Torneo medieval
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Es el combate de a caballo entre varias personas puestas en cuadrillas y bandos de una parte y otra. Estas cuadrillas batallaban y se herían entre sí dando vueltas en torno para perseguir cada cual su contrario.
También la fiesta pública que se ejecuta entre caballeros armados unidos en cuadrillas. Entraban en un circo dispuesto a este fin. Escaramuceaban dando vueltas alrededor a imitación de una reñida batalla.
Es muy parecido a la justa. Pero la justa se trataba en combate singular y las armas no eran simuladas, es decir se podía caer herido grave o muerto y en los Torneos se realizaban en cuadrilla entre varias personas como armas que generalmente no producían heridas graves o la muerte.
Los Torneos son por tanto un ejercicio de guerra y galantería sujeto a ciertas reglas que hacían entre sí los antiguos caballeros para ostentar su valor o lograr el aplauso y preferencia entre las damas.
[editar] Etimología
Deriva de la palabra francesa tourner o de las latinas bárbaras tornare, torneamentum, por la figura según el Diccionario de Terreros que hacían de las vueltas, torneos y escaramuzas unos contra otros los contiendientes que se ejercitaban en este clase de juegos militares.
Otros creen que los torneos vienen del nombre de la ciudad de Tours.
Voltaire cree que estos ejercicios vienen por la espada utilizada denominada ensis torneaticus, especie de sable sin punta por no estar permitido en estos pueblos herir con otra que con la lanza.
[editar] Armas
Consistían en bastones, cañas, lanzas sin hierro y con la punta roma o espadas sin corte conocidas con el nombre de armas corteses o graciosas por que se evitaba herir de gravedad o matar al contrario.
En excepcionales ocasiones, en algunos combates se utilizaban todo tipo de armas (armas de todo trance o de muerte).
[editar] Motivo principal de la existencia de los torneos
Sin dudad alguna fue el espíritu caballeresco de la Edad Media lo que motivó la existencia de los torneos.
Estos juegos militares eran más notables que la lucha, el disco y la carrera de la cultura griega y menos bárbaros que los sangrientos combates de gladiadores de la época romana aunque algunos eruditos ven una continuación de estos.
[editar] Otros motivos
Cuando cesaban las fatigas de la guerra por su terminación o la firma de una tregua, la nobleza para no perder ardor guerrero se ejercitaba en estos linajes de juegos militares (lo que hoy sería ejercitarse para no perder la forma).
Se preparaban a la suerte de futuras guerras.
Desarrollaban entre otras cosas reflejos y fuerza muscular.
También eran muy útiles según La leyes del buen rey Rene de Anjou, rey de Sicilia y de Jerusalén y duque de Lorraine (que al no poder poseer ninguno de sus estados se consolaba componiendo versos y haciendo leyes para los torneos ), por el hecho de que podría acontecer que algún joven caballero o escudero por haber salido victorioso de estos juegos militares aumentara el amor de su dama por él (hemos de pensar que en aquellos tiempos el ideal de los caballeros prevalecía sobre otras muchas circunstancías).
[editar] Inventor de los torneos
Las crónicas de Tours atribuen su invención a Godefroi II, señor de Preuilli en la fecha de 1066.
Esto no es del todo exacto porque ya antes de esta fecha se habían realizado combates de esta índole.
Lo más que pudo hacer Godefroi fue regularizar los torneos, dictar ciertas reglas y perfeccionar algunas suertes.
Por tanto de dar forma y orden a estos juegos y hacerlos de prácticas más frecuente.
Esto creemos que es así porque Ennoido habla ya de los Torneos en el siglo VI o que el papa Eugenio en el siglo VIII los anatematizó.
Enrique el Pajarero tomó parte en una celebración de un torneo con motivo de su coronación.
También Luis el Germánico y Carlos el Calvo combatieron a caballo en la ciudad de Estraburgo después de la batalla de Fontenoy para manifestar la adhesión a dichos reyes.
También en la Crónica de Geoffroy de Montmouth se describe de forma minuciosa las circunstancias de un torneo en el siglo XII.
Generalizado el uso de los torneos por toda Europa constituyó por largo tiempo una de las pricipales distracciones de las ciudades europeas y sus respectivas cortes.
Se convirtió posteriormente en una costumbre en Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, Bizancio, y España.
En Francia los Torneos se denominaron Constictus Gallici, combates franceses.
[editar] Torneos en España
Los españoles fueron de antiguo muy dados a esta clase de juegos creciendo en caballerosidad.
Mas, con la entrada de los árabes en España, los adalides más famosos de uno y otro bando medían sus armas en esta clase de ejercicios por cortersanía.
