Usuario:Filipo/Mercantilismo
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[editar] Traducción del francés
El mercantilismo es una manera de concebir la economía y que es la dominante entre el Siglo XVI y mediados del Siglo XVIII en Europa. Los pensadores mercantilistas preconizan el desarrollo económico por medio del enriquecimiento de las naciones gracias al comercio exterior, lo que permite deshacerse de los excedentes de la balanza comercial. El Estado desarrolla un papel primordial en el desarrollo de la riqueza nacional, al adoptar políticas proteccionnistas en particular estableciendo barreras tarifarias y medidas de apoyo a la exportación.
El mercantilismo como tal no es una corriente de pensamiento. Marca el final de la preeminencia de la ideología económica del cristianismo (la crematística), inspirada en Aristóteles y Platón que rechazaba la acumulación de riquezas y los préstamos. El mercantilismo surge en una época en la que los reyes desean poseer el máximo oro posible. Las teorías mercantilistas buscan ese objetivo y desarrollan una problemática basada en el enriquecimiento. Esta corriente se basa en un sistema de análisis de los flujos económicos muy simplificado en el que por ejemplo no se tiene en cuenta el papel que desempeña el sistema social.
A lo largo de este periodo durante el cual las hipótesis evolucionaron, aparece una literatura compleja, que da idea de que exista una corriente vagamente unificada. En el Siglo XIX, se extenderá por la mayoría de las naciones europeas, adaptándose a las características nacionales. Entre las escuelas mercantilistas se distingue: el bullionismo (o "mercantilismo español") que propugna la acumulación de metales preciosos; el colbertismo (ou "mercantilismo francés") que por su parte se inclina hacisa la industrialización; y el comercialismo (o "mercantilismo británico") que ve en el comercio exterior la fuente de la riqueza de un país.
A partir de esa época, las cuestiones económicas dejan de pertenecer a los teólogos. La Edad Moderna marca un giro con la progresiva autonomía de la economía frente a la moral y la religión así como frente a la política. Esta enorme ruptura se realizará por medio de consejeros de los gobernantes y por los comerciantes[1]. Esta nueva disciplina llegará a ser una verdadera ciencia económica con la fisiocracia. Entre los muchos autores mercantilistas, hay que destacar a Jean Bodin (1530–1596), Antoine de Montchrétien (1576–1621), William Petty (1623–1687).
Adam Smith, que lo critica con dureza en La Riqueza de las Naciones, califica el mercantilismo como una "economía al servicio del Príncipe".
[editar] Teoría mercantilista
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Casi todos los economistas europeos que escriben entre 1500 y 1750 son calificados en nuestros días como mercantilistas, a pesar de que ellos no se consideraban partícipes de una única ideología. El conde de Mirabeau fue el primero que utilizó ese término en 1763, pero quien lo popularizó fue Adam Smith en 1776[2] antes de que lo adoptaran los historiadores. El término viene del latín mercari, que significa comerciar, y merx, mercancía.
El mercantilismo no es una corriente de pesamiento propiamente dicha, ya que no es una teoría económica unificada. Ningún autor mercantilista propuso un sistema que presentara el funcionamiento ideal de una economía, tal como lo hará más adelante Adam Smith en el marco de la economía clásica. Cada autor mercantilista se especializó en un terreno específico de la economía[3]. Sólo más adelante los investigadores agruparon esos diversos trabajos en un corpus teórico que formó el mercantilismo, como por ejemplo Eli F. Heckscher[4] que ve en los escritos de la época a la vez un sistema de poder político, un sistema de reglamentación de la actividad económica, un sistema proteccionista y también un sistema monetario con la teoría de la balanza comercial. Sin embargo otros autores rechazan la idea de un sistema mercantilista basado en una unidad ficticia de trabajos muy heterogéneos[5]. El historiador del pensamiento económico Mark Blaug hace notar que el mercantilismo fue calificado con el paso del tiempo como "molesto equipaje", "diversión de historiografía", y de "gigantesco globo teórico"[6].
