Vesícula biliar
De Wikipedia, la enciclopedia libre
La vesícula biliar, es un órgano localizado por debajo del hígado, formando parte del aparato digestivo de todos los seres humanos.
Su forma es ovoide y se conecta con el intestino delgado (duodeno) por la vía biliar (el conducto cístico y luego por el colédoco). Su función es la acumulación de bilis, y que libera al duodeno a través de los conductos arriba reseñados, entrando en el mismo a través de la papila y ampolla de Vater. La vesícula biliar es más conocida por los potenciales problemas que trae que por su función: por ejemplo es el lugar de asiento de los cálculos de sales biliares (piedras) que obstruyen la vía biliar y generan patología inflamatoria muchas veces quirúrgica (colecistitis, pancreatitis, etc.)muchas otras se eliminan con medicamentos. Dicha vía biliar además de obstruirse puede ser asiento de tumores.
La vesícula se localiza debajo del hígado, almacena y concentra la bilis que se produce en dicho órgano y que ayuda en la digestión de las grasas. La bilis es liberada por la vesícula biliar en la parte superior del intestino delgado (duodeno), en respuesta al alimento, especialmente de las grasas. Las condiciones que retrasan u obstruyen el flujo de la bilis ocasionan la enfermedad de la vesícula biliar.
Tabla de contenidos |
[editar] Función
La función de la vesícula es almacenar la bilis segregada por el hígado y que alcanza la vesícula a través de los conductos hepático y cístico, hasta ser requerida por el proceso de la digestión esta segregacion es utilizada como emulsificante un ejemplo es cuando el individuo ingiere tacos de carnitas la bilis segrega la sustancia emulsificante para producir esferas de grasa asi poder digerir mejor los lipidos cuando esta en buen estado esta sustancia se vierte por el coledoco en el duodeno para facilitar la digestión, favorece los movimientos intestinales y la absorción, evita la putrefacción, y emulsiona las grasas. Véase Aparato digestivo; Intestino. La vesícula biliar es un órgano pequeño, en forma de pera, que tienen por término medio de 3 a 6 pulgadas (5 a 7,6 cm) de largo. Está situada debajo del hígado, parcialmente oculta por éste, y va conectada a él y al intestino delgado mediante unos tubos de poco diámetro denominados conductos biliares. La bilis - líquido de color pardo verdusco, esencial para la digestión de los alimentos grasos - es segregada por el hígado, que la pasa a la vesícula, la cual actúa de receptáculo y reservorio de la misma.
[editar] Cálculos biliares
Los cálculos son acrecencias de materias sólidas que se forman en la vesícula. Pueden ser tan pequeños como granos de arenilla o, en ocasiones excepcionales, tan grandes que ocupan toda la vesícula. La mayor parte, sin embargo, suelen ser de tamaño intermedio, es decir de menos de 20 mm, o sea aproximadamente una pulgada.
Hay dos clases principales de cálculos biliares:
Los de colesterol, compuestos en su mayor parte por esa sustancia, que representan como el 80% de todos los casos diagnosticados en los Estados Unidos.
Los pigmentarios, constituidos en su mayor parte por sales cálcicas de pigmentos biliares y otros compuestos, a los que corresponde el 20% restante de los casos diagnosticados.
Puesto que la mayoría de los pacientes tienen cálculos de colesterol, es posible tratarlos sin recurrir a intervención quirúrgica. La clase de cálculo es importante, ya que sólo los cálculos de colesterol pueden tratarse por métodos no quirúrgicos.
¿Los cálculos siempre dan qué hacer?
En muchos pacientes, los cálculos permanecen "mudos," es decir asintomáticos, y plantean pocos problemas de importancia. No obstante, cuanto más tiempo hayan estado presentes, mayor será la probabilidad de que causen complicaciones. En un paciente determinado, la probabilidad de que un cálculo mudo produzca malestar es de aproximadamente el 3% por año. Así pues, al cabo de 20 años la mayor parte de las personas que tienen cálculos asintomáticos acabarán por experimentar síntomas. Una vez aparecidos, los síntomas persisten. Y si el problema afecta a personas mayores, el tratamiento puede hacerse mucho más difícil, sobre todo si la persona tiene otros problemas médicos.
A medida que aumentan de tamaño, los cálculos pueden obstruir el orificio de salida de la vesícula biliar y con ello dar lugar a trastornos de carácter serio. La obstrucción puede comenzar en forma gradual u ocasional, acompañada de inflamación de la vesícula (colecistitis crónica), y terminar en obstrucción total, con inflamación aguda de la vesícula (colecistitis), cuadro éste que exige intervención quirúrgica.
Pueden producirse otras complicaciones cuando los cálculos obstruyen el conducto biliar común (colédoco) que conduce al intestino. Es también posible la infección de los conductos biliares (colangitis aguda), que se acompaña de escalofríos y fiebre. Los pigmentos biliares se acumulan a veces en la sangre, produciendo ictericia, que se manifiesta por una coloración amarillenta de la piel. Puede asimismo ocurrir una inflamación aguda del páncreas (pancreatitis). Si el conducto biliar permanece obstruido durante un período prolongado, el hígado se daña, pudiendo sobrevenir la insuficiencia hepática e incluso la muerte. En raras ocasiones, pasan al intestino delgado cálculos grandes, que forman obstrucciones cerca de la unión entre el intestino delgado y el grueso.
