Ignacio Hidalgo de Cisneros
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Ignacio Hidalgo de Cisneros y López de Montenegro (1894 - 1966) fue un militar y político español.
Ignacio de Cisneros fue pionero en el desarrollo de la aviación española. Durante la Guerra Civil fue el jefe de la Aviación republicana y bajo su mandato se crearon diversas industrias de construcción y reparación de aviones.
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[editar] Biografía
Natural de la capital alavesa, Vitoria (actual País Vasco), nació el 11 de julio de 1896 en el seno de una familia aristocrática, carlista y de tradición militar que le influyó para elegir su profesión.
Comenzó la carrera militar en la Academia de Intendencia de Ávila donde se graduó en 1914. En 1920 realizó cursos de aviación en el cuartel y aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid) pasando a integrarse en el Ejército del Aire. Fue destinado a Melilla, a la 2ª Escuadrilla Bristol, tomando parte en los bombardeos sobre la cábila de Beni-Ulixek durante la Guerra del Rif. En 1924 pasó a los De Havilland y en 1925 a la 1ª Escuadrilla de Hidroaviones con base en El Atalallón, junto a Melilla, que mandaba el comandante Ramón Franco, con la que participó en la desembarco de Alhucemas. Fue destinado posteriormente al Sahara Español y en 1930 a la 1ª Escuadra.
En octubre de 1930, junto con otros aviadores republicanos, entre los que se encontraba Ramón Franco, hermano del general Francisco Franco (y en la que también participaba Queipo de Llano), se hizo con algunos aparatos en el aeródromo de Cuatro Vientos, con los que planeaban bombardear el Palacio Real, residencia de Alfonso XIII, hecho conocido como sublevación antimonárquica de Cuatro Vientos. Ataque que no llegaron a realizar finalmente. Huyó al extranjero (unas fuentes citan Portugal, otras París).
La proclamación de la Segunda República en abril de 1931 le permitió regresar a España donde se incorporó a la escuela de vuelo de Alcalá de Henares (Madrid). Fue destinado a la 1ª Escuadra, como segundo jefe de la misma y agregado a la Oficina de Mando. Posteriormente estuvo destinado como agregado aéreo en Berlín en 1933 y en Roma al año siguiente.
Tomó parte activa en el operativo que ayudo a huir al político socialista Indalecio Prieto después de la fallida revolución de Octubre de 1934. Estuvo destinado en el aeródromo sevillano de Tablada durante el bienio radical-cedista.
El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 propició su vuelta a funciones de gobierno. Fue ayudante del presidente del Gobierno Santiago Casares Quiroga y, ya comenzada la Guerra Civil, fue nombrado por Indalecio Prieto, ministro de Marina y Aire en el gobierno de Largo Caballero, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas con el grado de general, puesto que mantuvo al crearse el Ministerio de Defensa Nacional y más tarde, cuando Juan Negrín sustituyó a Prieto en el gobierno. Afiliado al PCE durante la guerra, negoció con Stalin, por encargo de Negrín, una partida de armas para el gobierno republicano que jamás llegó a su destino.
Abandonó España, partiendo para el exilio, el 6 de marzo de 1939, en unión del propio Negrín, de Álvarez del Vayo y de los más destacados dirigentes del PCE desde el aeródromo de Monóvar. Ya no recuperaría el mando de las Fuerzas Aéreas, que sería ocupado por el coronel Camacho y, finalmente, por el coronel Cascón.
Murió en Bucarest (Rumania) el 9 de febrero de 1966 siendo miembro del comité central del PCE. A mediados de la década de 1990 sus cenizas fueron repatriadas por sus descendientes a Vitoria, donde hoy descansan en el panteón familiar.
[editar] En la guerra civil
Como responsable de la aviación de la República Ignacio Hidalgo participó en importantes actividades. Con ayuda de la Unión Soviética se construyó una fábrica de construcción y reparación de aviones de guerra de donde salía, diariamente, un caza tipo "Chato" (I-15), y cada dos días, un avión de caza tipo "Mosca" (I-16), producción que aún escasa permitía suplir las perdidas tenidas en combate. La industria aeronáutica que se creó durante la contienda era muy superior a la que existía en España antes de la guerra. Los obreros eran especialistas que trabajaban con un ejemplar entusiasmo y el producto era de calidad excepcional.