Sin embargo, podemos encontrar parámetros comunes en los distintos autores. Así, los mercantilistas conciben el sistema económico como un juego de suma cero, la ganancia obtenida por un agente comporta la pérdida por parte de otro agente, o siguiendo la famosa máxima de Jean Bodin "no hay nada que alguien gane que otro no pierda" (Los Seis libros de la República). Por esa razón, cualquier política económica que beneficie a un grupo de individuos por definición resultará nefasta para otro, y la economía no cumple ninguna función para maximizar el bienestar social.[7] Parece que los escritos mercantilistas se hayan creado en general para justificar a posteriori políticas, más que para evaluar su impacto y determinar así el mejor modo de llevarlas a término.[8]
Las primeras teorías mercantilistas desarrolladas a principios del Siglo XVI estuvieron marcadas por el bullionismo (del inglés bullion: oro en lingotes). A ese respecto, Adam Smith escribía:
La doble función que cumple el Dinero, como instrumento de comercio y como medida de los valores, ha hecho que se produzca de modo natural esa idea popular de que el DInero hace la riqueza, o que la riqueza consiste en la abundancia de oro y plata […]. Se razona de la misma manera con respecto a un país. Un país rico es aquél en el que abunda el dinero, y el medio más sencillo de enriquecer el suyo, es amasar el oro y la plata […]. Debido al creciente éxito de estas ideas, las diferentes naciones de Europa se han dedicado, aunque sin demasiado éxito, a buscar acumular oro y plata de todas las maneras posibles. España y Portugal, poseedores de las principales minas que proveen a Europa de esos metales, han prohibido su exportación amenazando con graves represalias, o la han sometido a enormes tasas. Esta misma prohibición ha formado parte de la política de la mayoría de las naciones de Europa. Uno la encuentra incluso donde menos lo esperaría, en algunas antiguas actas del parlamento de Escocia, qui prohiben, bajo fuertes penas, transportar oro y plata fuera del reino. La misma política se puso en marcha en Francia y en Inglaterra
(Riqueza de las Naciones, Libro IV, capítulo I)
Durante ese periodo, importantes cantidades de oro y plata fluían desde las colonias españolas del Nuevo Mundo hacia Europa. Para los escritores bullionistas, como Jean Bodin o Thomas Gresham, la riqueza y el poder del Estado se miden por la cantidad de oro que poseen. Cada nación debe pues acrecentar sus reservas de oro a expensas de las demás naciones para hacer crecer su poder. La prosperidad de un Estado se mide, según los bullionistas, por la riqueza acumulada por el gobierno, sin mencionar la renta nacional. Este interés hacia las reservas de oro y plata se explica en parte por la importancia de esas materias primas en tiempos de guerra. Los ejércitos, que contaban con muchos mercenarios, eran pagados con oro. Quitando a los pocos países europeos que controlaban las minas de oro y plata, la principal manera de obtener esas materias primas era el comercio internacional. Si un Estado exportaba más de lo que importaba, su "balanza del comercio" (lo que corresponde en nuestros días a la balanza comercial) era excedentaria, lo que se traducía en una entrada neta de dinero. Esto llevó a los mercantilistas a proponer como objetivo económico el tener un excedente comercial. Se prohibía estrictamente la exportación de oro. Los bullionistas también eran partidarios de poner en marcha tasas de interés altas para animar a los inversores a invertir su dinero en el país.
En el Siglo XVIII se desarrolló una versión más elaborada de las ideas mercantilistas, y que rechazaba la visión simplista del bullionismo. Esos escritores, como Thomas Mun, situaban como principal objetivo el crecimiento de la riqueza nacional, y aunque seguína considerando que el oro era la riqueza principal, admitían que existían otras fuentes de riqueza, como las mercancías.
"(...) no es la gran cantidad de oro y plata lo que constituye la verdadera riqueza de un Estado, ya que en el mundo hay Países muy grandes que cuentan con abundancia de oro y plata, y que no se encuentran más cómodos, ni son más felices […]. La verdadera riqueza de un Reino consiste en la abundancia de las Mercancías, cuyo uso es tan necesario para el sostenimiento de la vida de los hombres, que no pueden pasarse de ellas;"
(Vauban, Proyecto de una dixma real, 1707, pp. 77-78)
El objetivo de una balanza comercial excedentaria seguía persiguiéndose pero desde ese momento se veía interesante importar mercancías de Asia por medio de oro para revender luego esos bienes en el mercado europeo con importantes beneficios.