¿Qué signos y síntomas producen los cálculos biliares?
Son muchas las personas que, teniendo cálculos biliares, carecen de síntomas. Cuando los síntomas se hacen evidentes, la persona portadora de cálculos biliares puede experimentar:
Dolor fuerte y seguido en el abdomen superior; este dolor puede propagarse al tórax, hombros y espalda, y se confunde a veces con los síntoma de un ataque al corazón.
Indigestión, náuseas o vómito.
Dolor intenso de abdomen y sensibilidad al tacto en el lado derecho del abdomen cuando la vesícula biliar está inflamada.
Ictericia, escalofríos y fiebre cuando los cálculos biliares impiden el paso de la bilis.
¿Cómo se diagnostican los cálculos biliares?
La mayoría de los cálculos biliares pueden descrirse mediante técnicas sencillas e indoloras. Los pacientes que se quejan de dolor abdominal o de malestar gastrointestinal reciben a menudo análisis específicos destinados a diagnosticar la presencia de cálculos.
Con frecuencia, basta una radiografía ordinaria del abdomen para descubrir los cálculos, sobre todo si son ricos en calcio.
Hay otra técnica más sensible, denominada, ultrasonografía, con la que se produce una imagen o fotografía de la vesícula y de los conductos biliares, permitiendo al médico determinar si hay algún cálculo presente, cualquiera que sea su clase. Esté método es el que más se emplea, por no emitir radiaciones.
Una tercera técnica se denomina colecistografía y requiere la deglución previa de unas pastillas que contienen colorantes. El colorante pasa del torrente sanguíneo a la bilis y pone de relieve el contorno de ésta de manera que puedan detectarse los cálculos mediante radiografía.
Cuando se sospecha la presencia de cálculos en los conductos biliares son necesarios procedimientos más complicados.
En la CPER (colangiopancreatografía endoscópica retrógrada) se introduce en el intestino delgado un tubo flexible que se pasa al conducto biliar; seguidamente se inyecta en los conductos un colorante y se toma una radiografía.
Cuando se se emplea la técnica llamada CPT (colangiografía percutánea transhepática), se atraviesa el abdomen con una aguja muy delgado que se hace pasar hasta la red de conductos del hígado. Seguidamente se inyecta colorante y se toma una radiografía.
¿Cómo se tratan los cálculos biliares?
Aunque la vesícula biliar es un órgano importante, no es esencial para la vida. Muchos pacientes con cálculos biliares - o con complicaciones resultantes de tales cálculos - se someten a extirpación quirúrgica de la vesícula (colecistectomía), operación sin grave peligro que es una de las practicadas con mayor frecuencia por todo el mundo. En los Estados Unidos, se hace más de 500.000 veces al año. El riesgo quirúrgico aumenta con la edad y si el paciente padece otras enfermedades. Extraída la vesícula, la bilis fluye directamente del hígado al intestino delgado. El efecto sobre la digestión puede ser escaso o nulo. Sin embargo, en algunos pacientes es posible que no desaparezcan los síntomas de flatosidad, dolor, distensión por gases del abdomen, o náuseas. Hay un medicamento oral, el ursodiol, que disuelve los cálculos de colesterol y en muchos casos puede usarse con seguridad y eficacia como substituto de la extirpación quirúrgica de la vejiga. El ursodiol es un ácido biliar natural que reduce la concentración de colesterol en la bilis y que en mucho casos disuelve lentamente los cálculos, según el tamaño de éstos, en la plazo de 6 a 24 meses.
Numerosas personas que presentan cálculos de colesterol y en quienes no hay obstrucción alguna de los conductos de entrada o salida de la bilis en la vesícula, son susceptibles de tratamiento con ursodiol. El fármaco se tolera sumamente bien, siendo raros los casos observados de diarrea, que suele se leve y pasajera. Ha sido ampliamente utilizado y ensayado en Europa, Asia y los Estados Unidos.
Otra posibilidad de sustituir la cirugía es la de valerse de la exploración con fines investigatorios. La litotripsi por ondas de choque es una nueva técnica que utiliza ondas sonoras de origen externo para fragmentar finamente los cálculos biliares. Los fragmentos se disuelven después con el ursodiol administrado por vía oral, si bien es posible que algunos cálculos pasen al exterior en forma espontánea.
Nada menos que la mitad de los pacientes que se sometieron a estos procedimientos no quirúrgicos - que dejan intacta la vesícula - no experimentaron reincidencia de cálculos al cabo de 5 años de observación. Entre los que sí tuvieron recidiva, sólo un pequeño porcentaje manifiesta sintomatología, según se desprende de un estudio reciente. Y para estos últimos, la repetición del tratamiento proporciona alivio.
[editar] General
Dieta Alimenticia Recomendada tras estirpación de Vesícula: