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Mitología griega

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Artículo destacado
Busto de Zeus hallado en Otricoli (Sala Rotonda, Museo Pío-Clementino, Vaticano)
Busto de Zeus hallado en Otricoli (Sala Rotonda, Museo Pío-Clementino, Vaticano)

La mitología griega es el cuerpo de historias pertenecientes a los antiguos griegos que tratan de sus dioses y héroes, la naturaleza del mundo y sus propios cultos y prácticas rituales. Los investigadores modernos acudieron a los mitos y los estudiaron en un intento por arrojar luz sobre las instituciones religiosas y políticas de la antigua Grecia y, en general, sobre la antigua civilización griega[1].

La mitología griega consiste en parte en una extensa colección de relatos que explica los orígenes del mundo y detalla las vidas y aventuras de una amplia variedad de dioses, héroes y otras criaturas mitológicas. Estos relatos fueron originalmente creados y difundidos en una tradición oral y poética, si bien actualmente los mitos griegos se conocen principalmente gracias a la literatura griega. Las fuentes literarias más antiguas conocidas, los poemas épicos La Ilíada y La Odisea, se centran en los sucesos en torno a la Guerra de Troya. Dos poemas del casi contemporáneo de Homero Hesíodo, la Teogonía y Los trabajos y los días, contienen relatos sobre la génesis del mundo, la sucesión de gobernantes divinos, la sucesión de épocas humanas, el origen de las tragedias humanas y de las prácticas de sacrificios. También se conservaron mitos en los himnos homéricos, en fragmentos de poesía épica del ciclo troyano, en poemas líricos, en las obras de los dramaturgos del siglo V adC, en escritos de los investigadores y poetas del período helenístico y en escritores de la época del Imperio Romano, por ejemplo Plutarco y Pausanias.

Los hallazgos de los yacimientos arqueológicos micénicos y minoicos ayudaron a aclarar muchas de las cuestiones sobre las épicas de Homero y proporcionaron pruebas de muchos de los detalles mitológicos sobre dioses y héroes. La mitología griega también era representada en artefactos: diseños geométricos sobre cerámico del siglo VIII adC representan escenas del ciclo troyano, así como aventuras de Heracles. En los subsiguientes periodos arcaico, clásico y helenístico aparecen escenas mitológicas homéricas y de otras varias fuentes para complementar la evidencia literaria existente[2].

La mitología griega ha tenido una amplia influencia sobre la cultura, el arte y la literatura de la civilización occidental, y sigue siendo parte de la cultura y lenguaje occidentales. Ha sido una parte de la estructura educativa desde la infancia, mientras los poetas y artistas desde las épocas antiguas hasta la actualidad han hallado inspiración en ella y han descubierto significado y relevancia contemporáneos en los temas mitológicos clásicos[3].

Tabla de contenidos

[editar] Etimología

Templo de Apolo en las faldas del monte Parnaso, cerca de Delfos (Grecia)
Templo de Apolo en las faldas del monte Parnaso, cerca de Delfos (Grecia)
Véase también: Logos

Aunque todas las culturas del mundo tienen sus propios mitos, el término mitología es de acuñación griega, y tenía un significado especializado dentro de su cultura.

El término griego mythologia está compuesto de dos palabras:

  • mythos (μῦθος), que en griego clásico significa aproximadamente ‘el discurso oral’, ‘palabras sin actos’ (Esquilo: «ἔργῳ κοὐκέτι μύθῳ», ‘de la palabra al acto’[4]) y, por extensión, un ‘acto de habla ritualizado’, como el de un jefe en una asamblea, o el de un poeta o sacerdote[1], o un relato (Esquilo: «Ἀκούσει μῦθον ἐν βραχεῖ λόγῳ», ‘la historia completa que oirás en un breve lapso de tiempo’[5]).
  • logos (λόγος), que en griego clásico significa: la expresión (oral o escrita) de los pensamientos y también la habilidad de una persona para expresar sus pensamientos (logos interior)[6].

[editar] Fuentes de la mitología griega

La mitología griega se conoce en la actualidad primordialmente por la literatura griega. Además de las fuentes escritas, hay representaciones míticas sobre medios plásticos fechados desde el periodo geométrico (sobre 900-800 adC) en adelante[7].

[editar] Fuentes literarias

El poeta romano Virgilio, representado aquí en el manuscrito del siglo V Vergilius Romanus, conservó detalles de la mitología griega en muchas de sus obras.
El poeta romano Virgilio, representado aquí en el manuscrito del siglo V Vergilius Romanus, conservó detalles de la mitología griega en muchas de sus obras.

Los relatos míticos juegan un papel importante en casi todos los géneros de la literatura griega. A pesar de ello, el único manual general mitográfico conservado de la antigüedad griega fue La biblioteca de Pseudo-Apolodoro, que intenta reconciliar las historias contradictorias de los poetas y proporciona un gran resumen de la mitología tradicional griega y las leyendas heroicas[8].

En las fuentes literarias más antiguas están los dos poemas épicos de Homero, La Ilíada y La Odisea. Otros poetas completaron el «ciclo épico», pero estos poemas menores posteriores se han perdido casi en su totalidad. Aparte de su nombre tradicional, los himnos homéricos no tienen relación con Homero. Son himnos corales de la parte más antigua de la llamada época lírica[9]. Hesíodo, un posible contemporáneo de Homero, ofrece en su Teogonía (‘Origen de los dioses’) el relato más completo de los primeros mitos griegos, tratando de la creación del mundo, el origen de los dioses, los Titanes y los Gigantes, incluyendo elaboradas genealogías, relatos populares y mitos etiológicos. Los trabajos y los días, un poema didáctico de Hesíodo sobre la vida agrícola, también incluye los mitos de Prometeo, Pandora y las cuatro edades. El poeta da consejo sobre la mejor forma de triunfar en un mundo peligroso vuelto aún más peligroso por sus dioses[2].

Los poetas líricos tomaron a veces sus temas de los mitos, pero el tratamiento se fue haciendo cada vez menos narrativo y más alusivo. Los poetas líricos griegos, incluidos Píndaro, Baquílides y Simónides, y los bucólicos, como Teócrito y Bión, proporcionan sucesos mitológicos aislados[10]. Adicionalmente, los mitos fueron cruciales para el drama ateniense clásico. Los dramaturgos trágicos Esquilo, Sófocles y Eurípides tomaron sus tramas de la edad de los héroes y la Guerra de Troya. Muchas de las grandes historias trágicas (como Agamenón y sus hijos, Edipo, Jasón, Medea, etcétera) tomaron su forma clásica en estas obras trágicas. Por su parte, el dramaturgo cómico Aristófanes también usó los mitos, como en Los pájaros o Las ranas[9].

Los historiadores Heródoto y Diodoro Sículo y los geógrafos Pausanias y Estrabón, que viajaron por el mundo griego y recogieron las historias que oían, proporcionan numerosos mitos locales, dando a menudo versiones alternativas poco conocidas[10]. En particular Heródoto buscó las diversas tradiciones que se le presentaban y halló las raíces históricas o mitológicas en la confrontación entre Grecia y el Este[11][12].

La poesía de las épocas helenística y romana, aunque compuestas como ejercicios literarios más que culturales, contienen sin embargo muchos detalles importantes que de otra forma se habrían perdido. Esta categoría incluye las obras de:

Las Fabulae y De astronomica del escritor romano llamado Pseudo-Higinio son dos importantes compendios no poéticos de mitos. Otras dos fuentes útiles son las Imágenes de Filóstrato y las Descripciones de Calístrato.