"Y para dejar la cosa aún más clara, cuando decimos […] que 100.000 libras exportadas en efectivo pueden servir para importar el equivalente aproximado de 500.000 libras esterlinas en mercancías de las Indes Orientales, hay que entender que la parte de esa suma que puede llamarse con propiedad nuestra importacion, al ser consumida en el reino, tiene un valor de unas 120.000 libras esterlinas anuales. De manera que el resto, es decir 380.000 libras, es mercancía exportada al extranjero bajo la forma de nuestros tejidos, nuestro plomo, nuestro estaño, o de cualquier otro producto de nuestro país, con gran aumento del patrimonio del reino y eso en el tesoro, por lo que podemos comcluir que el comercio de las Indias Orientales pprovee a ese fin."
(Thomas Mun, A Discourse of Trade from England unto the East-Indies, 1621)
Esta nueva visión rechazaba a partir de ese momento la exportación de materias primas, que una vez transformadas en bienes finales constituían una importante fuente de riqueza. Mientras el bullionismo había favorecido la exportación en masa de lana de Gran Bretaña, la nueva generación de mercantilistas apoyaba la prohibición total de exportar materias primas y propugnaba el desarrollo de industrias manufactureras domésticas. Al necesitar las industrias importantes capitales, en el Siglo XVIII se vio una reducción de las limitaciones contra la usura. Como muy bien demostró William Petty, la tasa de interés se ve como una compensación por las molestias ocasionadas al prestador al quedar sin liquidez. Un resultado de esas teorías fue la puesta en marcha de las Navigation Acts a partir de 1651, que dieron a los barcos ingleses la exclusiva en las relaciones entre Gran Bretaña y sus colonias, prohibiendo a los holandeses el acceso a ciertos puertos para restringir la expansión de los Países Bajos.
Las consecuencias en materia de política interior de las teorías mercantilistas estaban mucho más fragmentadas que sus aspectos de política comercial. Mientras Adam Smith decía que el mercantilismo apelaba a controles muy estrictos de la economía, los mercantilistas no estaban de acuerdo entre si. Algunos propugnaban la creación de monopolios y otras cartas patentes. Pero otros criticaban el riesgo de corrupción y de ineficacia de tales sistemas. Muchos mercantilistas también reconocían que la instauración de cuotas y de control de precios propiciaba el mercado negro. En cambio, la mayor parte de los teóricos mercantilistas estaban de acuerdo en la opresión económica de los trabajadores y agricultores que debían vivir con unos ingresos cercanos al nivel de supervivencia, para maximizar la producción. Unos mayores ingresos, tiempo libre suplementario o una mejor educación de esas poblaciones contribuirían a favorecer la holgazanería y perjudicarían la economía[9]. Esos pensadores veían una doble ventaja en el hecho de disponer de abundante mano de obra: las industrias que se desarrollaban en esa época precisaban de mucha mano de obra y además eso reforzaba el potencial militar del país. Los salarios se mantienen pues a un bajo nivel para incitar a trabajar. Las leyes acerca de los pobres (Poor Laws) en Inglaterra persiguen a los vagabundos y hacen obligatorio el trabajo. El ministro Colbert hará trabajar a niños con seis años en las manufacturas de Estado.