Las historias de aquellas época refieren multitud de espectáculos de esta naturaleza tenidos ya en las cortes de reyes cristianos ya en la de los moros.
Uno de los más citados es el torneo concertado entre Carlos de Valois y Pedro III de Aragón con cien caballeros de cada parte con motivo de la posesión del reino de Sicilia que correspondería a la esposa del segundo y que el primero le disputaba.
El palanque alzóse en el territorio del rey de Inglaterra.
Tan crecido fue el número de caballeros nacionales, extranjeros y aun del bando contrario que se ofreció al monarca aragonés, que receloso del éxito de Carlos de Valais rogó al pontífice bendijese el cartel del desafío.
[editar] Torneos en Alemania
En Alemania tenían lugar cada tres años solemnes torneos que servían de prueba de nobleza.
El caballero que había asistido a dos de ellos era ya suficientemente blasonado y publicado y posteriormente reconocido por noble.
Llevaba dos cuernos en la cimera de su casco.
Esto permitió a las armerías o escudos de armas aumentar su número debido las armas o vestidos de que se servían en estos ejercicios militares (como podrían ser los palos, chebrones y sotveres).
Se tomaron de los pedazos de las barreras y palenques que servían de vallas o los roques y de los anillos de los juegos y carreras de la sortija.
[editar] Cuando se celebraban
Con el devenir de los tiempos cuantas solemnidades públicas, profanas o eclesiásticas tenían las naciones otras tantas daban ocasión a la nobleza de la Edad Media a lucir su ánimo resuelto, su valor en esta clase de juegos.
Daba igual que la solemnidad fuera por natalicios, matrimonios, coronaciones de reyes, firma de tratados o confirmación de una liga política entre reyes o alianzas, conquistas, paces, treguas, recibimiento de reyes, príncipes, embajadores y personajes de alta estima.
En todos ellos se celebraban con justas y torneos.
Por tanto se desarrollaba cada vez más la afición por estos guerreros pasatiempos creciendo el número de participantes.
Hubo torneos en que se presentaron quince, treinta, cincuenta y cien caballeros de un bando contra igual número del opuesto fundamentalmente por espíritu de galantería (véase Ivanhoe) y las ideas caballerescas de la Edad Media.
Ninguno había que no consagrase su pensamiento y sus triunfos a una dama y algunos se presentaban a los torneos en pos de la señora de sus pensamientos que en algunos casos los conducía atados con cadenas de oro al lugar de la liza.
[editar] Armas a todo trance o de muerte
En estos juegos cuyo principal objetivo era adiestrar al caballero en el lance de la guerra no podían llevar la idea de heridas peligrosas, desgracias y aún muerte de los combatientes.
No obstante si que acontecía algunas veces a los que tomaban parte en estos ejercicios que al olvidarse completamente de la índole especial de ellos y ciegos de cólera, cebarse en los contrarios combatientes para satisfacer alguna antigua enemistad nacional o particular o tomar venganza de cualquier agravio o dar rienda suelta al odio o a la envidia o deshacerse de un molesto rival.
A veces era en vano que en tal conflicto los heraldos y reyes de armas se interpusiesen entre los combatientes.
Así a pesar de sus razones e influencia, como la autoridad de los jueces y el llanto de las damas eran baldías para calmar las pasiones de que se hallaban poseídos aquellos mal aconsejados caballeros.
Muchos ejemplos presenra la historia de personajes principales que perdieron la vida en el palenque, enumerando los siguientes: Geoffroy Plantageneto, Roberto de Jerusalen, Florent conde de Rainault, Felipe, conde de Boulogne y de Clermont, el conde de Holanda, Gilberto, conde de Pembock, Juan, marqués de Brandebourg, Luis, hijo del conde palatinodel Rhin, Juan, duque de Brabante, Enrique II rey de Francia, Esborte de Claramonte y la del príncipe Enrique Borbón-Montpenster entre otros muchos.
[editar] Intervención de la Iglesia
La Iglesia trató de poner remedio a este tipo de ejercicios militares en tiempos de paz, prohibiendo los torneos y negando la sepultura eclesiástica a los que en ellos morían.
Sus disposiciones se mandaron observar por ejemplo en España por las leyes de Las Partidas.
Muchos papas lanzaron sus anatemas contra los torneos.
Algunos ejemplos son los siguientes: en el 827 Eugenio II, en 1140 Inocencio II, en 1170 en el Concilio de Letrán Èugenio III. Inocencio IV los prohibió por tres años en el Concilio de León en 1245 pero no fue una abolición absoluta y se siguieron celebrándose los Torneos.