Finalmente, varios escritores bizantinos proporcionan detalles importantes de mitos procedentes de obras griegas perdidas, incluyendo los léxicos de Hesiquio y Suda y los tratados de Juan Tzetzés y Eustacio.

[editar] Fuentes arqueológicas

Aquiles matando a un prisionero troyano frente a Caronte en una crátera-cáliz de figuras rojas etrusca hechas sobre finales del siglo IV o principios del III adC.
Aquiles matando a un prisionero troyano frente a Caronte en una crátera-cáliz de figuras rojas etrusca hechas sobre finales del siglo IV o principios del III adC.

El descubrimiento de la civilización micénica por el arqueólogo aficionado alemán Heinrich Schliemann en el siglo XIX y el de la civilización minoica en Creta por el arqueólogo británico Sir Arthur Evans en el XX ayudaron a explicar muchas de las cuestiones sobre las épicas de Homero y proporcionaron pruebas arqueológicas de muchos de los detalles mitológicos sobre dioses y héroes. Desafortunadamente, la evidencia sobre mitos y rituales en los yacimientos micénicos y minoicos es completamente monumental, como las inscripciones en lineal B (una forma antigua de griego hallado tanto en Creta como en Grecia) que fueron usadas principalmente para registrar inventarios, si bien los nombres de dioses y griegos han sido dudosamente revelados[2].

Los diseños geométricos sobre cerámica del siglo VIII adC representan escenas del ciclo troyano, así como las aventuras de Heracles[2]. Estas representaciones visuales de los mitos son importantes por dos razones: por una parte muchos mitos griegos son atestiguados en vasijas antes que en fuentes literarias (de los doce trabajos de Heracles, sólo la aventura de Cerbero aparece por vez primera en un texto literario[13]), y por otra las fuentes visuales representan a veces mitos o escenas míticas que no están recogidas en ninguna fuente literaria conservada. En algunos casos, la primera representación conocida de un mito en el arte geométrico es anterior en varios siglos a su primera representación conocida en la poesía arcaica tardía[7]. En los periodos arcaico (c. 750-500 adC), clásico (c. 480-323 adC) y helenístico aparecen escenas homéricas y varias otras para complementar las evidencias literarias existentes[2].

[editar] Visión general de la historia mítica

La mitología de los griegos cambió con el tiempo para acomodar la evolución de su propia cultura. Los primeros habitantes de la Península Balcánica fueron un pueblo agricultor que asignaba un espíritu a cada aspecto de la naturaleza. Finalmente, estos vagos espíritus asumieron forma humana y entraron en la mitología local como dioses y diosas[14]. Cuando las tribus del norte invadieron la península, trajeron con ellos un nuevo panteón de dioses, basado en la conquista, la fuerza, el valor en la batalla y el heroísmo violento. Otras deidades más antiguas del mundo agrícola se fusionaron con las de los más poderosos invasores o bien se atenuaron en la insignificancia[14].

Tras la mitad del periodo arcaico los mitos sobre relaciones entre dioses y héroes se hicieron más y más frecuentes, indicando un desarrollo paralelo de la pederastia pedagógica (παιδικός ἔρως paidikos eros), que se cree fue introducida sobre el 630 adC. Para finales del siglo V adC los poetas había asignado al menos un eromenos a todos los dioses importantes salvo Ares y a muchos personajes legendarios[15]. Los mitos previamente existentes, como el de Aquiles y Patroclo, fueron reinterpretados bajo una luz pederasta[16]. Los poetas alejandrinos primero y luego más generalmente los mitógrafos literarios del antiguo Imperio Romano adaptaron a menudo historias de personajes mitológicos griegos.

El logro de la poesía épica fue crear ciclos históricos, y como resultado de ello desarrollar un sentido de cronología mitológica. Así la mitología griega se despliega como una fase del desarrollo del mundo y el hombre[17]. Aunque las contradicciones presentes en las propias historias hacen imposible una línea temporal absoluta, sí puede discernirse una cronología aproximada. La historia mitológica del mundo puede dividirse en 3 o 4 grandes periodos:

  1. Los mitos de origen o edad de los dioses (teogonías, ‘nacimientos de los dioses’): mitos sobre los orígenes del mundo, los dioses y la raza humana.
  2. La edad en la que hombres y dioses se mezclaban libremente: historias de las primeras interacciones entre dioses, semidioses y mortales.
  3. La edad de los héroes (edad heroica), donde la actividad divina era más limitada. Las últimas y mayores leyendas heroicas son las de la Guerra de Troya y sus consecuencias (consideradas por algunos investigadores como un cuarto periodo separado)[18].

Mientras la edad de los dioses ha sido con frecuencia más interesante para los estudiosos de la mitología contemporáneos, los autores griegos de las eras arcaica y clásica tuvieron una clara preferencia por la edad de los héroes. Por ejemplo, las heroicas Ilíada y Odisea empequeñecían a la Teogonía y los himnos homéricos tanto en extensión como en popularidad. Bajo la influencia de Homero el culto heroico llevó a una reestructuración de la vida espiritual, expresada en la separación del reino de los dioses del reino de los (héroes) muertos, es decir, los olímpicos de los ctónicos[19]. En Los trabajos y los días Hesíodo hace uso de un esquema de cuatro edades del hombre (o razas): de oro, de plata, de bronce y de hierro. Estas razas o edades son creaciones separadas de los dioses, correspondiendo la edad dorada al reinado de Crono y siendo las siguientes razas creación de Zeus. Hesíodo intercala la edad (o raza) de los héroes justo tras la edad de bronce. La última edad fue la de hierro, durante la cual vivió el propio poeta, que la consideraba la peor y explicaba la presencia del mal mediante el mito de Pandora[20]. En Las metamorfosis Ovidio sigue el concepto de Hesíodo de las cuatro edades[21].

[editar] La edad de los dioses

[editar] Cosmogonía y cosmología

Amor omnia vincit (‘Amor sobre todo’), una representación del dios del amor, Eros. Por Caravaggio, c. 1600.
Amor omnia vincit (‘Amor sobre todo’), una representación del dios del amor, Eros. Por Caravaggio, c. 1600.
Véase también: Dioses primordiales de la mitología griega y Genealogías de la mitología griega

Los «mitos de origen» o «mitos de creación» representan un intento por hacer comprensible el universo en términos humanos y explicar el origen del mundo[22]. El relato más ampliamente aceptado del comienzo de las cosas tal como lo recoge la Teogonía de Hesíodo empieza con el Caos, un profundo vacío. De éste emergió Gea (la Tierra) y algunos otros seres divinos primordiales: Eros (Amor), el Abismo (el Tártaro) y el Érebo[23]. Sin ayuda masculina Gea dio a luz a Urano (el Cielo), que entonces la fertilizó. De esta unión nacieron, primero, los Titanes (Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Tea, Rea, Temis, Mnemósine, Febe, Tetis y Crono), luego los Cíclopes de un solo ojo y los Hecatónquiros o Centimanos. Crono («el más joven, de mente retorcida, el más terrible de los hijos [de Gea]»[23]) castró a su padre y se convirtió en el gobernante de los dioses con su hermana y esposa Rea como consorte y los otros Titanes como su corte. Este tema de conflicto padre-hijo se repitió cuando Crono se enfrentó con su hijo, Zeus, que le desafió a una guerra por el trono de los dioses. Al final, con la ayuda de los Cíclopes (a quienes liberó del Tártaro), Zeus y sus hermanos lograron la victoria, condenando a Crono y los Titanes a prisión en el Tártaro[24].

