Opio
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El opio es una droga analgésica narcótica que se extrae de las cabezas verdes de la adormidera (Papaver somníferum). La adormidera (parecida a una amapola), es una planta que puede llegar a crecer un metro y medio y con flores blancas o violetas. Existe otra variedad de flores rojas mucho más pequeñas, que siendo de la familia no contiene morfina.
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[editar] Extracción y preparación
El opio se extrae realizando incisiones superficiales en el opecarpo de las cabezas de la adormidera todavía verdes y unos días después de caerse los pétalos de las flores. Los cortes exudan un látex blanco y lechoso, que al secarse se convierte en una resina pegajosa marrón. Esta resina se raspa de las cabezas obteniéndose así el opio en bruto, al dejar secar este durante más tiempo se convierte en una piedra más oscura y cristalina a la vez que pierde agua y gana en potencia, debido a la concentración de alcaloides.
[editar] Alcaloides
El opio contiene los siguientes alcaloides:
Fenantrenos
Benzilisoquinolinas
- Papaverina
- Noscapina
Para la extracción de los principios activos se utiliza el método Gregory, recogiendo toda la planta, excluyendo raíces y hojas (paja de adormidera), triturándola y diluyéndola en ácidos, tratándola después con un proceso ácido/base, este método fue creado en el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial.
[editar] Semillas de adormidera
Una vez seca la planta, las cabezas contienen miles de pequeñas semillas redondas de un tamaño un poco menor que huevas de esturión, estas si se cuecen en infusión proporcionan un estado de relajación similar al del opio en látex.
[editar] Etimología
El término «opio» deriva del griego ópion que significa ‘jugo’, refiriéndose al látex que exuda la adormidera al cortarla.
Otros nombres del opio son o-fu-jung (‘veneno negro’ en chino, ahiphema en hindi o schemeteriak en persa. En inglés también se conoce con el acrónimo GOM (God’s Own Medicine: ‘la propia medicina de Dios’).
[editar] El opio en el mundo
El cultivo legal de opio en el mundo está legislado por la Convención Única sobre Narcóticos de Naciones Unidas y otros tratados y bajo la supervisión individual de cada país productor. El mercado de exportación mundial se reguló a raíz del descubrimiento en 1930 de que una gran red que lo introducía en el mercado negro a partir del cultivo legal.
Muy pocos países autorizan legalmente el cultivo para la posterior extracción de los principios activos, entre ellos India, Francia, Turquía, Yugoslavia o España concentrándose la mayor parte de los cultivos en el sur de la Península Ibérica.
La India es el mayor productor legal a nivel mundial y el único que produce opio a la manera tradicional de la incisión.
Otros países que cultivan opio para la exportación legal son Francia, con su compañía Francopia que produce el 25% de la demanda mundial, con ventas alrededor de 60 millones de euros, y la región de Tasmania, en Australia.
Los países del sudeste asiático son los mayores productores de opio para la exportación en forma de heroína a nivel mundial, dándose las tres cuartas partes de la producción mundial en Afghanistan, este problema se trata de regular dando licencias a los cultivadores afganos, por parte de Naciones Unidas, para la exportación a nivel legal, aunque también mediante la quema de campos y destrucción de granjas mediante ejercicio militar.
Los Estados Unidos son el mayor consumidor de productos farmacéuticos derivados del opio.
[editar] Historia
En tablillas sumerias del tercer milenio antes de la era común mediante una palabra que también significa ‘disfrutar’. En los cilindros babilónicos más antiguos se encuentran representaciones de cabezas de adormidera. En el palacio de Ashurnasirpal II en Nimrud (Asiria, actual Iraq) existía un bajorrelieve de una diosa rodeada de adormideras, creado en el año 879 aec. (Actualmente se encuentra en el Museo Metropolitano de Nueva York, en la galería de arte asirio). En algunas imágenes de la cultura cretense-micénica se muestran los efectos de la adormidera en imágenes.
