Narciso (mitología)
De Wikipedia, la enciclopedia libre
En la mitología griega, Narciso (en griego Νάρκισσος). El episodio de Narciso es uno de los más bellos, desde el punto de vista estrictamente literario. Ovidio fue el primero en combinar las historias de Eco y Narciso, y relacionarla de manera indisociable con la anterior historia del vidente-ciego Tiresias. Si peligroso es mirar de frente a la divinidad, no menos nocivo puede resultar fijar nuestra mirada en el espejo incierto del agua. La historia de Narciso, entre otras cosas habla de la cercanía entre la adivinación y la imagen. De la dificultad y el anhelo con que los humanos buscamos algo estable, una huella de identidad, aun en lo que cambia permanentemente y nos engaña. A medida que nos adentramos en el recorrido de lectura propuesto por Ovidio,una "densa melancolía" va apoderándonos. Lo sintético y ajustado de las frases, como el juego de voces y la repetición quebrada de Eco, intensifica dramáticamente la idea de lo inaprehensible del objeto deseado.
[editar] Mito
Es un hermoso joven, hijo del dios del río Cefiso y de la ninfa Liríope. Cuando nació, sus padres consultaron al adivino Tiresias que dio la siguiente respuesta: "Vivirá hasta viejo si no se contempla a sí mismo".
A causa de su gran belleza, tanto doncellas como muchachos se enamoraban de Narciso, pero él rechazaba sus insinuaciones. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y ésta le había condenado a repetir las últimas palabras de lo que se le dijera.
Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntaba “¿Hay alguien aquí?”, Eco contenta respondía: “Aquí, aquí”. Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: “¡Ven!”. Después de responder: “Ven, ven”, Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar el amor de ella; la ninfa estaba tan apenada que se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que nada quedó de ella salvo su voz. Para castigar a Narciso, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se apasionara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.
[editar] Véase también
[editar] Enlaces externos
Commons alberga contenido multimedia sobre Narciso.Commons
- Eco y Narciso, el dolor de la vanidad