El pensamiento griego antiguo sobre poesía consideraba la teogonía como el género poético prototípico —el mythos prototípico— y le atribuían poderes casi mágicos. Orfeo, el poeta arquetípico, era también el arquetipo de cantante de teogonías, que usaba para calmar mares y tormentas en las Argonáuticas de Apolonio, y para conmover los pétreos corazones de los dioses del inframundo en su descenso al Hades. Cuando Hermes inventa la lira en el Himno homérico a Hermes, lo primero que hace es cantar el nacimiento de los dioses[25]. La Teogonía de Hesíodo no es sólo el relato sobre los dioses conservado más completo, sino también el relato conservado más completo de la función arcaica de los poetas, con su larga invocación preliminar a las Musas. La teogonía fue también el tema de muchos poemas hoy perdidos, incluyendo los atribuidos a Orfeo, Museo, Epiménides, Abaris y otros legendarios profetas, que se usaban en rituales privados de purificación y en ritos mistéricos. Hay indicios de que Platón estaba familiarizado con alguna versión de la teogonía órfica[26]. Unos pocos fragmentos de estas obras se conservan en citas de filósofos neoplatónicos y fragmentos de papiro recientemente desenterrados. Uno de estos fragmentos, el papiro de Derveni, demuestra actualmente que al menos en el siglo V adC existía un poema teogónico-cosmogónico de Orfeo. Este poema intentaba superar a la Teogonía de Hesíodo y la genealogía de los dioses se ampliaba con Nix (la Noche) como un comienzo definitivo antes de Urano, Crono y Zeus[27][26].

Los primeros cosmólogos reaccionaron contra, o a veces se basaron en, las concepciones míticas populares que habían existido en el mundo griego por algún tiempo. Algunas de estas concepciones populares pueden ser deducidas de la poesía de Homero y Hesíodo. En Homero, la Tierra era vista como un disco plano flotando en el río de Océano y dominado por un cielo semiesférico con sol, luna y estrellas. El Sol (Helios) cruzaba los cielos como auriga y navegaba alrededor de la Tierra en una copa dorada por la noche. Podían dirigirse oraciones y prestar juramento por el sol, la tierra, el cielo, los ríos y los vientos. Las fisuras naturales se consideraban popularmente entradas a la morada subterránea de Hades, hogar de los muertos[2][28].

[editar] Los dioses griegos

Los dioses olímpicos por Monsiau, finales del siglo XVIII.
Los dioses olímpicos por Monsiau, finales del siglo XVIII.
Véase también: Religión de Grecia Antigua y Dioses olímpicos

Tras el derrocamiento de los Titanes emergió un nuevo panteón de dioses y diosas. Entre los principales dioses griegos estaban los olímpicos (la limitación de su número a doce parece haber sido una idea comparativamente moderna[29]) residiendo sobre el Olimpo bajo la mirada de Zeus. Aparte de estos, los griegos adoraban a diversos dioses rupestres, al dios-cabra Pan, las ninfasnáyades que moraban en las fuentes, dríades en los árboles y nereidas en el mar—, dioses-río, sátiros y otros. Además, había poderes oscuros del inframundo, como las Erinias (o Furias), que se decía que perseguían a los culpables de crímenes contra los parientes[30]. Para honrar al antiguo panteón griego, los poetas compusieron los himnos homéricos (un conjunto de 33 canciones)[31]. Gregory Nagy considera a «los más extensos himnos homéricos como simples preludios (comparados con la Teogonía), cada uno de los cuales invoca a un dios»[32].

En la amplia variedad de mitos y leyendas que forman la mitología griega, las deidades que eran nativas de los pueblos griegos se describían como esencialmente humanas pero con cuerpos ideales. Según Walter Burkert la característica definitoria del antropomorfismo griego es que «los dioses griegos son personas, no abstracciones, ideas o conceptos»[33]. Con independencia de sus formas esenciales, los antiguos dioses griegos tienen muchas habilidades fantásticas, siendo la más importante ser inmunes a las enfermedades y poder resultar heridos sólo bajo circunstancias altamente inusuales. Los griegos consideraban la inmortalidad como característica distintiva de los dioses; inmortalidad que, al igual que su eterna juventud, era asegurada mediante el constante uso de néctar y ambrosía, que renovaba la sangre divina en sus venas[34].

Cada dios desciende de su propia genealogía, persigue intereses diferentes, tiene una cierta área de su especialidad y está guiado por una personalidad única; sin embargo, estas descripciones emanan de una multitud de variantes locales arcaicas, que no siempre coinciden entre ellas. Cuando se aludía a estos dioses en la poesía, la oración o los cultos, se hacía mediante una combinación de su nombre y epítetos, que los identificaban por estas distinciones del resto de sus propias manifestaciones (por ejemplo Apolo Musageta era ‘Apolo [como] jefe de las Musas’). Alternativamente el epíteto puede identificar un aspecto particular o local del dios, a veces se cree que arcaico ya durante la época clásica de Grecia.

La mayoría de los dioses estaba relacionados con aspectos específicos de la vida. Por ejemplo, Afrodita era la diosa del amor y la belleza, mientras Ares era el dios de la guerra, Hades el de los muertos y Atenea la diosa de la sabiduría y el valor[35]. Algunas deidades como Apolo y Dioniso revelaban personalidades complejas y mezcolanza de funciones, mientras otros como Hestia (literalmente ‘hogar’) y Helios (literalmente ‘sol’) eran poco más que personificaciones. Los templos más impresionantes tendían a estar dedicados a un número limitado de dioses, que fueron el centro de grandes cultos panhelénicos. Era sin embargo común que muchas regiones y poblaciones dedicasen sus propios cultos a dioses menores. Muchas ciudades también honraban a los dioses más conocidos con ritos locales característicos y les asociaban extraños mitos desconocidos en los demás lugares. Durante la era heroica, el culto a los héroes (o semidioses) complementó a la de los dioses.

[editar] La edad de los dioses y los hombres

La boda de Peleo y Tetis, por Hans Rottenhammer
La boda de Peleo y Tetis, por Hans Rottenhammer

Uniendo la edad en la que los dioses vivían solos y la edad en la que la interferencia divina en los asuntos humanos era limitada había una edad de transición en la que los dioses y los hombres se mezclaban libremente. Fueron estos los primeros días del mundo, cuando los grupos se mezclaban más libremente de lo que lo harían luego. La mayoría de estas historias fueron luego narradas por Ovidio en Las metamorfosis y se dividen a menudo en dos grupos temáticos: historias de amor e historias de castigo[36].

Las historias de amor solían incluir el incesto o la seducción o violación de una mujer mortal por parte de un dios, resultando en una descendencia heroica. Estas historias sugieren generalmente que las relaciones entre dioses y mortales son algo a evitar, incluso las relaciones consentidas raramente tienen finales felices[36]. En unos pocos casos, una divinidad femenina se empareja con un hombre mortal, como en el Himno homérico a Afrodita, donde la diosa yace con Anquises concibiendo a Eneas[37]. El matrimonio de Peleo y Tetis, del que nació Aquiles, es otro de estos mitos.