Su empleo médico se remonta quizá al Antiguo Egipto, donde muchos jeroglíficos mencionan el jugo que se extraía de estas cabezas (el opio) y lo recomiendan como analgésico y calmante, tanto en pomadas como por vía oral y rectal. Uno de sus empleos reconocidos, según el papiro de Ebers, es «evitar que los bebés griten fuerte». El opio tebaico aparece mencionado ya por Homero (en la Odisea) como algo que «hace olvidar cualquier pena», y simbolizaba la máxima calidad en toda la cuenca mediterránea.
En tiempos del poeta épico griego Hesíodo (s. VII aec), la ciudad que luego se llamaría Sicion se llamaba Mekone (‘adormidera’). Esta planta fue siempre símbolo de Démeter, diosa de la fecundidad. Las mujeres casadas sin hijos portaban broches y alfileres con la forma de su fruto, y los enamorados restregaban pétalos secos para averiguar por los chasquidos el futuro de su relación. Los griegos la cultivaban y utilizaban con fines lúdicos y medicinales (como analgésico, en forma de infusiones o con el opio en bruto para el dolor de muelas, como antidiarreico, fiebres y para hacer dormir a los niños).
El historiador Heródoto (m. 425 aec) hace la primera mención explícita del uso medicinal de esta droga. En los primeros templos de Esculapio (que eran instituciones parecidas a los hospitales actuales), nada más llegar los pacientes eran sometidos a una incubatio o ‘ensueño sanador’.
Hipócrates es el que le da su nombre actual a la droga, que traduce opós mekonos: ‘jugo de adormidera’. Él lo recomienda como tratamiento para la histeria, que considera como una «sofocación uterina».
En el siglo III aec, el filósofo y científico griego Teofrasto (372-287 aec) estudia el opio en sus tratados botánicos
- Historia de las plantas, en nueve libros (originalmente diez).
- Sobre las causas de las plantas, en seis libros (originalmente ocho).
Heráclides de Tarento, médico de Filipo (el padre de Alejandro Magno) contribuyó a fomentar su difusión, preconizándolo para «calmar cualquier dolor».
Los médicos griegos se volvieron expertos en crear antídotos para el envenenamiento, que —tomados cotidianamente— inmunizaban al usuario. Estas zeriaka o triacas contenían venenos (como la cicuta y el acónito), pero en dosis homeopáticas. Con el tiempo llegaron a haber más de mil recetas de triacas, y todas contenían distintas cantidades de opio.
Cuando Galeno confeccionó su Antídoto Magno, en el siglo II, ya la proporción de jugo de adormidera en las triacas había crecido hasta ser un 40% del total. Siguiendo sus recomendaciones, el emperador Marco Aurelio abría las mañanas con una porción de opio «grande como un haba de Egipto y desleída en vino tibio». Prácticamente todos los emperadores romanos usaban a diario triacas. Nerva, Trajano, Adriano, Septimio Severo y Caracalla emplearon opio puro en terapia agónica y como eutanásico. El mismo tipo de suicidio utilizaban incontables ciudadanos romanos, patricios y plebeyos, pues eso se consideraba una prueba de grandeza moral. Como comenta Plinio el Viejo, «de los bienes que la naturaleza concedió al hombre ninguno hay mejor que una muerte a tiempo, y lo óptimo es que cada cual pueda dársela a sí mismo» (Historia Natural, 18.2.9).
Los romanos acuñaron monedas con la figura de la adormidera. En su libro Materia médica, que es el tratado farmacológico más influyente de la Antigüedad, Dioscórides describe el opio como algo que quita totalmente el dolor, mitiga la tos, refrena los flujos estomacales y se aplica a quienes dormir no pueden». Por él —y por muchos otros escritores romanos— se sabe que la demanda de opio excedía la oferta, siendo frecuente su adulteración.