[editar] Orígenes
Los investigadores no se ponen de acuerdo respecto al papel real desempeñado por las ideas mercantilistas a lo largo de estos 250 años.[10] Algunos de ellos, representados por Jacob Viner, consideran que las ideas mercantilistas que parecían de sentido común tuvieron un lugar importante y permanecieron únicamente porque en aquella época los investigadores no disponían de herramientas analíticas que les permitiesen cuestionar dichas teorías. Una segunda escuela, en la que hay que incluir especialmente a Robert B. Ekelund, sostiene que el mercantilismo no fue un error histórico, sino el mejor sistema que los investigadores eran capaces de elaborar en quella época. Esta escuela opina que las políticas mercantilistas fueron desarrolladas y llevadas a cabo por comerciantes y altos funcionarios que buscaban rentas. Los comerciantes se beneficiaron mucho de los monopolios, de las restricciones a la competencia extranjera y del deliberado mantenimiento del umbral de spervivencia para los trabajadores. Los gobiernos se beneficiaron de unas elevadas tasas aduaneras y de los productos adquiridos por los comerciantes. Si las ideas económicas posteriores fueron desarrolladas por investigadores y filósofos, prácticamente todos los autores mercantilistas eran comerciantes o funcionarios.[11]
El mercantilismo se desarrolló en plena transición de la economía europea. Las antiguas potencias feudales veían cómo eran sustituídas por Estados centralizados. Los avances técnológicos en la navegación y el desarrollo de los centros urbanos acarrearon un rápido crecimiento del comercio internacional.[12] El mercantilismo se preocupó por las condiciones que permitieran al comercio ser lo más beneficioso posible para los Estados. Otro importante cambio fue la introducción de la Contabilidad en dos partes y de la contabilidad moderna. Esta contabilidad permitió presentar de modo claro los flujos de comercio, contribuyendo al estudio riguroso de la balanza comercial[13].
Antes de la emergencia de las ideas mercantilistas, el mejor trabajo económico en Europa había sido desarrollado por los teóricos escolásticos. El objectivo de esos pensadores era encontrar un sistema económico compatible con las doctrinas cristianas de piedad y justicia. Se interesaban principalemente en los intercambios a nivel local entre individuos. El mercantilismo estaba al mismo nivel que las otras teorías de la época. Este perido vio la adopción de la realpolitik preconizada por Nicolás Maquiavelo y la primacía de la Razón de Estado en las relaciones internacionales. La idea mercantilista de que el comercio es un juego de suma cero, en el que cada agente trata de ecnontrar su ventaja, se integró en los trabajos de Thomas Hobbes. Esta visión pesimista de la naturaleza humana también se encuentra en la versión puritana del mundo, y en las legislaciones mercantilistas más características, como las leyes sobre navegación instauradas por el gobierno de Oliver Cromwell[14].
[editar] Políticas mercantilistas
Las ideas mercantilistas fueron la ideología económica dominante en toda Europa al principio de la Edad Moderna, en mayor o menor medida. Francia e Inglaterra contribuyeron mucho a difundir esas tesis.
[editar] En Francia
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En Francia, el mercantilismo nace a principios del Siglo XVI, poco tiempo después del reforzamiento de la monarquía. En 1539, un real decreo prohíbe la importación de mercancías a base de lana de España y de una parte de Flandes. El año siguiente se imponen restricciones a la exportación de oro[15]. Se multiplican las medidas proteccionistas a lo largo del siglo. Jean-Baptiste Colbert, ministro de finanzas durante 22 años, fue el principal impulsor de las ideas mercantilistas en Francia, lo que hizo que algunos hablaran de colbertismo para designar el mercantilismo francés. Con Colbert, el gobierno francés se implicó mucho en la economía para acrecentar las exportaciones. Colbert eliminó los obstáculos al comercio al reducir las tasas aduaneras interiores y al construir una importante red de carreteras y canales. Las políticas desarrolladas por Colbert en conjunto resultaron eficaces, y permitieron que la industria y la economía francesas crecieran considerablemente durante ese periodo, convirtiendo a Francia en una de las mayores potencias europeas. No tuvo tanto éxito a la hora de convertir Francia en una gran potencia comercial equiparable a Inglaterra y a Holanda[16].
[editar] En Inglaterra
En Inglaterra, el mercantilismo alcanza su apogeo durante el periodo llamado del Long Parliament (1640–1660). Las políticas mercantilistas también se aplicaron durante los periodos Tudor y Estuardo, especialmente con Robert Walpole como principal partidario. El control del gobierno sobre la economía doméstica era menor que en el resto de Europa, debido a la tradición de la Common law y el progresivo poder del parlamento[17].
Los monopolios controlados por el estado se habían extendido, especialmente antes de la primera revolución inglesa, a pesar de que a menudo eran cuestionados. Los autores mercantilistas ingleses estaban divididos acerca de la necesidad de control de la economía interior. El mercantilismo inglés adoptó sobre todo forma de control del comercio internacional. Se puso en marcha un amplio abanico de medidas destinadas a favorecer la exportación y penalizar la importación. Se instauraron tasas aduaneras sobre las importaciones y subvenciones a la exportación. Se prohibió la exportación de algunas materias primas. Las Navigation Acts prohibían a los comerciantes extranjeros comerciar en el interior de Inglaterra. Inglaterra aumentó el número de colonias y, una vez estaban bajo control, se instauraban reglas para autorizar a producir sólo materias primas y a comerciar únicamente con Inglaterra. Esto condujo a progresivas tensiones con los habitantes de esas colonias y es una de las principales causas de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.