El segundo tipo de historias (las de castigo) trata de la apropiación o invención de algún artefacto cultural importante, como cuando Prometeo roba el fuego a los dioses, cuando éste o Licaón inventa los sacrificios, cuando Tántalo roba néctar y ambrosía de la mesa de Zeus y los da a sus propios súbitos, revelándoles los secretos de los dioses, cuando Deméter enseña la agricultura y los Misterios a Triptólemo, o cuando Marsias inventa el aulos y se enfrenta en un concurso musical con Apolo. Las aventuras de Prometeo marcan «un punto entre la historia de los dioses y la del hombre»[38]. Un fragmento de papiro anónimo, datado en el siglo III adC, retrata vívidamente el castigo de Dioniso al rey de Tracia, Licurgo, cuyo reconocimiento del nuevo dios llegó demasiado tarde, ocasionando horribles castigos que se extendieron hasta la otra vida[39]. La historia de la llegada de Dioniso para establecer su culto en Tracia fue también el tema de una trilogía de Esquilo[40]. En otra tragedia, Las bacantes de Eurípides, el rey de Tebas, Penteo, es castigado por Dioniso por haber sido irrespetuoso con él y espiado a las Ménades, sus adoradoras[41].

En otra historia, basada en un antiguo tema folclórico[42] y reflejando otro tema parecido, Deméter estaba buscando a su hija Perséfone tras haber tomado la forma de una anciana llamada Doso y recibió la hospitalaria bienvenida de Celeo, el rey de Eleusis en Ática. Como regalo para Celeo por su hospitalidad, Deméter planeó hacer inmortal a su hijo Demofonte, pero no pudo completar el ritual porque su madre Metanira le sorprendió poniendo al niño en el fuego y chilló asustada, lo que enfureció a Deméter, quien lamentó que los estúpidos mortales no entendiesen el ritual[43].

[editar] La edad heroica

La época en la que vivieron los héroes se conoce como edad heroica[44]. La poesía épica y genealógica creó ciclos de historias agrupadas en torno a héroes o sucesos particulares y estableció las relaciones familiares entre los héroes de las diferentes historias, organizando así las historias en secuencia. Según Ken Dowden «hay incluso un efecto saga: podemos seguir los destinos de algunas familias en generaciones sucesivas»[17].

Tras la aparición del culto heroico, los dioses y los héroes constituyen la esfera sacra y son invocados juntos en los juramentos, dirigiéndoseles oraciones[19]. En contraste con la edad de los dioses, durante la heroica la relación de héroes carece de forma fija y definitiva; ya no nacen grandes dioses, pero siempre pueden surgir nuevos dioses del ejército de los muertos. Otra importante diferencia entre el culto a los héroes y a los dioses que el héroe se convierte en el centro de la identidad del grupo local[19].

Los sucesos monumentales de Heracles se consideran el comienzo de la edad de los héroes. También se adscriben a ella tres grandes sucesos militares: la expedición argonáutica y la Guerra de Troya, así como la guerra tebana[44][45].

[editar] Heracles y los Heráclidas

Heracles con su hijo Télefo (Museo del Louvre, París).
Heracles con su hijo Télefo (Museo del Louvre, París).
Véase también: Heracles y Heráclidas

Tras la complicada mitología de Heracles probablemente hubo un hombre real, quizás un cacique-vasallo del reino de Argos. Sin embargo, tradicionalmente Heracles era el hijo de Zeus y Alcmena, nieta de Perseo[46]. Sus fantásticas hazañas en solitario, con sus muchos temas folclóricos, proporcionaron mucho material a las leyendas populares. Es retratado como un sacrificador, mencionado como fundador de los altares e imaginado como un comensal voraz, papel éste en el que aparece en las comedias, mientras su lamentable final proporcionó mucho material para las tragedias: Heracles es considerada por Thalia Papadopoulou «una obra de gran importancia para el examen de otros dramas euripideos»[47][48]. En el arte y la literatura Heracles era representado como un hombre enormemente fuerte de altura moderada, siendo su arma característica el arco pero también frecuentemente la clava. Las vasijas pintadas demuestran la popularidad inigualable de Heracles, apareciendo su lucha con el león muchos cientos de veces[47].

Heracles también entró en la mitología y el culto etruscos y romanos, y la exclamación mehercule se hizo tan familiar a los romanos como Herakleis lo fue para los griegos[47]. En Italia fue adorado como un dios de los mercaderes y el comercio, si bien otros también le rezaban por sus dones característicos de buena suerte y rescate del peligro[46].

Heracles logró el más alto prestigio social mediante su puesto de ancestro oficial de los reyes dorios. Esto sirvió probablemente como legitimación para las migraciones dorias al Peloponeso. Hilo, el héroe epónimo de una tribu doria, se convirtió en un Heráclida, nombre que recibían los numerosos descendientes de Heracles, entre los que se contaban Macaria, Lamos, Manto, Bianor, Tlepolemo y Télefo. Estos Heráclidas conquistaron los reinos peloponesos de Micenas, Esparta y Argos, reclamando según la leyenda el derecho a gobernarlos debido a su ascendencia. Su ascenso al poder se denomina frecuentemente «invasión doria». Los reyes lidios y más tarde los macedonios, como gobernantes del mismo rango, también pasaron a ser Heráclidas[47][49].

Otros miembros de la primera generación de héroes, como Perseo, Deucalión, Teseo y Belerofonte, tienen muchos rasgos en común con Heracles. Como él, sus hazañas son en solitario, fantásticas y bordeando el cuento de hadas, pues mataron monstruos como la Quimera y la Medusa. Enviar a un héroe a una muerte segura es también un tema frecuente en esta primera tradición heroica, como en los casos de Perseo y Belerofonte[50].

[editar] Los argonautas

Véase también: Argonautas
Grabado (mejorado digitalmente) de la Cista Ficoroni, una vasija ritual etrusca (Galleria Borghese, Roma), representando dos argonautas tras una cacería. Los personajes han sido vagamente identificados como Heracles e Hilas.
Grabado (mejorado digitalmente) de la Cista Ficoroni, una vasija ritual etrusca (Galleria Borghese, Roma), representando dos argonautas tras una cacería. Los personajes han sido vagamente identificados como Heracles e Hilas.

La única épica helenística conservada, las Argonáuticas de Apolonio de Rodas (poeta épico, investigador y director de la Biblioteca de Alejandría) narra el mito del viaje de Jasón y los Argonautas para recuperar el vellocino de oro de la mítica tierra de Cólquida. En las Argonáuticas Jasón es empujado a su búsqueda por el rey Pelias, quien recibe una profecía sobre un hombre con una sandalia sería su némesis. Jasón pierde una sandalia en un río, llegando a la corte de Pelias e iniciando así la épica. Casi todos los miembros de la siguiente generación de héroes, además de Heracles, fueron con Jasón en el Argo para buscar el vellocino de oro. Esta generación también incluía a Teseo, que fue a Creta a matar al Minotauro, a la heroína Atalanta y a Meleagro, que una vez tuvo un ciclo épico propio que rivalizaba con La Ilíada y La Odisea. Píndaro, Apolonio y Apolodoro se esforzaron en dar listas completas de los Argonautas[51].

Aunque Apolonio escribió su poema en el siglo III adC, la composición de la historia de los Argonautas es anterior a La Odisea, que muestra familiaridad con las hazañas de Jasón (las andanzas de Odiseo pueden haber estado parcialmente basadas en ellas)[52][53]. En épocas antiguas la expedición se consideraba un hecho histórico, un incidente en la apertura del mar Negro al comercio y la colonización griegas[52]. También fue extremadamente popular, constituyendo un ciclo al que se adjuntaron muchas leyendas locales. En particular, la historia de Medea cautivó la imaginación de los poetas trágicos[53].

[editar] La casa de Atreo y el ciclo tebano

Véase también: Ciclo tebano y Los siete contra Tebas

Entre el Argo y la Guerra de Troya hubo una generación conocida principalmente por sus horrendos crímenes. Éstos incluyen los hechos de Atreo y Tiestes en Argos. Tras el mito de la casa de Atreo (una de las dos principales dinastías heroicas junto con la casa de Lábdaco) está el problema de la devolución de poder y la forma de ascensión al trono. Los gemelos Atreo y Tiestes con sus descendientes jugaron el papel protagonista en la tragedia de la devolución de poder en Micenas[54].

