Solipsismo
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Solipsismo es la creencia metafísica de que lo único que en realidad podemos saber es que sólo existe uno mismo, y la realidad que nos rodea no es más que parte de los estados mentales del propio yo. De esta forma, todos los objetos, personas, etc., que uno experimenta serían meramente emanaciones de la propia mente.
Una derivación consecuente a este razonamiento consistiría en afirmar que esta situación lo convierte a uno en Dios, creando la realidad en la que uno existe.
Asimismo, por solipsismo se entiende la teoría que postula que la realidad externa sólo es comprensible a través del yo, ya que éste es la única realidad tangible, así como la imposibilidad de conocer la realidad objetiva de manera consistente.
Aun así no se puede decir que existe un solo tipo de interpretación y definición de solipsismo, pero entre estas definiciones hay puntos de acuerdo.
Este tipo de razonamiento, tan indemostrable como irrebatible, aunque ha estado presente desde los comienzos del pensamiento autorreflexivo humano, sería una variante del Mito de la caverna, de Platón (la realidad no sería más que sombras del exterior que se reflejan en el fondo de una cueva), y adquiriría nuevas fuerzas con el cartesianismo («cogito ergo sum»: "pienso, luego existo").
El Monólogo de Segismundo de la tragedia La vida es sueño, de Calderón de la Barca refleja igualmente el pensamiento solipsista, cuando el protagonista, Segismundo, encerrado desde que nació en una torre, se pregunta si es real el mundo que ve a través de la ventana y si esta vida, en realidad, no es más que un sueño.
En cualquier caso, el primer uso documentado del término aparece en el título de un texto de Giulio Clemente Scotti de 1645, un breve panegírico contra la Compañía de Jesús llamado "Monarchia solipsorum" [1].
Un experimento mental relacionado con la teoría del solipsismo, aunque en principio distinto, es la Teoría de los Cerebros en Cubetas de Jonathan Dancy y Hilary Putnam; es decir, la creencia de que el yo puede ser atrapado dentro de una realidad completamente desconocida, de manera que todo lo que uno piensa es ilusión. También el filósofo Horst Matthai Quelle trabajó principalmente con el concepto solipsista.
Ideas similares al solipsismo están presentes en parte de la filosofía oriental. El Taoísmo y distintas interpretaciones del Budismo, especialmente el Zen, enseñan que trazar una distinción entre el yo y el universo no tiene sentido y es arbitrario, y meramente un artefacto del lenguaje en lugar de una realidad inherente. A pesar de eso habría que determinar que este podría ser visto como contrario al solipsisimo por el lenguaje usado para transmitir lo que de alguna manera se entiende como anulación del yo que es común a las ideas universalistas orientales.
En el induismo, igualmente, se dice que "no somos más que el sueño de Brahma": en realidad no existimos, somos el sueño de un dios que está dormido.
Giovanni Gentile postuló una forma de solipsismo marcado con su sello sobre el Idealismo, que mantenía que la visión propia de la realidad sólo existía en la medida en que se relaciona con el mundo que cada cual se crea en su interior.
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[editar] Objeciones
La objeción clásica al solipsismo es que la persona muere. Sin embargo, tú no has muerto, y por tanto no lo has refutado. Esta objeción es también vulnerable a la crítica de que uno no puede decir si la mente sobrevive a la muerte o no; por tanto, la teoría no queda refutada porque cualquier otro podría también creer que existe, incluso después de la muerte. La muerte, o alguien asesinando a la persona, también pueden ser vistos como productos de la imaginación, podrían no haber muerto en absoluto.
Otra objeción consiste en que la vida causa dolor. ¿Por qué crearíamos dolor para nosotros mismos? Una respuesta a esto es que puede haber alguna razón que hemos decidido olvidar a propósito, tal como se presenta en la ley del Karma, o un deseo de no aburrirse. Otra respuesta es que la categoría de dolor es una percepción condicionada que se origina en sistemas de valores humanos socioculturales que no tienen por qué ser necesaria y universalmente válidos. Un sistema de valores solipsista puede no reconocer el dolor, o el presunto hecho de la muerte personal, como reales.