Estas políticas contribuyeron en gran medida a que Inglaterra se convirtiera en la mayor potencia comercial del mundo, y una potencia económica internacional. En el interior, la transformación de tierras no cultivadas en terreno agrícola tuvo un efecto duradero. Los mercantilistas pensaban que para hacer crecer el poderío de una nación, todas las tierras y recursos debían utilizarse al máximo, lo que les llevó a embarcarse en proyectos mayores como el drenaje de la región de Fens[18].
[editar] En otros países
Las demás naciones también adoptaron las tesis mercantilistas en distinto grado. Los Países Bajos, que se habían convertido en el centreo financiero de Europa gracias a su muy desarrollada actividad comercial, estaban poco interesados en restringir el comercio y sólo a última hora adoptaron algunas políticas mercantilistas.
El mercantilismo se desarrolló en Europa Central y en Escandinavia tras la Guerra de los Treinta Años (1618–1648), cuando Cristina de Suecia y Cristian IV de Dinamarca pasaron a preconizarlo. Los emperadores Habsburgo se interesaron bastante por las ideas mercantilistas, pero la extensión y la relativa descentralización de este Imperio hacía difícil la adopción de tales medidas. Algunos estados del Imperio adoptaron las tesis mercantilistas, especialmente Prusia, que tuvo bajo el mandato de Federico el Grande la economía más rígida de Europa. Con esta base doctrinal Alemania iba a gestar con esta base doctrinal una escuela llamada de los "cameralistas" que tendría influencia hasta el Siglo XIX.
Durante la crisis económica que afectó a España durante el Siglo XVII, ésta puso en marcha muchas políticas económicas sin demasiada coherencia, pero la adopción por Felipe V de medidas mercantilistas francesas suspuso un éxito.
Rusia bajo Pedro el Grande trató de poner en marcha el mercantilismo sin demasiado éxito debido a la ausencia una clase significativa de comerciantes o de une base industrial.

Las ideas mercantilistas también alimentaron los periodos de conflicto armado en los siglos XVII y XVIII. Al ser la idea dominante que el stock de riqueza es algo fijo, el único modo de aumentar la riqueza de un país debía hacerse en detrimento de otro. Muchas guerras, entre las que hay que contar las guerras anglo-holandesas, franco-holandesa, y franco-inglesa fueron ocasionadas por las doctrinas que preconizaban el nacionalismo económico. El mercantilismo contribuyó también al desarrollo del imperialismo, ya que todas las naciones que podían hacerlo trataban de apoderarse de territorios para hacerse con materias primas. A lo largo de este periodo, el poder de las naciones europeas se extendió por todo el planeta. A expensas de la economía interior, esta expansión creó monopolios, como la Compañía de las Indias o la Compañía de la Bahía de Hudson.
[editar] Críticas y desaparición
Muchos economistas o filósofos, como John Locke o David Hume, criticaron las ideas mercantilistas mucho antes de que Adam Smith desarrollara un análisis económico que pudiera sustituirlas. Los críticos subrayaron el fracaso de los mercantilistas a la hora de entender nociones como la ventaja comparativa que desarrollará David Ricardo con su famoso ejemplo sobre la especialización internacional: Portugal era un productor mucho más eficaz de vino que Inglaterra, mientras ésta última era relativamente más eficaz en la producción de ropa. Así, si Portugal se hubiera especializado en vino e Inglaterra en el textil, ambos países habrían ganado en el comercio internacional. En teoría económica moderna, el comercio ya no se contempla como un juego de suma cero, sino como un juego de suma positiva. Al imponer la adopción de restricciones a las importaciones y derechos aduaneros, los mercantilistas contribuyeron al empobrecimiento del país.