El ciclo tebano trata de los sucesos relacionados especialmente con Cadmo, el fundador de la ciudad, y posteriormente con los hechos de Layo y Edipo en Tebas, una serie de historias que llevaron al saqueo final de la ciudad a manos de Los siete contra Tebas (no se sabe si figuraban en la épica original) y los Epígonos[55]. En lo referente a Edipo, los relatos épicos antiguos han seguido un patrón diferente (en el que siguió gobernando en Tebas tras la revelación de que Yocasta era su madre y la subsiguiente boda con una segunda esposa que se convirtió en madre de sus hijos) del que conocemos gracias a las tragedias (por ejemplo, el Edipo Rey de Sófocles) y los relatos mitológicos posteriores[55].

[editar] La Guerra de Troya y sus secuelas

En La furia de Aquiles de Giovanni Battista Tiepolo (1757, fresco, Villa Valmarana, Vicenza) Aquiles está enfurecido por la amenaza de Agamenón de quitarle a su botín de guerra, Briseida, y saca su espada para matarle. La súbita aparición de Minerva, que en el fresco sujeta a Aquiles por el pelo, evita el asesinato.
En La furia de Aquiles de Giovanni Battista Tiepolo (1757, fresco, Villa Valmarana, Vicenza) Aquiles está enfurecido por la amenaza de Agamenón de quitarle a su botín de guerra, Briseida, y saca su espada para matarle. La súbita aparición de Minerva, que en el fresco sujeta a Aquiles por el pelo, evita el asesinato.
Véase también: Guerra de Troya y Ciclo épico

La mitología griega culmina en la Guerra de Troya, la lucha entre los griegos y los troyanos, incluyendo sus causas y consecuencias. En las obras de Homero las principales historias ya han tomado forma y los temas individuales fueron elaborados más tarde, especialmente en los dramas griegos. La Guerra de Troya adquirió también un gran interés para la cultura romana debido a la historia del héroe troyano Eneas, que desde Troya llevó a fundación de la ciudad que un día se convertiría en Roma, recogida por Virgilio en La Eneida (cuyo Libro II contiene el relato más conocido del saqueo de Troya)[56][57]. Finalmente hay dos pseudo-crónicas escritas en latín que pasaron bajo los nombre de Dictis de Creta y Dares de Frigia[58].

El ciclo de la Guerra de Troya, una colección de poemas épicos, comienza con los sucesos que desencadenaron la guerra: Eris y la manzana dorada ‘para la más bella’ (kallisti), el juicio de Paris, el rapto de Helena y el sacrificio de Ifigenia en Áulide. Para rescatar a Helena, los griegos organizaron una gran expedición bajo el mando del hermano de Menelao, Agamenón, rey de Argos o Micenas, pero los troyanos se negaron a liberarla. La Ilíada, que se desarrolla en el décimo año de la guerra, cuenta la disputa de Agamenón con Aquiles, que era el mejor guerrero griego, y las consiguientes muertes en batalla del amigo de Aquiles, Patroclo, y del hijo mayor de Príamo, Héctor. Tras la muerte de éste se unieron a los troyanos dos exóticos aliados: Pentesilea, reina de las Amazonas, y Memnón, rey de los etíopes e hijo de la diosa de la aurora Eos[57]. Aquiles mató a ambos, pero Paris logró entonces matarle con una flecha. Antes de que pudieran tomar Troya, los griegos tuvieron que robar de la ciudadela la imagen de madera de Palas Atenea (el Paladio). Finalmente, con la ayuda de Atenea construyeron el caballo de Troya. A pesar de las advertencias de la hija de Príamo, Casandra, los troyanos fueron convencidos por Sinón, un griego que había fingido su deserción, para llevar el caballo dentro de las murallas de Troya como ofrenda para Atenea. El sacerdote Laoconte, que intentó destruir el caballo, fue muerto por serpientes marinas. Al anochecer la flota griega regresó y los guerreros del caballo abrieron las puertas de la ciudad. En el completo saqueo que siguió, Príamo y sus restantes hijos fueron asesinados, pasando las mujeres troyanas a ser esclavas en varias ciudades de Grecia. Los aventurados viajes de regreso de los líderes griegos (incluyendo los vagabundeos de Odiseo y Eneas, y el asesinato de Agamenón) fueron narrados en dos épicas, Los regresos (Nostoi, hoy perdida) y La Odisea de Homero[56]. El ciclo troyano también incluye las aventuras de los hijos de la generación troyana (por ejemplo Orestes y Telémaco)[57].

El ciclo troyano proporcionó una variedad de temas y se convirtió en una fuente principal de inspiración para los antiguos artistas griegos (por ejemplo, las metopas del Partenón representando el saqueo de Troya). Esta preferencia artística por los temas procedentes del ciclo troyano indica su importancia para la antigua civilización griega[56]. El mismo ciclo mitológico también inspiró una serie de obras literarias europeas posteriores. Por ejemplos, los escritores europeos medievales troyanos, desconocedores de la obra de Homero, hallaron en la leyenda de Troya una rica fuente de historias heroicas y románticas y una marco adecuado en el que encajar sus propios ideales cortesanos y caballerescos. Autores del siglo XII, como Benoît de Sainte-Maure (Roman de Troie, 1154-50) y Josephus Iscanus (De bello troiano, 1183) describen las guerra mientras reescriben la versión estándar que encontraron en Dictis y Dares, siguiendo así el consejo de Horacio y el ejemplo de Virgilio: reescribir un poema de Troya en lugar de contar algo completamente nuevo[59].

[editar] Concepciones griegas y romanas de los mitos

La mitología estaba en el corazón de la vida cotidiana en la antigua Grecia[60]. Los griegos consideraban la mitología una parte de su historia. Usaban los mitos para explicar fenómenos naturales, diferencias culturales, enemistades y amistades tradicionales. Era una fuente de orgullo ser capaz de seguir la ascendencia de los propios dirigentes hasta un héroe mitológico o un dios. Pocos dudaban de la base real del relato de la Guerra de Troya en La Ilíada y La Odisea. Según Victor Davis Hanson y John Heath el conocimiento profundo de la épica homérica era considerado por los griegos la base de su culturización. Homero era la «educación de Grecia» (Ἑλλάδος παίδευσις) y su poesía «el Libro»[61].

[editar] Filosofía y mitología

Platón en el fresco de Rafael La escuela de Atenas (probablemente con la apariencia de Leonardo da Vinci). El filósofo excluyó el estudio de Homero, las tragedias y las tradiciones mitológicas en las relaciones de su utópica República.
Platón en el fresco de Rafael La escuela de Atenas (probablemente con la apariencia de Leonardo da Vinci). El filósofo excluyó el estudio de Homero, las tragedias y las tradiciones mitológicas en las relaciones de su utópica República.

Tras el auge de la filosofía, la historia, la prosa y el racionalismo a finales del siglo V adC el destino de los mitos se volvió incierto y las genealogías mitológicas dieron lugar a una concepción de la historia que intentó excluir lo supernatural (tales como la historia tucididiana)[62]. Mientras los poetas y dramaturgos estaban reelaborando los mitos, los historiadores y filósofos griegos estaban empezando a criticarlos[9].

