Tadamichi Kuribayashi
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Tadamichi Kuribayashi | |
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7 de julio, 1891 – c. 23 de marzo, 1945 | |
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Lugar de nacimiento | Nagano, Japón |
Servicio | Imperio de Japón |
Años de servicio | 1914 - 1945 |
Rango | Teniente General |
Mandos | 109ª División, Grupo de Ejército de Ogasawara |
Batallas / Guerras | Segunda Guerra Mundial, (Batalla de Iwo Jima) |
Premios | Orden del Sol Naciente Orden de la Preciosa Corona Orden del Tesoro Sagrado |
Tadamichi Kuribayashi (Nagano, 7 de julio de 1891 - Iwo Jima, 23 de marzo de 1945), militar japones, general del ejército imperial durante la Segunda Guerra Mundial. Tras serle asignada en 1944 la comandancia de la guarnición de la isla de Iwo Jima, y ante el previsible desembarco norteamericano, dirigió los preparativos defensivos haciendo cambios acertados en las fortificaciones de la isla. Durante la subsiguiente Batalla de Iwo Jima, en la que resultó muerto, su estrategia de abandono de la primera línea de playa para esperar al enemigo en posiciones del interior y en las fortificaciones excavadas en el monte Suribachi ocasionó elevadas bajas a los atacantes.
Kuribayashi vivió dos años en EEUU, gracias a lo cual pudo conocer de cerca la enorme capacidad industrial norteamericana. Fue parte de los pocos altos oficiales que entendió lo fútil del esfuerzo belico contra EEUU tal como estaba planeado; pero por ser minoria fue silenciado por compañeros más belicosos.
Su estrategia defensiva en Iwo Jima se basó en la convicción, ya común en el alto mando japonés, de que la guerra estaba perdida y que sólo se podía demorar la derrota mediante el cobro de la mayor cantidad de sangre a los soldados norteamericanos. Esta táctica nació por el convencimiento de que el pueblo norteamericano no admitiría perder un alto número de vidas en tierras extranjeras. Los japoneses esperaban de esta manera poder lograr una paz negociada, o al menos algún tipo de rendición honorable en vez de la capitulación que los aliados exigían. Se equivocaban, pues tras Pearl Harbour los norteamericanos solo deseaban venganza y no estaban dispuestos a aceptar nada que no fuese la rendición incondicional y la ocupación del Japón, para lo cual castigaron al país hasta lograr dicha rendición tras los ataques nucleares y los aún más devastadores bombardeos incendiarios, que arrasaron el 90% de las ciudades y quemaron vivos a cientos de miles de civiles.
La tenacidad y extraordinaria capacidad defensiva japonesa demostrada en Iwo Jima y Okinawa ante fuerzas numérica y técnicamente superiores sirvieron a los americanos como justificación para la decisión del lanzamiento de la bomba atómica sobre ciudades japonesas, con el argumento de que el desembarco en el archipiélago japonés propiamente dicho hubiera acarreado un número aún mayor de víctimas.