También se criticó la importancia concedida al oro, a pesar de que muchos mercantilistas trataron de minimizarr la importancia que se daba a la acumulación de metales preciosos. Adam Smith demostró que el oro era una mercancía similar a cualquier otra, y por ello no merecía un trato especial; el oro sólo es un un metal amarillo cuyo elevado valor sólo es debido a su escasez.
La primera corriente de pensamiento que cuestiona por completo el mercantilismo es la de los Fisiócratas en Francia. Sin embargo, sus teorías tenían muchos fallos y hay que esperar hasta la publicación de Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones de Adam Smith en 1776 para poder rechazar de modo definitivo lo que él llamó el "sistema mercantil". Este libro instaura las bases de lo que hoy se conoce como Economía clásica. Smith tuvo mucho empeño en rebatir las ideas mercantilistas y dedicó muchas páginas de su obra a esto. Sin embargo, la presentación que Smith hace de las ideas mercantilistas es juzgada como bastante simplista.[19]
Los historiadores sobre el pensamiento económico volvieron a replantearse el total cuestionamiento de las ideas mercantilistea, sobre todo volviendo a situar esas teorías en su contexto histórico. Los economistas siguen sin ponerse de acuerdo sobre la auténtica naturaleza del mercantilismo y sobre las causas que condujeron a su final. Para los que veían en el mercantilismo la defensa de intereses particulares, el final de esa corriente sucede tras un importante cambio en el poder. En Gran Bretaña, el mercantilismo retrocedió en cuanto el Parlamento obtuvo la capacidad de subvencionar a los monopolios, poder reservado hasta entonces al monarca[20].
Las leyes mercantilistas se suprimieron a lo largo del Siglo XVIII en Gran Bretaña, y a lo largo del XIX el gobierno británico optó por el librecambismo y el "laissez-faire" en materia económica, anticipado por los trabajos de Adam Smith. En el resto de Europa, el proceso fue distinto. En Francia, el control económico siguió en manos del poder real y se mantuvo el mercantilisme hasta la Revolución. En Alemania, el mercantilismo siguió teniendo importancia durante el Siglo XIX y principios del XX, periodo durante el cual la Escuela Histórica Alemana tuvo un importante papel[21].
[editar] Una rehabilitación a medias
En el Siglo XX, muchos economistas se replantearon las críticas hechas al mercantilismo reconociendo la certeza de algunos de los puntos de su teoría. Entre otros, John Maynard Keynes apoyó algunos principios mercantilistas. Adam Smith rechazaba la importancia que se daba a la oferta de moneda, ya que según él, las mercancías, la población y las instituciones eran las verdaderas causantes de la prosperidad. Keynes demostró que la oferta de moneda, la balanza comercial y los tipos de interés son importantes en la economía:
"Estamos tentados de ver en la moneda un elixir que estimula la actividad del sistema." [22]
"En un tiempo en el que [las autoridades] no podían actuar directamente sobre la tasa de interés interior o sobre los otros motivos que incitan à la inversión doméstica, las medidas tendentes a mejorar la balanza comercial eran sus únicos modos directos de aumentar la inversión externa; y el efecto de una balanza comercial favorable sobre las entradas de metales preciosos era también la única medida indirecta que tenían para reducir los tipos de interés interiores, es decir, de acrecentar la incitación a la inversión doméstica"
(John Maynard Keynes, Teoría general del empleo, del interés y de la moneda, cap. 23).
Sin embargo, los esfuerzos de Keynes para rehabilitar la palabra mercantilismo no tuvieron éxito. La palabra sigue teniendo connotaciones peyorativas, y se usa con frecuencia para criticar diversas formas de proteccionismo.
Un elemento sobre el que Smith no fue seguido en sus críticas era la importancia de los datos. Los mercantilistas, que eran generalmente prácticos, reunían un número considerable de datos y los utilizaban en su investigación. Se considera generalmente a William Petty el primero que utilizó análisis empíricos para estudiar la economía. Smith rechazaba esto, argumentando que el razonamiento deductivo partiendo de principios básicos era el método adecuado para descubrir verdades económicas.