Unos pocos filósofos radicales como Jenófanes estaban ya comenzando a etiquetar las historias de los poetas como mentiras blasfemas en el siglo VI adC: Jenófanes se había quejado de que Homero y Hesíodo atribuyesen a los dioses «todo lo que es vergonzoso y desgraciado entre los hombres: el robo, la comisión de adulterios y el engaño mutuo»[63]. Esta línea de pensamiento encontró su expresión más dramática en La República y las Leyes de Platón, quien creó sus propios mitos alegóricos (como el de Er en La República) atacando los relatos tradicionales de los trucos, robos y adulterios divinos como inmortales, y oponiéndose a su papel central en la literatura[9]. La crítica de Platón (que llamaba a los mitos «parloteo de viejas viudas»[64]) fue el primer desafío serio a la tradición mitológica homérica[61]. Por su parte Aristóteles criticó el enfoque filosófico presocrático cuasi-mitológico y subrayó que «Hesíodo y los escritores teológicos estaban preocupados sólo por que les parecía plausible y no tenían respeto por nosotros [...] Pero no merece la pena tomar en serio a escritores que alardean en el estilo mitológico; respecto a aquellos que proceden a demostrar sus afirmaciones debemos reexaminarlos»[62].

Sin embargo, incluso Platón no logró destetar a su sociedad de la influencia de los mitos: su propia caracterización de Sócrates está basada en los patrones tradicionales homéricos y trágicos, usados por el filósofo para alabar la recta vida de su maestro[65]:

Quizá alguno de vosotros, en su interior, me esté recriminando: «¿No te avergüenza, Sócrates, verte metido en estos líos a causa de tu ocupación, que te está llevando al extremo de hacer peligrar tu propia vida?»
A éstos les respondería, y muy convencido por cierto: «Te equivocas completamente, amigo mío; un hombre con un mínimo de valentía no debe estar preocupado por esos posibles riesgos de muerte, sino que debe considerar sólo la honradez de sus acciones, si son fruto de un hombre justo o injusto. Pues, según tu razonamiento, habrían sido vidas indignas las de aquellos semidioses que murieron en Troya, sobre todo el hijo de la diosa Tetis, para quien contaba tan poco la muerte, si había que vivir vergonzosamente; éste despreciaba tanto los peligros que, en su ardiente deseo de matar a Héctor para vengar la muerte de su amigo Patroclo, no hizo caso a su madre, la diosa, cuando le dijo: “Hijo mío, si vengas la muerte de tu compañero Patroclo y matas a Héctor, tú mismo morirás, pues tu destino está unido al suyo”.» (Hom. Il. xviii.96)

Hanson y Heath estiman que el rechazo de Platón de la tradición homérica no fue recibido favorablemente por la base de la civilización griega[61]. Los viejos mitos se mantuvieron vivos en cultos locales y siguieron influyendo en la poesía y constituyendo el tema principal de la pintura y la escultura[62].

Más deportivamente, el escritor de tragedias del siglo V adC, Eurípides, jugó frecuentemente con las viejas tradiciones, burlándose de ellas e infundiendo notas de duda a través de la voz de sus personajes, si bien los temas de sus obras fueron tomados, sin excepción, de los mitos. Muchas de estas obras fueron escritas en respuesta a la versión de un predecesor del mismo o parecido mito. Eurípides impugna principalmente los mitos sobre los dioses y comienza su crítica con una objeción parecida a una previamente expresada por Jenócrates: los dioses, como se representaban tradicionalmente, son demasiado insensiblemente antropomórficos[63].

[editar] Racionalismo helenístico y romano

Cicerón se veía como el defensor del orden establecido, a pesar de su escepticismo personal respecto a los mitos y su inclinación hacia concepciones más filosóficas de la divinidad.
Cicerón se veía como el defensor del orden establecido, a pesar de su escepticismo personal respecto a los mitos y su inclinación hacia concepciones más filosóficas de la divinidad.

Durante el período helenístico, la mitología adquirió el prestigio de conocimiento elitista que señalaba a sus poseedores como pertenecientes a cierta clase. Al mismo tiempo, el giro escéptico de la edad clásica se hizo incluso más pronunciado[66]. El mitógrafo griego Evémero fundó la tradición de buscar una base histórica real para los seres y sucesos mitológicos[67]. Aunque su obra original (Escrituras sagradas) se ha perdido, se sabe mucho de ella por lo que registraron Diodoro Sículo y Lactancio[8].

Las hermenéuticas racionalizadoras de la mitología se hicieron aún más populares bajo el Imperio Romano, gracias a las teorías fisicalistas de la filosofía estoica y epicúrea. Los estoicos presentaban explicaciones de los dioses y los héroes como fenómenos físicos, mientras los evemeristas los racionalizaban como personajes históricos. Al mismo tiempo, los estoicos y los neoplatónicos promovían los significados morales de la tradición mitológica, basados a menudo en las etimologías griegas[68]. Mediante su mensaje epicúreo, Lucrecio había buscado expulsar los temores supersticiosos de las mentes de sus conciudadanos[69]. Livio también fue escéptico respecto a la tradición mitológica y afirmaba que no intentaba enjuiciar tales leyendas (fabulae)[66]. El desafío para los romanos con un fuerte sentido apologético de la tradición religiosa era defender esa tradición mientras concedían que a menudo era un caldo de cultivo para la superstición. El anticuario Varrón, que consideraba la religión una institución romana de gran importancia para la preservación del bien en la sociedad, dedicó rigurosos estudios a los orígenes de los cultos religiosos. En su Antiquitates Rerum Divinarum (que no se conserva, aunque La ciudad de Dios de Agustín señala su enfoque general) Varrón argumenta que mientras el hombre supersticioso teme a los dioses, la auténtica persona religiosa los venera como a padres[69]. En su obra distinguía tres tipos de dioses:

  • Dioses de la naturaleza: personificaciones de fenómenos tales como la lluvia y el fuego.
  • Dioses de los poetas: inventados por bardos sin escrúpulos para incitar las pasiones.
  • Dioses de la ciudad: inventados por sabios legisladores para tranquilizar e iluminar al pueblo.

El académico romano Cotta ridiculizó tanto la aceptación literal de los mitos como la alegórica, declarando rotundamente que no tenían lugar en la filosofía[66]. Cicerón desdeñaba generalmente los mitos, pero como Varrón hacía énfasis en su apoyo a la religión estatal y sus instituciones. Es difícil saber cuán bajo se extendía este racionalismo en la escala social[66]. Cicerón afirma que nadie (ni siquiera las viejas y los niños) es tan tonto como para creer en los terrores del Hades o la existencia de Escila, los centauros u otras criaturas compuestas[70] pero, por otra parte, el orador se queja el resto del tiempo del carácter supersticioso y crédulo de la gente[71]. De natura deorum es el resumen más exhaustivo de Cicerón de esta línea de pensamiento[69].

[editar] Tendencias sincréticas

En la religión romana el culto del dios griego Apolo (copia romana antigua de un original griego del siglo IV, Museo del Louvre) fue combinado con el culto de Sol Invictus. La adoración de Sol como protector especial de los emperadores y del imperio permaneció como principal culto imperial hasta que fue reemplazado por el Cristianismo.
En la religión romana el culto del dios griego Apolo (copia romana antigua de un original griego del siglo IV, Museo del Louvre) fue combinado con el culto de Sol Invictus. La adoración de Sol como protector especial de los emperadores y del imperio permaneció como principal culto imperial hasta que fue reemplazado por el Cristianismo.