Durante el Imperio el opio, como la harina, fue un bien de precio controlado, con el cual no se permitía especular. En el año 301, un edicto de Diocleciano sobre precios fijaba el del modius castrense (una vasija con capacidad para 17,5 litros) en 150 denarios (unos 10 denarios por kilo). En cambio el kilo de hachís (un bien de precio libre) costaba entonces 80 denarios el kilo. Poco después, en el año 312, un censo revela que hay 793 tiendas dedicadas a vender el producto en la ciudad de Roma, y que su volumen de negocio representa el 15% de toda la recaudación fiscal.
Sin embargo, este formidable consumo no genera problemas de orden público o privado. Aunque se cuentan por millones, los usuarios regulares de opio no se consideran enfermos ni marginados sociales. La costumbre de tomar esta droga no se distingue de cualquier otra costumbre —como madrugar o trasnochar, hacer mucho o poco ejercicio, pasar la mayor parte del tiempo fuera o dentro de casa—. De ahí que no haya en latín una expresión equivalente a «opiómano», si bien ya había al menos una docena de equivalentes a «dipsómano» (alcohólico).

Falta en la Antigüedad quien considere el opio como panacea, y también como cosa despreciable. Desde tiempos de Heródoto hasta los autores de triacas no hay una sola noticia de alguien envilecido por el uso del opio.
Esta planta llegó desde la cuenca mediterránea portada por Alejandro Magno hasta Asia.
En Persia, en el siglo XI, el mítico médico Ibn Sinna (o Avicena) —padre de la medicina árabe— lo utilizaba como eutanásico. Y su gran discípulo Al-Razi o Rhazes otorga a esa sustancia un lugar dominante en la farmacopea, como anestésico y analgésico.
En el califato de Córdoba (España), que durante el siglo X era el lugar más culto y liberal de Europa, vuelve a prepararse la triaca magna o galéncia para la crote de Abderramán III; también aparecen allí varios libros sobre botánica medicinal y famracia, inconcebibles en cualquier reino cristiano de la época.
Tomando como núcleo productor las plantaciones turcas e iraníes, la rápida expansión del Islam diseminó el opio desde Gibraltar hasta Malasia, en pastillas que a veces llevaban el sello mash Allah (‘regalo de Dios’). Hacia el siglo IX sus usuarios solían comerlo, aunque los persas ya acostumbraban fumarlo; también era frecuente consumirlo en jarabes de uva, mezclado con hachís.
La cultura árabe se servía del opio como euforizante general, recomendable para el tránsito de la segunda a latercera edad, y para sobrellevar los sinsabores de ésta última. Se consumía tanto en privado como en públicos diván (equivalente a nuestros casinos).
Según Hans Sachs, un famoso autor de calendarios, a mediados del x. XVI escribe:
{{Al recorrer el campo de batalla, vieron con sorpresa que los sarracenos segían teniendo el falo duro y erecto. El médico de campaña —sin dar muestras de extrañeza— les explicó que aquello no tenía nada de extraordinario, pues de todos era bien sabido que los turcos acostumbraban tomar opio, y que el opio procura excitación sexual aun después de la muerte.|Hans Sachs}}
Muchas medicinas del siglo XIX se basaban en una preparación a base de opio, el láudano.
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Decirle a un fumador que el opio lo está degradando equivale a decirle a un pedazo de mármol que Miguel Ángel lo está deteriorando, a un pedazo de tela que Rafael lo está manchando, a una hoja de papel que Shakespeare la está emborronando, o al silencio que Bach lo está interrumpiendo. — Jean Cocteau, Opio: diario de una desintoxicación.
El uso y cultivo en China derivó en las Guerras del opio.
[editar] Guerras del opio
El mercadeo de opio por parte de Inglaterra y de Estados Unidos a China genero un conflicto de proporciones. Los Chinos consideraban que Occidente no tenia nada de valor con lo que comerciar. Pero los comerciantes ingleses y estadounidenses, fuertemente enraizados con la Corona inglesa, vieron en el opio la posibilidad de tener intercambio.
El opio y sus derivados (morfina, heroína, etc.) constituyen unas de las drogas más adictivas. Un obrero chino que se volvía adicto, gastaba 2/3 de su sueldo en opio y dejaba a su familia en la miseria[cita requerida]. Para 1839 el opio ya estaba al alcance de los obreros y campesinos.