Por último, en algunos casos, se reconoció que las políticas proteccionistas mercantilistas tuvieron un impacto positivo sobre los Estados. El propio Adam Smith alabó las Actas de Navegación por haber contribuido en gran medida en la expansión de la flota comercial británica, lo que tuvo una gran importancia en la transformación de Inglaterra en la superpotencia naval y económica en la que se convirtió durante más de dos siglos.
[editar] Herencia política
La posteridad del mercantilismo ha sido sin duda mayor en la práctica política que en la teoría económica. Si el pensamiento económico del Siglo XIX está dominado por las escuelas clásica y neoclásica, más bien favorables al librecambismo, la práctica política estuvo influenciada durante mucho tiempo por ideas mercantilistas. Como hace ver el historiador Paul Bairoch, a pesar de que "los hombres dejaran de razonar en términos de nivel de desarrollo a conseguir en mayor o menor tiempo pasando a hacerlo en términos de apropiación de una parte mayor de riqueza", en 1815 y en 1913, el mundo occidental es "un océano de protectionismo rodeando algunos islotes liberales". [23]
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, se asiste a una liberalización continua del comercio mundial bajo el impulso de las grandes instituciones librecambistas como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo algunos economistas como Paul Krugman opinan que estas instituciones están guiadas por un "mercantilismo ilustrado", que no intenta favorecer los principios del librecambismo, sino favorecer las concesiones comerciales mutuamente ventajosas.[24] Otros economistas radicales llegan a firmar que esas organizaciones, con la excusa del librecambismo, imponen la forma de comercio internacional que desean las grandes potencias económicas que les controlan.
Según Daniel Cohen, los recientes fracasos de las negociaciones en el seno de la OMC resultan reveladores de ese "mercantilismo ilustrado". Si las negociaciones de las anteriores etapas habían llegado a tener éxito, fue gracias a compromisos, a concesiones recíprocas y equitativas. Los países ricos aceptaban por ejemplo liberalizar el sector textil a cambio de ventajas en materia de servicios financieros concedidos por los países en vías de desarrollo. En cambio, tras la cumbre de Cancún en 2003, las negociaciones entre países ricos y pobres cambian de naturaleza. Los debates se focalizan en el tema agrícola en el que las oportunidades de un intercambio mutuamente beneficioso aparecieron imposibles. Lejos de ser un "juego de suma positiva", el comercio internacional aparece como un "juego de suma cero", el reto de la cumbre pasó a ser: "nuestros agricultores o los vuestros", como si las ganancias de una nación significaran pérdidas para otra.[25]
El término neomercantilismo sirve para designar, casi siempre de modo peyorativo, las políticas contemporáneas que recuerdan las de los mercantilistas del Siglo XVIII. Consisten casi siempre en medidas proteccionistas o en políticas comerciales agresivas en las que el Estado se implica para fomentar la competitividad de las empresas nactionales.
En el contexto de la mundialización, el neomercantilismo se basa en el concepto de "competencia mundial", lo que viene a ser una "guerra económica" entre los países. Se dice que la protección a las empresas nacionales y el apoyo a su competitividad en los mercados mundiales es provechosa para la economía nacional. Así algunas grandes potencias son acusadas de neomercantilistas cuando apoyan a su industria nacional por medio de subvenciones o de encargos estatales, a la vez que imponen cupos, tasas o normas a la importación, pata proteger su mercado interior. El conflicto Boeing-Airbus, unido a las subvenciones que se atribuyen a cada una de sus empresas por parte de los gobiernos estadounidense (en forma de encargos) y europeos, puede ser visto como ejemplo de neomercantilismo.
El concepto de "guerra comercial" alimenta las campañas políticas de las grandes potencias económicas: hay que "hacer Europa para llegar al peso" decía un cartel del Partido Socialista Francés que presentaba a Europa frente a un luchador de sumo japonés y un obeso estadounidense durante la campaña electoral para el referéndum sobre el Tratado de Maastricht en 1992. Según algunos, esas políticas sirven de contrapeso para los efectos presuntamente negativos de la globalización económica sobre la justicia social, mientras los economistas librecambistas opinan que favorecen intereses particulares de algunas industrias y perjudicando al interés general. Sin embargo, el concepto de preferencia comunitaria no es una realidad jurídica, ni siquiera económica. Si fue sancionado por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas el 13 de marzo de 1968 en materia de política agraria común (en función de un derecho de aduana sobre los productos procedentes de países terceros), pronto se topó con los objetivos del GATT. A día de hoy sigue existiendo una tarifa exterior común que provoca a menudo duras discusiones entre los países miembros de la Unión Europea y la Organización Mundial de Comercio.
[editar] Notes
- ↑ Montchrestien es consejero del príncipe, Jean Bodin y Charles de Montesquieu son magistrados, Jean-Baptiste Colbert y Jacques Necker ministros de finanzas, Thomas Mun y Josiah Child dirigentes de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales, William Petty un hombre de negocios, John Law y Richard Cantillon financieros. (Etner 2005, p.3012)
- ↑ Jürg Niehans. A History of Economic Theory p. 6
- ↑ Harry Landreth y David C. Colander History of Economic Thought. p. 44
- ↑ Eli F. Heckscher, Mercantilism, trad. inglesa 1935, vol. I, p. 19
- ↑ Robert B. Ekelund y Robert D. Tollison. Mercantilism as a Rent-Seeking Society, p. 9.
- ↑ Mark Blaug, 4ª edición, p. 11.
- ↑ Landreth y Colander. p. 48
- ↑ David S. Landes The Unbound Prometheus. p. 31
- ↑ Robert B. Ekelund y Robert F. Hébert, A History of Economic Theory and Method p. 46.
- ↑ Ekelund and Hébert, p. 61.
- ↑ Niehans. p. 19
- ↑ Landreth y Colander. p. 43
- ↑ Charles Wilson, Mercantilism, p. 10.
- ↑ Landreth y Colander, p. 53
- ↑ Hermann Kellenbenz, The Rise of the European Economy, p. 29
- ↑ E.N. Williams, The Ancien Regime in Europe, p. 177-83.
- ↑ E. Damsgaard Hansen. European Economic History. p. 65
- ↑ Wilson p. 15.
- ↑ Niehans. p. 19
- ↑ Ekelund y Tollison
- ↑ Wilson p. 6
- ↑ John Maynard Keynes, Teoría general sobre el empleo, el interés y la moneda, cap. 13, III, 1936
- ↑ Paul Bairoch, Mythes et paradoxes de l’histoire économique, La Découverte, 1994
- ↑ P. R. Krugman, "Does the New Trade Theory Require a New Trade Policy ?", The World Economy, vol 15, n° 4, julio 1992, pp. 423 – 441, pp. 429 – 431.
- ↑ Daniel Cohen, « L'OMC est morte », Le Monde, 9 de octubre 2003
[editar] Referencias
- (en inglés) Robert B. Ekelund y Robert D. Tollison, Mercantilism as a Rent-Seeking Society: Economic Regulation in Historical Perspective, College Station, Texas A&M University Press, 1981.
- (en inglés) Robert B. Ekelund y Robert F. Hébert, A History of Economic Theory and Method. New York McGraw-Hill, 1997.
- (en francés) François Etner, Mercantilisme, Encyclopédie thématique Universalis, 2005
- (en inglés) Eli F. Heckscher. Mercantilism. translation by Mendel Shapiro. Londres, Allen & Unwin. 1935.
- (en inglés) John Maynard Keynes, "Notes on Mercantilism, the Usury Laws, Stamped Money and the Theories of Under-Consumption." Teoría General sobre el Empleo, el Interés y la Moneda.
- (en inglés) Harry Landreth y David C. Colander. History of Economic Thought. Boston, Houghton Mifflin, 2002.
- (en inglés) Jürg Niehans, A History of Economic Theory: Classic Contributions, 1720-1980. Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1990.
- (en francés) Jean-Pierre Potier, Histoire de la pensée économique [1]
- (en inglés) Gianni Vaggi y Peter Groenewegen, A Concise History of Economic Thought: From Mercantilism to Monetarism. New York, Palgrave Macmillan, 2003.
- (en inglés) Charles Wilson, Mercantilism. Londres, Historical Association, 1966
[editar] Véase también
[editar] Artículos relacionados
- Estatismo
- Proteccionismo
- Colbertismo
- Bullionismo
- Historia del pensamiento económico
- Historia económica
[editar] Enlaces externos
- (en francés) El mercantilismo y la Policía de Estado