Durante la época romana aparece una tendencia popular a sincretizar los múltiples dioses griegos y extranjeros en nuevos cultos extraños y casi irreconocibles. La sincretización fue también debida al hecho de que los romanos tenían poca mitología propia y heredaron la tradición mitológica griega, por lo que los principales dioses romanos fueron sincretizados con los de los griegos[66]. Además de esta combinación de dos tradiciones mitológicas, la relación de los romanos con religiones orientales llevó a más sincretizaciones[72]. Por ejemplo, el culto del Sol fue introducido en Roma tras las exitosas campañas de Aureliano en Siria. Las divinidades asiáticas Mitra (es decir, el Sol) y Baal fueron combinadas con Apolo y Helios en un solo Sol Invictus, con ritos conglomerados y atributos compuestos[73]. Apolo podía ser cada vez más identificado en la religión con Helios o incluso con Dioniso, pero los textos recapitulando sus mitos rara vez reflejaban estas evoluciones. La mitología literaria tradicional estaba cada vez más disociada de las prácticas religiosas reales.

La colección de himnos órficos y la Saturnalia de Macrobio, conservadas desde el siglo II, también están influidas por las teorías racionalistas y las tendencias sincréticas. Los himnos órficos son un conjunto de composiciones poéticas preclásicas, atribuidas a Orfeo, a su vez objeto de un renombrado mito. En realidad, estos poemas fueron probablemente compuestos por varios poetas diferentes, y contienen un rico conjunto de indicios sobre la mitología prehistórica europea[74]. La intención declarada de la Saturnalia es transmitir la cultura helénica que había obtenido de sus lecturas, incluso aunque mucho de su tratamiento de los dioses está contaminado por la mitología y teología egipcia y norteafricana (que también afectan la interpretación de Virgilio). En la Saturnalia reaparecen los comentarios mitográficos influenciados por los evemeristas, estoicos y neoplatónicos[68].

[editar] Interpretaciones modernas

Artículo principal: Interpretaciones modernas de la mitología griega

La génesis de la moderna compresión de la mitología griega está considerada por algunos investigadores en una doble reacción de finales del siglo XVIII contra «la tradicional actitud de animosidad cristiana», en la que la reinterpretación cristiana de los mitos como una «mentira» o fábula se había conservado[75]. En Alemania, sobre 1795, hubo un creciente interés por Homero y la mitología griega. En Gotinga Johann Matthias Gesner comenzó a revivir los estudios griegos, mientras su sucesor, Christian Gottlob Heyne, trabajó con Johann Joachim Winckelmann y sentó las bases para la investigación mitológica tanto en Alemania como en los demás lugares[76].

[editar] Enfoques comparativo y psicoanalítico

Véase también: Mitología comparada

El desarrollo de la filología comparativa en el siglo XIX, junto con los descubrimientos etnológicos del siglo XX, fundó la ciencia de la mitología. Desde el Romanticismo todo el estudio de los mitos ha sido comparativo. Wilhelm Mannhardt, Sir James Frazer y Stith Thompson emplearon el enfoque comparativo para recolectar y clasificar los temas del folclore y la mitología[77]. En 1871 Edward Burnett Tylor publicó su Primitive Culture, en el que aplicó el método comparativo e intentó explicar el origen y evolución de la religión[78][79]. El procedimiento de Tylor de agrupar el material cultural, ritual y mítico de culturas ampliamente separadas influyó tanto en Carl Jung como en Joseph Campbell. Max Müller aplicó la nueva ciencia de la mitología comparada al estudio de los mitos, en los que detectó los restos distorsionados del culto a la naturaleza ario. Bronisław Malinowski enfatizó las formas en las que los mitos cumplía funciones sociales comunes. Claude Lévi-Strauss y otros estructuralistas han comparado las relaciones formales y patrones en mitos de todo el mundo[77].

Sigmund Freud presentó una concepción transhistórica y biológica del hombre y una visión del mito como expresión de ideas reprimidas. La interpretación de los sueños es la base de la interpretación freudiana de los mitos y su concepto de los sueños reconoce la importancia de las relaciones contextuales para la interpretación de cualquier elemento individual de un sueño. Esta sugerencia encontraría un importante punto de acercamiento entre las visiones estructuralista y psicoanalista de los mitos en el pensamiento de Freud[80]. Carl Jung extendió el enfoque transhistórico y psicológico con su teoría del «inconsciente colectivo» y los arquetipos (patrones «arcaicos» heredados), a menudo codificados en los mitos, que surgen de ella[2]. Según Jung, «los elementos estructurales que forman los mitos deben ser presentados en la psique inconsciente»[81]. Comparando la metodología de Jung con la teoría de Joseph Campbell, Robert A. Segal concluye que «para interpretar un mito Campbell simplemente identifica los arquetipos en él. Una interpretación de La Odisea, por ejemplo, mostraría cómo la vida de Odiseo se ajusta a un patrón heroico. Jung, por el contrario, considera la identificación de arquetipos meramente el primer paso en la interpretación de un mito»[82]. Károly Kerényi, uno de los fundadores de los estudios modernos de la mitología griega, abandonó sus primeros puntos de vista sobre los mitos para aplicar las teorías de arquetipos de Jung a los mitos griegos[83].

[editar] Teorías sobre sus orígenes

Véase también: Similitudes entre las mitologías romana, griega y etrusca
Júpiter y Tetis por Jean Auguste Dominique Ingres, 1811.
Júpiter y Tetis por Jean Auguste Dominique Ingres, 1811.

Hay varias teorías modernas sobre los orígenes de la mitología griega. Según la teoría escritural, todas las leyendas mitológicas proceden de relatos de los textos sagrados, aunque los hechos reales han sido disfrazados y alterados[84]. Según la teoría histórica todas las personas mencionadas en la mitología fueron una vez seres humanos reales, y las leyendas sobre ellas son meras adiciones de épocas posteriores. Así, se supone que la historia de Eolo surgió del hecho de que éste era el gobernante de algunas islas del mar Tirreno[84]. La teoría alegórica supone que todos los mitos antiguos eran alegóricos y simbólicos. Mientras, la teoría física se adhiere a la idea de que los elementos de aire, fuego y agua fueron originalmente objetos de adoración religiosa, por lo que las principales deidades eran personificaciones de estos poderes de la naturaleza[84]. Max Müller intentó comprender una forma religiosa indoeuropea determinando su manifestación «original» aria. En 1891, afirmó que «el descubrimiento más importante que se ha hecho en el siglo XIX respecto a la historia antigua de la humanidad [...] fue esta simple ecuación: Dyeus-pitar sánscrito = Zeus griego = Júpiter latino = Tyr nórdico»[78]. En otros casos, los cercanos paralelismos en el carácter y la función sugieren una herencia común, aunque la ausencia de evidencia lingüística haga difícil probarla, como en la comparación entre Urano y el Varuna sánscrito o las Moiras y las Nornas[85][86].

Por otra parte, la arqueología y la mitografía han revelado que los griegos fueron inspirados por algunas civilizaciones de Asia Menor y Oriente Próximo. Adonis parece ser el equivalente griego —más claramente en los cultos que en los mitos— de un «dios moribundo» de Oriente Próximo. Cibeles tiene sus raíces en la cultura anatolia mientras gran parte de la iconografía de Afrodita surge de las diosas semíticas. Hay también posibles paralelismos entre las generaciones divinas más antiguas (Caos y sus hijos) y Tiamat en el Enûma Elish[87][88]. Según Meyer Reinhold, «los conceptos teogónicos de Oriente Próximo, incluyendo la sucesión divina mediante la violencia y los conflictos generacionales por el poder, hallaron su camino [...] a la mitología griega»[89]. Además de los orígenes indoeuropeos y de Oriente Próximo, algunos investigadores han especulado sobre las deudas de la mitología griega con las sociedades prehelénicas: Creta, Micenas, Pilos, Tebas y Orcómeno[90]. Los historiadores de la religión estaban fascinados por varias configuraciones de mitos aparentemente antiguas relacionadas con Creta (el dios como toro, Zeus y Europa, Pasífae que yace con el toro y da a luz al Minotauro, etcétera). El profesor Martin P. Nilsson concluyó que todos los grandes mitos griegos clásicos estaban atados a los centros micénicos y anclados en épocas prehistóricas[91]. Sin embargo, de acuerdo con Burkert la iconografía del periodo del palacio cretense prácticamente no ha dado confirmación alguna a estas teorías[90].