En tiempos del famoso Felipe el Atrevido de Francia, el papa Nicolás III excomulgó a cuantos combatientes y espectadores concurrieron a ese torneo celebrado en 1279.
Finalmente Nicolas IV en 1288 y Clemente V renovaron su prohibición a estos ejercicios militares.
No obstante esto, ni en el seno de la Iglesia hubo unanimidad sobre este tema ya que hubo papas como Urbano V que participó como espectador (El rey de Francia Juan II ofreció a Urbano V un torneo después de haber estado prisionero en Londres por la batalla de Poitiers dirigiéndose a la ciudad de Avignon con objeto de hacerse cruzado).
Otros que los toleraron e incluso participaron como espectadores.
Aunque hubo reyes que siguieron la prohibición de los torneos como el rey de Francia Felipe Augusto.
Hasta los mismos reyes participaron en ellos, como fueron Carlos VI, Francisco I y el desdichado Enrique II.
[editar] Lugares de celebración
El sitio en que se verificaba los torneos eran por lo general una plaza pública, un espacioso circuito o tela magnífica y a su alrededor se colocaban dos órdenes de barreras desplegando con gran lujo de detalles adornos, tapices, banderas, gallardetes, escudos de armas, etc.
Por otra parte, como la sociedad era estamental se construían varios tablados suntuosos para las personas reales, nobleza, jueces de campo y de paz y caballeros con experiencia en dicho torneos, reyes de armas, farutes, perservantes, músicos y otros.
Ocupaba el pueblo llano un lugar especial.
Cerca del palenque se instalaban algunas tiendas para los caballeros, los escuderos, los criados y oficiales destinados al servicio de la plaza.
[editar] Publicidad de los Torneos
Se anunciaban los Torneos con bastante anticipación para que los participantes combatientes se fueran preparando.
Eran los heraldos y reyes de armas los encargados de dar publicidad al evento.
Recorrían cortes, castillos y ciudades, mientras tanto en el lugar indicado se hacían todos los preparativos para el día de la fiesta.
[editar] Vísperas del Torneo
Las vísperas del Torneo corrían a cargo de los escuderos que realizaban una especie de justa con armas ligeras y poco peligrosas que se denominaban prueba, ensayo, o esgrima.
Según iban llegando los caballeros al lugar de la cita colgaban sus escudos de armas en un sitio público como el patio del castillo o los claustros de algunas iglesia o monasterio.
Un rey de armas se encargaba de comunicar a todos que iban a verlos los nombres de los caballeros a quienes pertenecían.
[editar] Quienes podían participar en el evento
Según las leyes del buen rey Rene solo podían participar en el evento los príncipes o los más altos barones.
El escudo debía quedar intacto para que no hubiera nada que tildar en él.
Si alguna dama o caballero se hallaban ofendidos de cualquier modo, por ir algunos que iban a combatir, podía volver o tocar su escudo y con solo eso se daba parte inmediatamente a los jueces.
Estos después de un detenido examen de la situación decidían el castigo que se había hecho acreedor el caballero en cuestión.
Si a pesar de eso se presentaba al día del Torneo descargaban contra él los demás participantes un gran número de golpes de lanza y solo podían salvarse por los ruegos de las damas.
[editar] El día del Torneo
El día del evento había una gran expectación en el lugar elegido.
Se preparaban todos para acudir al sitio señalado deplegando según sus clases y posición gran lujo en vestimentas, trajes, caballos, paramentos, arneses, adornos, armas, etc.
Dada la señal de comienzo al son de instrumentos marciales que alegraban los ánimos de los allí concertados (fanfarrias) se presentaban los caballeros en la liza con numeroso séquito.
[editar] Las leyes del Torneo
Las leyes del torneo eran las siguientes:
- Primero.- En no herir de punta al contrario.
- Segundo.- En no pelear fuera de filas.
- Tercero.- Ni pelear varios caballeros contra uno solo.
- Cuarto.- En no herir al caballo del rival.
- Quinto.- Descargar sólo los golpes al rostro y pecho del rival.
- Sexto.- En no herir al caballero que se alzara la visera.
Las damas elegían un juez de paz para recordar la clemencia cuando por alguna falta de cortesía o violación de las leyes de caballería un combatiente se veía rodeado de varios contrarios.
Se seguían con gran expectación los movimientos de los caballeros con gran ánimo y júbilo por parte del público asistente al evento.
Se aplaudían las suertes y lances en que más se distinguían la pericia y valor de los combatientes.
El vencido y las armas quedaban a disposición del vencedor.
Los vencedores eran saludados con frenéticas aclamaciones y con prolongados aplausos al compás de marchas marciales.