Se generó con esto una epidemia de adictos en China por lo que el emperador debió tomar cartas en el asunto, nombrando a Lin Tse Hsu para que frenara el tráfico de opio, éste les quemó los cajones y se arriesgó una guerra (1839). Cuando los chinos entraron en Hong Kong en 1999, lo primero que hicieron fue poner una estatua de Lin, que es considerado por ellos como un héroe nacional.
Lin Hse Tsu mandó una carta a la Reina Victoria I del Reino Unido pidiéndole que no traficara más opio (1). La Reina Victoria respondió mandándole la Armada Británica.
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Esto provocó las Guerras del opio, que generaron un estímulo para que más mercaderes fueran a China desde Estados Unidos e Inglaterra. Muchas de las grandes fortunas de Estados Unidos fueron basadas en este narcotráfico, que era encubierto, pues decían que se comerciaba con té o tabaco. Se le llamaba China Trade o Far East Trade.
[editar] Modos de empleo
Puede ser utilizado directamente fumado con pipas, bebido en cocción o ingerido envuelto en papel de fumar.
Si se ingiere se suele envolver en papel de fumar para proteger del desagradable sabor que tiene al tragarlo, tarda entre media y una hora en comenzar a notarse sus efectos, que pueden durar hasta seis u ocho horas de este modo, que suele ir acompañado de vómitos. Para proteger de las náuseas muchas personas optan por introducirse la bolita de opio con papel de fumar por el recto, cosa que produce el mismo efecto pero se reduce los efectos negativos sobre el estómago.
Tradicionalmente se prepara el opio diluyéndolo en agua y calentándolo a fuego lento, luego se filtra y se calienta otra vez hasta evaporar toda el agua, el resultado es un preparado para fumar sin ceras y otras substancias no deseadas, y con un nivel de morfina superior al látex sin cocinar, aunque también se puede fumar sin cocinar.
Fumado puede ser a modo de un porro de marihuana, con un poco de tabaco, aunque se quema sin llegar a la ebullición suficiente para ser asimilado en pipa o cachimba metálica; por ello lo más normal es fumarlo en papel de plata, dejando que el opio al quemarse se convierta en gota y fluya por el papel, y absorbiendo el humo con más papel a modo de pajita para no quemarse. De este modo sus efectos son instantáneos y no demasiado duraderos, y además se puede vomitar.
También se pueden coger las cabezas de adormidera machacadas y realizar una infusión durante más de media hora con agua caliente, sin llegar a hervir, las mismas cabezas pueden servir para más de una ronda. El sabor es desagradable, por lo que se acostumbra a añadir miel, si bien hay ciertas referencias a una infusión deliciosa.
Se dan casos en que el opio es preparado en una cuchara como si fuera heroína y se inyecta directamente en vena, produciendo dolor e inflamación posterior.
También puede ser utilizado para la elaboración de distintos preparados tales como el láudano, ingerido por vía oral.
[editar] Legislación
En España, y en la mayoría de países del mundo, esta droga esta catalogada en las del grupo I, por lo que esta rigurosamente prohibido su comercio y posesión con fines lucrativos.
[editar] Novelas sobre el opio
- Confesiones de un inglés comedor de opio (de Thomas De Quincey).
- Naked lunch (de William Burroughs).
- Opio, el diario de una desintoxicación (de Jean Cocteau).
- Todo bajo el cielo (Matilde Asensi).
- Opio en las nubes (de Rafael Chaparro Madiedo).
[editar] Enlaces externos
- Mind-surf.net/drogas/opio.htm (más sobre el opio).
- Erowid.org/chemicals/opiates/opiates.shtml (en inglés).
- Secffaa.mil.do/drogas/opio.htm
- Poppies.org/gallery (galería de fotos de la papaver somníferum).
- Geopium.org/Photos/Pavots_Poppies/pavotspoppies.htm (fotos de adormideras).