[editar] Temas en el arte y la literatura occidentales

Artículo principal: Mitología griega en el arte y la literatura occidentales
El nacimiento de Venus de Botticelli (c. 1485-1486, óleo sobre lienzo, Galería Uffizi, Florencia), una Venus Pudica revivida para un nuevo punto de vista de la antigüedad pagana. A menudo se dice que epitoma para los espectadores modernos el espíritu del Renacimiento.
El nacimiento de Venus de Botticelli (c. 1485-1486, óleo sobre lienzo, Galería Uffizi, Florencia), una Venus Pudica revivida para un nuevo punto de vista de la antigüedad pagana. A menudo se dice que epitoma para los espectadores modernos el espíritu del Renacimiento[2].

La amplia adopción del Cristianismo no puso freno a la popularidad de los mitos. Con el redescubrimiento de la antigüedad clásica en el Renacimiento, la poesía de Ovidio se convirtió en una influencia importante para la imaginación de los poetas, dramaturgos, músicos y artistas[2][92]. Desde los primeros años del Renacimiento, artistas como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y Rafael retrataron los temas paganos de la mitología griega junto a otros temas cristianos más convencionales[2][92]. Mediante el latín y las obras de Ovidio, los mitos griegos influyeron a poetas medievales y renacentistas como Petrarca, Boccaccio y Dante en Italia[2].

En el norte de Europa la mitología griega nunca alcanzó la misma importancia en las artes visuales, pero su influencia sobre la literatura fue muy obvia. La mitología griega prendió en la imaginación inglesa de Chaucer y John Milton y siguió a través de Shakespeare hasta Robert Bridges en el siglo XX. Racine en Francia y Goethe en Alemania revivieron el drama griego, reinterpretando los antiguos mitos[2][92]. Aunque durante la Ilustración extendió por toda Europa una reacción contra los mitos griegos, éstos siguieron siendo una importante fuente de material para los dramaturgos, incluyendo los autores de los libretos de muchas óperas de Händel y Mozart[92]. Para finales del siglo XVIII el Romanticismo propició un aumento del entusiasmo por todo lo griego, incluyendo la mitología. En Gran Bretaña, nuevas traducciones de las tragedias griegas y de las obras de Homero inspiraron a poetas (como Alfred Tennyson, Keats, Byron y Shelley) y pintores contemporáneos (como Lord Leighton y Lawrence Alma-Tadema)[92]. Gluck, Richard Strauss, Offenbach y muchos otros llevaron los temas mitológicos griegos a la música[2]. Los autores estadounidenses del siglo XIX, como Thomas Bulfinch y Nathaniel Hawthorne, sostuvieron que el estudio de los mitos clásicos era esencial para la comprensión de la literatura inglesa y estadounidense[93]. En épocas más recientes, los temas clásicos han sido reinterpretados por los dramaturgos Jean Anouilh, Jean Cocteau y Jean Giraudoux en Francia, Eugene O'Neill en Estados Unidos y T. S. Eliot en Gran Bretaña, y por novelistas como James Joyce y André Gide[2].

[editar] Bibliografía

[editar] Fuentes primarias (griegas y romanas)

[editar] Fuentes secundarias

Las mejores referencias generales en español son:

  • Ruiz de Elvira, A. (2000), Mitología clásica, Madrid: Gredos Ediciones. ISBN 84-249-0204-1. (Primera edición: 1975.)
  • Grimal, Pierre (1981), Diccionario de mitología griega y romana, Barcelona: Paidós Ibérica. ISBN 84-7509-166-0. (Traducción de la 6ª del original francés Dictionnaire de la mythologie grecque et romaine, 1979.)

Algunas de las fuentes secundarias más consultadas, especialmente en inglés, son:

  • Burkert, Walter (1987), Greek Religion, Cambridge: Harvard University Press. ISBN 0674362810.
  • Graves, Robert (1955), Greek Myths, Nueva York: George Braziller. ISBN 0807600547.
  • Hamilton, Edith (1942), Mythology, Boston: Little Brown & Co.. ISBN 0316341142.
  • Kerényi, Károly (1951), The gods of the Greeks, Londres-Nueva York: Thames and Hudson. LCCN 51014117.
  • Kerényi, Károly (1959), The heroes of the Greeks, Londres: Thames and Hudson. LCCN 60003663.
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  • Rose, Herbert Jennings (1928), A handbook of Greek mythology: including its extension to Rome, Londres: Methuen & Co., Ltd.. LCCN 29026034.
  • Ruck, Carl A. P., Staples, Danny (1994), The World of Classical Myth: Gods and Goddesses, Heroines and Heroes, Durham: Carolina Academic Press. ISBN 0890895759.
  • Smith, William (1844-1849), Dictionary of Greek and Roman biography and mythology, Londres: Taylor and Walton. LCCN 07013538.
  • Smith, William (1842), A dictionary of Greek and Roman antiquities, Londres: Taylor and Walton. LCCN 03029176.

[editar] Notas

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  4. Esquilo, Prometeo encadenado, 1080
  5. Esquilo, Los persas, 713
  6. logos. En Encyclopaedic Dictionary The Helios. (1952).
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  12. Cartledge, Paul (2002), The Greeks: A Portrait of Self and Others, 22, Oxford University Press. ISBN 0-19-280388-3.
  13. Homero, La Ilíada, viii.366-369
  14. a b Johnson, Claudia Durst (2003), Understanding the Odyssey, 17-18, Greenwood Press. ISBN 0-313-30881-0.
  15. Calimach, Andrew (2002), Lovers' Legends: The Gay Greek Myths, 12-109, Haiduk Press. ISBN 0-9714686-0-5.
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  20. Hesíodo, Los trabajos y los días, 90-105
  21. Ovidio, Las metamorfosis, i.89-162
  22. Brazouski, A. (1994), Children's Books on Ancient Greek and Roman Mythology: An Annotated Bibliography, x, Greenwood Publishing. ISBN 0-313-28973-5.
  23. a b Hesíodo, Teogonía 116-138
  24. Hesíodo, Teogonía, 713-735
  25. Himno homérico a Hermes, 414-435
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  27. Burkert, Walter (2002), Greek Religion: Archaic And Classical, 236, Blackwell Publishing. ISBN 0-631-15624-0.
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[editar] Véase también

Dioses
Primordiales y Titanes · Zeus y los olímpicos · Pan y las ninfas · Apolo y Dioniso · Del mar y de la tierra
Héroes
Heracles y sus doce trabajos · Aquiles y la Guerra de Troya · Odiseo y la Odisea · Jasón y los argonautas · Perseo y la Gorgona · Edipo y Tebas · Teseo y el Minotauro · Triptólemo y los misterios eleusinos
Listas
Dioses · Personificaciones · Dioses de la mitología griega · Héroes · Criaturas · Lugares · Eventos · Personajes · más...
Artículos relacionados
Sátiros y centauros · Religión griega antigua · Genealogías · Mitología romana · Mitología

[editar] Enlaces externos

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