Otra objeción proviene de que el solipsista práctico necesita un lenguaje para formular sus pensamientos acerca del solipsismo, y un lenguaje es una herramienta esencial para comunicar con otras mentes. ¿Por qué necesita el universo del solipsista un lenguaje? Las respuestas posibles son similares a la última objeción; o sea, para evitar aburrirse, el solipsista quizá imagina otras mentes, que podrían realmente ser sólo elementos de su propia mente, de las que ha elegido perder el control durante el tiempo en que acontece, inventando un idioma para interactuar con estos segmentos más aislados de su mente.
Casi todas las objeciones pueden originarse apelando al libre albedrío del solipsista.
[editar] Tópico
El universo del solipsista puede dividirse en dos partes: la parte controlada por su mente consciente y la parte controlada por su mente inconsciente. Encontrará que la parte inconsciente de su universo se comporta con la misma complejidad que lo haría si fuera externa; es decir, sin ser parte de él mismo en absoluto (realismo). La distinción entre el universo realista y el universo inconsciente desaparece cuando se hace notar que externo e inconsciente son simplemente dos palabras diferentes utilizadas para describir los mismos eventos que ocurren fuera del control consciente.
De esta manera, considerar que el universo externo sea la mente inconsciente de uno sólo es una distinción semántica. No se distingue si uno reivindica su propio cuerpo y el universo externo comprende toda la realidad, o reivindica su mente consciente y su mente inconsciente comprende su yo como un todo. La reivindicación de que sólo uno mismo existe es un tópico; uno mismo es el universo entero.
La única conclusión significativa que puede establecerse en este sentido es la de Arthur Schopenhauer:: el albedrío es la realidad externa inalcanzable .
[editar] Solipsismo y literatura
El tema de la solipsis ha sido explorado y explotado por distintos autores del siglo XX, muchos de ellos relacionados con el género narrativo de la ciencia-ficción, así por ejemplo Stanislaw Lem (Solaris, Congreso de Futurología, novela esta última en la que se inspirará el film The Matrix de Larry y Andy Wachowski, 1999), Jean-Pierre Andrevon (Mundo desierto) o Philip K. Dick[2] (La hormiga eléctrica) harán un uso más o menos directo y reiterado del tema en algunas de sus obras. Otras obras menores jugarán también con la idea solipsista, como los cuentos El Solipsista, del estadounidense Fredric Brown, o En Solipse, del portugués Pedro Galvão, en el que intenta imaginar una sociedad solipsista.
La saga cinematográfica de Matrix bebe también de las ideas solipsistas, pues en ella se describe un mundo existente sólo en la mente de su protagonista, que, al descorrerse el velo del engaño mental, pronto mostrará su auténtica realidad.
[editar] Referencias
- ↑ Héctor J. Ayala. Solipsismo y mundo externo en la filosofía de G.W. Leibniz. Universidad Politécnica de Valencia, D.L., 2003, ISBN 84-9705-343-5
- ↑ Vid. sus experiencias solipsistas en: Emmanuel Carrère. Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Philip K. Dick 1928-1982. Minotauro, 2002, ISBN 9788445073575
[editar] Véase también
- Constructivismo (filosofía)
- Egoísmo (moral)
- Escepticismo
- Falsacionismo
- Hiperrealidad
- Pampsiquismo
- Psicologismo
[editar] Enlaces externos
- Wikcionario tiene una entrada sobre Solipsismo.
- El món: Per què no sóc solipsista?, fragmento de un texto de Martin Gardner, en catalán.
- El Solipsista, cuento de Fredric Brown.
- El Solipsismo y la Realidad del Pasado, ensayo de Alejandro Tomasini Bassols (PDF).
- Em Solipse, cuento de filosofía-ficción, de Pedro Galvão, en portugués.
- Hermenêuticas Solipsistêmicas, ensayo-tesis de Marcus Valerio XR, en portugués.
- Poly-Solipsism, artículo de C. C. Keiser, en inglés.
- Solipsism and the Problem of Other Minds, artículo de Stephen P. Thornton, en inglés.
- El solipsismo es nuestra tragicomedia, artículo de Heriberto Yépez, leído en el IX Encuentro Internacional de Escritores en Monterrey, México, 2006.