ojos del gobierno de Buenos Aires, que decidió nombrarlo Comandante de las fuerzas de Capital, y le asigna la tarea de proteger a los recién liberados territorios de los futuros ataques realistas.
Tras las derrotas de los independentistas en Vilcapugio y Ayohuma y la retirada del ejército de Manuel Belgrano, quien trataba de retrasar el avance enemigo empleando su táctica de "tierra arrasada", San Martín debía contener a los españoles en la frontera norte y quitarles el control de Montevideo (ciudad peligrosamente cercana a Buenos Aires y que servía de punto de abastecimiento y concentración de tropas para el ejército realista). El gobierno de Buenos Aires lo envió entonces en auxilio de Belgrano, próximo a arribar a Tucumán. Para tal tarea, se destina al 1º y 2º escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo, y se le suman el 1º batallón del 7º Regimiento de Infantería y un contingente de 100 artilleros, quienes logran llegar a Tucumán el 12 de enero de 1814.
En esta campaña San Martín se encontró con Belgrano en la reunión de la "Posta de Yatasto", en 1814. A partir de entonces el Regimiento protagonizó una serie de escaramuzas y encuentros armados sucesivos, haciendo uso de técnicas de combate convencional y de guerra de guerrillas. Las guerrillas de Humahuaca, Yaví, Casavindo, Toldos, Bermejo, el combate de Barrios, la emboscada del Tejar, Puesto del Marqués, Mochara y la lamentable derrota de Sipe- Sipe, serían las acciones en que el Regimiento se mediría contra el enemigo, luchando para asegurar el éxito de la revolución, hasta el 10 de septiembre de 1816.
Paralelamente, los escuadrones 3º y 4º del Regimiento se dirigieron a la Banda Oriental para reforzar el ejército de Oriente. El 22 de junio de 1814 estos escuadrones entraron en la Plaza Fuerte de Montevideo encabezando la columna vencedora.
En 1824 un escuadrón del Regimiento participó en la última acción de la guerra de emancipación, la Batalla de Ayacucho, bajo el mando del general Guillermo Miller.