Los triunfadores eran conducidos a recibir de mano de los jueces o de las damas el justo premio de su victoria (véase Robin Hood).
Los premios ofrecidos se ponían a los pies de las señoras de sus pensamientos.
Para terminar se realizaba un banquete en la que los caballeros participantes en el evento eran colmados de atenciones.
[editar] Los distintos juegos del Torneo
En los Torneos tenían lugar varios juegos de distintos nombres como el carrusel, la quintena, la sortija además se arrojaban el dardo, rompían las lanzas, etc.
El carrusel consistía en una fiesta militar con carros y decoraciones en que se representaban hechos de los antiguos héroes y paladines.
Uno de los más famosos fue un celebrado en el año 1750 en Berlín por el rey de Rusia.
El más magnífico y singular fue uno dado por Catalina II, en el cual las damas corrieron con los caballeros y ganaron el premio.
La sortija consistía un ejercicio en que los caballos iban a galope y los jinetes debían atravesar un anillo colgado.
La quintena era un juego en que descargaban sus golpes a un maniquí movible, dispuesto de un eje de tal modo que herido en la frente se volvía y asentaba un fuerte garrotazo sobre el torpe asaltador.
Habían otras diferentes suertes que fuera largo enumerar.
[editar] Paso de armas
Se mostraba el valor que distinguía aquellos valerosos caballeros en el que se enfrentaban sujetos a ciertas reglas.
Por cierto número de días, uno o varios caballeros defendían contra cuantos pasaban por las inmediaciones del castillo, puente, camino o encrucijada en la que se proponían defender (véase la película Excalibur en la que Láncelot defiende el paso de un puente ante Arturo).
Una de las más valerosas de este paso de armas acontecidas en España fue la que realizó Suero de Quiñones con su paso honroso de la puente de Orbigo.
Este hecho se halla certificado en una acta que se redactó comprensiva de cuantos hechos particulares, desafíos, carteles, mensanjes, cartas, juramentos acontecieron describiendo fantasticamente los Torneos de la Edad Media.
En este paso honroso del puente de Orbigo fue defendido por Suero de Quiñones, cerca del puente de Ordigo, distante seis leguas francesas de Leon y tres de Astorga por espacio de treinta días en 1434.
Nueve hijosdalgo de limpia sangre se ofrecieron como participantes de la empresa que iba a realizarse.
Sus nombres eran los siguientes según el Libro del Paso honroso: López de Estuguiña, Diego de Bazan, Pedro de Nava, Alvaro, Sancho de Ravanal, Lope de Aller, Diego de Venavides, Pedro de los Ríos, Gomez de Villacorta.
Con los sostenedores del paso honroso fueron como jueces Pedro Barba y Gomez Arias de Quiñones junto al notario del rey Pedro Rodriguez Delena.
Se presentaron delante del rey en uno de enero de 1474 en Medina del Campo.
Partido que hubo el rey de armas y algunos farautes para hacer la publicación del paso comenzaron los preparativos para la función de armas proyectada.
Se reunieron gran número de armas y caballeros y trecientos carros de bueyes ocupados de transportar la madera necesaria para construir los cadalsos, liza, salas, etc.
Alrededor de la liza se construyeron siete cadalsos, una para los mantenedores del paso, dos para los caballeros extranjeros, uno para los jueces de armas, rey de armas, farantes, trompetas y escribanos, otro para los generosos, famosos, honrados caballeros, y otros dos para el público y las trompetas y oficiales de los caballeros.
Había dos puertas. En una entraban los mantenedores y por otra los caballeros.
Se levantaron también veintidós tiendas para vestirse y descansar los mantenedores, aventureros, reyes de armas, farautes, herreros, médicos, cirujanos, lanceros, sastres, bordadores, etc.
Hubo una gran concurrencia.
LLegado el día señalado para dar principio al paso se presentaron en el puente de Orbigo tres caballeros uno alemán y dos valencianos.
Al día siguiente 12 de julio de 1434 Suero de Quiñones fue con sus compañeros a oír misa y vueltos de ella salieron poco después con gran aparato a recibir su campo y liza.
Montaba el jefe Suero de Quiñones un brioso caballo con paramentos azules y en la divisa el mote Il faut deliberer.
Formaban parte de la comitiva los trompetas y atabales del rey y de los caballeros.
Buen número de estos caballeros iban a pie al lado de Suero y alguno le llevaba el caballo de las riendas.
Para el servicio de liza se nombraron treinta escuderos, con gran número de ballesteros y piqueros, con sus respectivos capitanes.
Dada la señal entraron en liza Quiñones y después un caballero alemán.