Con ayuda de la URSS se formó al personal necesario para suplir a los caídos en combate. Se organizaron cursos en la Unión Soviética que duraban 6 meses al cabo de los cuales los pilotos quedaban perfectamente formados.
El ministerio del Aire estaba instalado en Valencia y el Estado Mayor de Aviación estaba en la base de Los Alcázares, en Albacete, aunque en octubre y noviembre de 1936 la actividad se concentró en Alcalá de Henares.
Indalecio Prieto, socialista, era el ministro bajo el que servía Ignacio Hidalgo. Sin embargo, la relación de confianza que este tenía con el ministro se vio deteriorada cuando Hidalgo se afilió al PCE, ya que Prieto era un ferviente anticomunista.
En noviembre de 1936, cuando se daban los primeros ataques de las tropas franquistas sobre Madrid (la denominada batalla de Madrid, Hidalgo debía de despachar con el jefe del Estado Mayor de la Junta de Defensa de Madrid, el general Rojo, segundo del general Miaja al que Hidalgo consideraba un hombre de:
gran valor como jefe militar, de su sangre fría en situaciones gravísimas y de su plena lealtad a la causa de la República. Es decir, me produjo una impresión francamente buena. Más tarde, por los puestos que ocupábamos, tuvimos que colaborar constantemente (él era, oficialmente, jefe de Estado Mayor; pero en realidad, hasta el fin de la guerra, fue el verdadero jefe del ejército), y puedo asegurar que cuando más le iba conociendo, más me gustaba como persona y como militar.
Una vez que cesó el ataque, justo al límite del aguante republicano, se comenzó a organizar el nuevo Ejército Popular, que en realidad había comenzado algunos días antes, que se armó con los suministros llegados desde la Unión Soviética.
[editar] La Gloriosa
La situación del gobierno republicano fue muy precaria en todo el tiempo que duró la contienda. La aviación sufría una falta tremenda de material y de hombres que solo pudo ser mitigada con la ayuda soviética. El arma pasó a denominarse La Gloriosa. El importante papel que jugaron los aviones en la batallas de la Guerra Civil queda reflejado en palabras de Dolores Ibarruri, en su libro El único camino cuando dice:
Sin la aviación y los tanques, la defensa de Madrid, más que difícil habría sido imposible. El pequeño número de aviones de que disponían las fuerzas populares estaba todo el día en el aire, confundiendo al enemigo, que no podía imaginarse que fueran siempre los mismos aviones y los mismos aviadores quienes realizaban el milagro de cubrir y defender el cielo de Madrid.
Igualmente el general Rojo, en su libro España heroica, cuenta:
La aviación colaboró con las tropas de tierra de una manera que en algunos momentos fue decisiva. Su audacia la llevó a batirse en difíciles condiciones de inferioridad y con un espíritu de acometividad y de sacrificio ejemplares. Parecía que todos medían bien la transcendencia de aquellos días de lucha. Hubo jornada en que se logró, merced a los cazas, evitar por cinco veces consecutivas el bombardeo de nuestras líneas. Sobre el cielo del Jarama un día y otro, mañana y tarde, la aviación velaba por nuestras fuerzas de tierra. Fueron muchos los combates librados a la vista de nuestras tropas, algunos con un total de más de cien aparatos (era la primera vez en la historia de la aviación que se libraban combates de aquella envergadura), y el coraje que ponían nuestros aviadores en atacar y derribar aviones enemigos producía en tierra un saludable efecto de emulación. Los servicios dados por los aviadores superaban todos los cálculos; piloto hubo que realizó en una jornada siete servicios, todos con combate, pues las circunstancias en que se luchaba exigían una verdadera congestión de trabajo y de esfuerzo...