Kōan
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Un kōan (公案; Japonés: kōan, Chino: gōng-àn) es, en la tradición zen, un problema que el maestro plantea al novicio para testar sus progresos. Muchas veces el koan parece un problema absurdo, ilógico o banal. Para resolverlo el novicio debe desligarse del pensamiento racional y aumentar su nivel de conciencia para adivinar lo que en realidad le está preguntando el maestro, que trasciende al sentido literal de las palabras.
Quizá el koan más famoso es aquel en el que el maestro da un aplauso y dice: "Este el sonido de dos manos, ¿cuál es el sonido de una sola mano?" (según tradición oral atribuida a Hakuin Ekaku, 1686-1769, considerado el revividor de la tradición de los koanes en Japón). Este koan también es famoso en la cultura occidental por habérsele dado un buen número de respuestas espúreas o incorrectas tales como: chasquear los dedos, el silencio de mover una mano en el aire, darle una bofetada al profesor, poner la mano debajo del sobaco para hacer ruidos ofensivos, y otras payasadas.
[editar] Introducción
Los koanes se originan con los dichos y hechos de iluminados y figuras legendarias, generalmente aquellos que tienen autoridad para enseñar por descender de la línea de Bodhidharma. Los koanes reflejan la iluminación o despertar de tales personas, y tienen el propósito de desconcertar el pensamiento discursivo lógico-racional y provocar un shock mental que lleve a un aumento de conciencia (despertar). Los maestros zen, a menudo recitan y comentan koanes, y algunas veces se concentran en ellos durante sus sesiones de meditación. Los profesores pueden utilizar los koanes como una manera de sondear a los estudiantes acerca de sus progresos iniciáticos y comprobar si ya han tenido experiencias de entendimiento de la doctrina y de despertar. Las respuestas pueden ser orales pero también pueden ser gestos o acciones.
En la cultura occidental, un tanto ajena a las sutilezas de la filosofía oriental, a veces se encuentra el término koan referido a preguntas que no tienen respuesta o a enunciados sin sentido. Sin embargo para un monje zen, un koan no es algo que no tenga sentido, y los profesores zen aguardan una respuesta adecuada cuando formulan un koan. Aunque hay que aclarar que un koan no es un acertijo. Y aunque en la literatura hay respuestas ortodoxas, dependiendo de las circunstancias en que el koan es formulado puede variar la respuesta apropiada. El maestro no está buscando que el discipulo sepa la respuesta correcta, sino evidencia acerca de sus progresos en la filosofía zen y su aplicación en las cosas de su vida diaria.
[editar] Cómo no se resuelve un koan
En la cultura occidental el alumno aprende del profesor siguiendo el hilo de su discurso lógico, paso a paso. El maestro zen, por el contrario, exige un salto cuántico a su alumno, debe obtener un conocimiento inmediato por sí mismo. Por lo tanto los koanes nunca se resuelven siguiendo la lógica del enunciado o tras un análisis racional del problema. De hecho mientras el alumno tenga su pensamiento entretenido y prisionero del discurso racional, no podrá encontrar la solución.
[editar] Otras formulaciones parecidas a los koanes
Todas las místicas religiosas poseen formulaciones parecidas basadas en la paradoja, el oxímoron o la antítesis. En el Cristianismo la inspiró la teología negativa del Pseudo Dionisio Areopagita, que dio sus más destacados frutos en San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. En el caso del primero, su Subida al monte Carmelo es de hecho una densa retahíla de sentencias místicas:
- Para venir a gustarlo todo,
- no quieras tener gusto en nada.
- Para venir a saberlo todo,
- no quieras saber algo en nada.
- Para venir a poseerlo todo,
- no quieras poseer algo en nada.
- Para venir a serlo todo,
- no quieras ser algo en nada.
- Para venir a lo que no gustas,
- has de ir por donde no gustas.
- Para venir a lo que no sabes,
- has de ir por donde no sabes.
- Para venir a poseer lo que no posees,
- has de ir por donde no posees.
- Para venir a lo que no eres,
- has de ir por donde no eres.
- Cuando reparas en algo
- dejas de arrojarte al todo.
- Para venir del todo al todo,
- has de dejarte del todo en todo.
- Y cuando lo vengas del todo a tener,
- has de tenerlo sin nada querer.
San Agustín formuló una famosa sentencia mística, que (según él) le fue revelado en un sueño por el mismo Cristo: "No me buscarías si no me hubieses encontrado".