Mandaron sonar los jueces la música con grandes estruendos y en un tono rasgado de romper la batalla, al propio tiempo que el rey de armas y el faraute dieron el comienzo de la gala de esta manera Legeres aller, legeres aller, e fair son deber.
Los caballeros se lanzaron unos contra otros y se arremetienron lanza en ristre y comenzaron tan famosas fiestas con multitud de lances durante el tiempo que estuvo abierta la liza, con gran gentileza y gallardía de los combatientes.
Hubo un gran lujo de detalles y aparato que desplegaron, los encuentros y hechos de armas que tuvieron lugar.
[editar] Capítulo XXII de las Ordenanzas de la Orden de Caballería de la Banda
Para complementar el artículo se inserta como curiosidad histórica el capítulo XXII de las Ordenanzas de la orden de caballería de la Banda documento no muy conocido que en 1330 instituyó Alfonso XI, cuyo original se conserva en Briones (Navarra) y dice lo siguiente: Decimos que la primera cosa que deben haver los fieles quando los cavalleros quisieren comenzar el torneo que an a catar las espadas que las non trayan agudas en el tajo nin en la punta, sin no que sean romas, et eso mesmo que caten que non trayan agudos los arcos de las carelinas; et otrosi que tomen jura a todos los cavalleros que non den con ellas de punta en ninguna guisa nin de rebes el rostro, et otrosi alguno cayere la carelina o el yelmo que non den fasta que la ponza; et otrosi si alguno cayese en tierra que el non estropellen, otrosi hanles de decir los fieles que comienzen el torneo quando tanniern las trompetas e los atabales, et quando quieren tender el annafil que se retiren fuera, e se recojan cada uno a su parte; et otrosi decimos que si el torneo fuere grande de muchos cavalleros en que aya pendones de cada parte, et se ovieren a tramar los cavalleros los vnos de los otros para se derribar de los cavallos, que los cavallos de los cavalleros que fueren ganados de la vna parte e de la otra que sean levaodos a do estudieren los pendones, et que no sean dados a los cavalleros que los perdieren fasta que sea el torneo pasado, et otrosi decimos que desque fuere pasado el torneo que se denen ayunar, todos los fieles e decir e escoger por la verbat que son tenudos de decir así como fieles segunt su entendimiento qual cavallero ovo la mejoría del torneo, también los de una parte como de la otra, porque den prez al vn cavallero de la vna parte e al otro de la otra, que fallaren que anduvieren y mejor e si fuere el torneo de treinta cavalleros ayuso decimos que aya quatro fieles de la una parte e otros quatro de la otra; et si fuere de cincuenta cavalleros o dende arriba que sean de ho fieles de la una parte et otros de ho de la otra, et si fuere el torneo de cient cavalleros o más, que sean doce fieles de la vna parte et doce de la otra.
La Conclusión de este artículo es que en la Edad Media prevalecían las ideas caballerescas sobre otro tipo de circunstancias, es decir se cumplía el lema siguiente: Dios, mi rey y mi dama y la Caballería era el instituto o cuerpo armado decisivo en el resultado de las batallas ocupando los soldados a pie un papel más secundario, hasta que ya a partir del siglo XIV aparece la infanteria suiza con batallones de infantería de erizadas picas, como premonición del advenimiento de la infanteria a partir del siglo XVI en Europa.
Pero en los Torneos no solo se ponía en juego el espíritu caballeresco ya que también servían para cultivar el ardor guerrero y prepararse para futuras contiendas militares. Eran unos ejercicios o juegos militares en tiempos de paz.
[editar] Bibliografía complementaria
Para conocer más a fondo los Torneos en la Edad Media cosultar los siguientes documentos:
- Ordenanzas de la orden de caballería de la Banda que instituyó el rey de Castilla Alfonso XI en 1330, cuyo original se conserva en el archivo de la villa de Briones en Navarra.
- Ceremonial o sumario de batalla a todo trance escrito en Lemosin en 1470.
- Libro del Paso honroso defendido por el excelente caballero Suero de Quiñones, copilado de un libro a mano de por F. Juan de Pineda,1902, New York, De Vinne Press.
- Francisco de Paula Canalejas.- Los poemas caballerescos y los libros de caballería, 1876, Madrid.
- Francisco de Alcocer.-Tratado del juego en el qualse trata de las apuestas, suertes, torneos, fustas, Salamanca 1559.
- Les tournois du roi René d apres le manuscrit et les demin originaux de la Bobliotheque Royale, 1828 París.
- Franciso Carrera i Candi.-La caballería a Cataluña..., Barcelona 1899.